Aniversarios

3/10/2020

A 55 años del anuncio de la renuncia del Che Guevara al gobierno cubano

El 3 de octubre de 1965, cuando el Partido Comunista Cubana (PCC) celebraba su congreso fundacional, Fidel Castro leyó la famosa “Carta de despedida”, firmada por el Che Guevara. Hasta ese entonces, la situación del Che era una verdadera incógnita: se lo había visto por última vez el 15 de marzo, tras su gira de intervenciones en la ONU, en la conferencia de Dar es Salaam y de Argel. Su desaparición pública causaba rumores de todo tipo, incluso falsos informes de servicios secretos imperialistas que lo daban por muerto. Sin revelar todavía su paradero exacto y evitar darle información a la OTAN, Fidel Castro confirma su partida de Cuba y su ausencia del nuevo comité central para colaborar militarmente en los diversos procesos revolucionarios en curso.

El Che Guevara y sus diferencias con la burocracia soviética

El Che era junto con Raúl uno de los pocos dirigentes del Movimiento 26 de Julio que se consideraba comunista. Habiendo asumido como presidente del Banco Central, para luego ser nombrado ministro de Industria en 1961, el Che es considerado uno de los “arquitectos” de la relación cubano-soviética. Sin embargo, este empezaría a tener choques rápidamente.

La mayoría de sus biógrafos coinciden en señalar que la principal impresión que el Che tuvo de su gira por la URSS y China en 1961 es que los segundos eran una expresión más fiel del hombre socialista, mientras que los soviéticos parecían más preocupados en la defensa de sus privilegios burocráticos que en la expansión de la revolución. Son conocidas las simpatías que el Che tenía por Mao, quien a partir de la muerte de Stalin se encontraba enfrentado a la burocracia soviética a quien acusaba de traicionar a la revolución a partir del planteo de Kruschev de defender la coexistencia pacífica con occidente, conflicto que ascendería considerablemente en esta etapa. Ignorando las presiones soviéticas, el ministerio de Industria que el Che dirigía era el único que contaba con técnicos chinos.

Fidel Castro mostraba una posición contradictoria que vacilaba entre el apoyo a la creación de focos guerrilleros en América Latina como política de exportación de la Revolución Cubana y su preocupación por construir un acuerdo estable con la URSS. Como expresión de lo primero, encontramos su aval a los procesos que encabezaron Jorge Masetti y Héctor Béjar, en Argentina y Perú respectivamente, que entrenados en Cuba intentan establecer focos sin éxito en el año 1964. Como expresión de lo segundo, decide terminar con la política de neutralidad que Cuba venía adoptando con respecto al conflicto chino soviético, expresando su apoyo a la URSS y a la coexistencia pacífica en 1963.

Con el paso del tiempo, la integración del gobierno cubano, con Castro a la cabeza, a la burocracia soviética será cada vez mayor. El Che, por su parte, publicaba su libro “Guerra de Guerrillas”, dándole cuerpo teórico al foquismo como método político. En este, Guevara plantea la necesidad de que núcleos revolucionarios comiencen la guerra contra el imperialismo y sus gobiernos, con independencia de las condiciones políticas y la conciencia de las masas. Plantea no solo que el fusil podía crear poder, sino también que la toma de las armas podría acelerar la toma de conciencia de las masas, que se unirían a la lucha armada, haciendo innecesaria la construcción de un partido que inserto en las masas eleve su conciencia y las dirija a la toma del poder.

Aquí residía la principal falencia de Guevara: sustituyendo al partido de la clase obrera como herramienta de intervención y elevación de conciencia de las masas, Guevara y sus seguidores se privaran de organizar al movimiento obrero como sujeto revolucionario, sustituyéndolo por una minoría armada. Sin embargo, el Che sacaba dos conclusiones muy acertadas de la revolución cubana: su carácter necesariamente internacional y su contenido socialista, expresado en “revolución socialista o caricatura de revolución.”

Ignorando las disposiciones de los PC latinoamericanos, que alineados con la URSS defendían la coexistencia pacífica, el rechazo a los levantamientos armados, y el carácter burgués de la revolución en América Latina, en Cuba se entrenaban bajo órdenes del Che, distintos grupos guerrilleros de todo el continente, dentro de los que se encontraban el grupo de Masetti y el de Bejar, quienes fracasaron rotundamente. En las mismas, y a nivel internacional, Guevara fomentaba la participación de grupos no alineados a los PC oficiales, ya sea las divisiones maoístas, como así también algunos grupos trotskistas o nacionalistas.

El otro debate fundamental entre Guevara y la burocracia soviética se encontraba en el terreno económico. Mientras la URSS promovía la creación de presupuestos propios en las fábricas, con puestos gerenciales e incentivos materiales para aumentar la productividad (el stajanovismo que había criticado Trotsky en La Revolución Traicionada), el Che promovía los incentivos morales. Rechazando los privilegios burocráticos y materiales, Guevara entendía que estos alejaban a les trabajadores del ideal del hombre nuevo socialista. Este debía forjarse a partir del sacrificio, bajo la comprensión de la necesidad de defender el bien común, promoviendo el trabajo voluntario como alternativa. Estos choques se extendieron a la selección del personal en el ministerio y en el Estado cubano, donde con escaramuzas, se va produciendo un avance de los elementos estalinizados. El ministerio de Industria, conducido por Guevara, era el único que contaba con técnicos chinos, lo que generaba un creciente malestar no solo en la burocracia soviética, sino también entre sectores de la dirección cubana.

