Los vecinos del barrio porteño de Caballito vienen denunciando desde el 1º de julio, cuando supuestamente había vuelto la “cuarentena estricta”, el comienzo de excavación y remoción de tierras en terrenos aledaños al predio de Ferro, sobre la avenida Avellaneda, para una megaconstrucción a la que señalaron como un “shopping disfrazado” (Página12, 7/7)

Se trata de los terrenos que en su momento había adquirido la empresa Irsa, en una operación fuertemente cuestionada por su carácter fraudulento y en los que, tanto durante los gobiernos porteños de Mauricio Macri como del ahora “amigo” del presidente, Horacio Rodríguez Larreta, se procuró avanzar en la construcción de un shopping. Al no poder hacerlo por la resistencia de los vecinos, Irsa vendió los terrenos al grupo Portland, que es quien se encargaría ahora de poner en pie un complejo de torres que, como denuncian los vecinos, contará con “más de 16 mil metros cuadrados de uso comercial” (ídem).

Estas obras cuentan con el aval del gobierno de la ciudad, aunque según el último decreto de extensión de la cuarentena solo estaba exceptuado “personal afectado a la actividad de demolición y excavación por emergencias”. En la misma ciudad donde meten al ejército en los barrios para regimentar a la juventud y la clase obrera, hacen la vista gorda y avalan el lobby empresarial y la especulación inmobiliaria.

Esto proyecto trae consigo graves consecuencias para los vecinos de un barrio que se encuentra saturado y escasean los espacios verdes. Es imprescindible la construcción de un parque verde público, como reclaman los vecinos, en el marco de un desarrollo urbano acorde a las necesidades de los trabajadores de la ciudad y que sea financiado a través de impuestos extraordinarios al gran capital comercial, a los especuladores inmobiliarios y a los bancos.