En Moscú, algunos dirigentes del PC empezaban a acusarlo de maoísta o, en algunos casos, de trotskista. Luego de su viaje a la URSS en 1964, los choques con la burocracia soviética y los Partidos Comunistas de América Latina se profundizaban. Ausentándose de la conferencia de partidos comunistas latinoamericanos en La Habana, donde contradictoriamente Castro llamaba a apoyar el surgimiento de guerrillas en América Latina mientras afirmaba su apoyo a la política soviética, Guevara fustigaba a los partidos comunistas de América Latina por no querer tomar el poder en un discurso en Santiago. Ese año el PC argentino, con su secretario general Victorio Codovilla a la cabeza, había protestado por la incursión de Masetti en Orán, acusando a Guevara de aventurerismo.

El Che acentuaba sus contactos con el movimiento de los países no alineados, denominado como tercermundistas, como lo definía él mismo en su intervención en la ONU en diciembre de 1964. Esta definición, no es casual, Guevara presentaba a Cuba por fuera del bloque soviético, lo que representaba una denuncia a su papel como contenedor de la revolución internacional. Sin embargo, lejos de construir una internacional socialista, la composición de los países no alineados estaba dominada por planteos nacionalistas, lo que aleja al Che de su propia definición de la “Revolución socialista o caricatura de Revolución”. En esta conferencia se realiza una denuncia implacable de la acción del imperialismo, apoyando las distintas guerras de liberación en Asia, África y América Latina, como así también fustigando los regímenes de segregación racial en Estados Unidos y Sudáfrica, como así también la intervención militar belga en el Congo.

Sin volver a Cuba, y teniendo la aprobación de Castro, el Che tenía resuelto organizar una brigada internacional. En una gira por África, a la que ve con buenos ojos a partir de que la contención de la URSS era menor por no tratarse “del patio trasero de EE.UU.”, Guevara participa de la reunión de guerrilleros en la capital de la recientemente independizada Tanganica, Dar es Salaam, donde plantea la necesidad de concentrar energías en Congo. Allí, después de tener reuniones con distintas facciones, resuelve colaborar con la facción de Kabila, convirtiendo a Congo su próximo destino. El líder nacionalista egipcio Al Nasser desalentó la idea argumentando que no sería bueno “un Tarzán blanco dirigiendo la lucha de los negros”, algo que el Che desoyó. En Cuba, mientras tanto, se preparaba un grupo para intervenir, que saldría con Guevara en abril de 1965.

Sin embargo, el punto más alto de la gira del Che se daría en Argelia. Allí, en la conferencia de Argel del 25 de febrero de 1965, Guevara haría su denuncia más firme contra las burocracias de las potencias que se reivindicaban socialistas, incluyendo en este caso, también a China. Denunciaba que ninguna de las potencias se estaba comprometiendo en los distintos procesos revolucionarios a nivel mundial. Frente a representantes de ambos Estados, Guevara denunciará los acuerdos económicos que ambas potencias presentaban como beneficio mutuo, explicando que vendiendo los productos industriales al precio del mercado internacional, las potencias reproducen el intercambio desigual imperialista, impidiendo el desarrollo de los países tercermundistas y ejerciendo una nueva forma de dominio sobre las mismas.

El Che era, sin lugar a dudas, el sector más consciente de la dirección revolucionaria cubana. A pesar del carácter contradictorio de Castro en esta etapa, las declaraciones del mismo parecían ir por el mismo camino, denunciando el modelo comercial soviético en el acto por el aniversario de la revolución del 2 de enero de ese año, como así también denunciando la falta de ayuda tanto de la URSS como de China a Vietnam. Sin embargo, las declaraciones del Che fueron sin lugar a dudas un paso adelante, generando no solo el disgusto de la burocracia soviética, que presionaba por su salida, sino también al interior de la propia dirección cubana, siendo Raúl uno de los representantes de esta posición. Llegado a La Habana el 15 de marzo, en la que sería su última aparición pública, el Che y Fidel tuvieron una reunión extensa, donde a pesar de los distintos rumores, se desconoce realmente su contenido. Tan solo unas semanas después, Guevara presenta su renuncia a los distintos cargos, partiendo al Congo con el contingente de cubanos con el que combatiría. La carta que le presenta a Fidel es mantenida en secreto, bajo la indicación del propio Guevara de que Castro haga público su contenido cuando le parezca conveniente.

¿Cuál es el contenido de la renuncia del Che?

La lectura de la carta por parte de Castro despejaba las sospechas de la muerte del Che que circulaban en la isla. Siendo uno de los dirigentes de mayor apoyo popular, y estando circulando incluso el rumor de un asesinato y aislamiento, Castro buscó despejar las dudas sobre su situación y mostrar que contaba con el apoyo del Che. Sin embargo, el principal valor de este hecho reside en que sellaría la imposibilidad que el Che tenía de volver a Cuba. En las búsquedas de consolidar sus acuerdos con la burocracia soviética, Castro buscó impedir que vuelva para ejercer la función pública. Castro tenía una asimilación contradictoria a la burocracia soviética.

La presión que la URSS ejercía contra el papel del Che en su gobierno se terminaron por imponer. Luego de repetidos fracasos en los objetivos de lograr un desarrollo industrial en la isla, y teniendo en el año 66 su peor zafra de azúcar en años, se va a dar en Cuba un salto en calidad en su integración a la burocracia soviética, consolidando su dependencia comercial cada vez más. Eliminando todo vestigio de incentivos morales, Cuba empieza a adoptar el método de planificación soviética con rapidez, como así también, a posicionarse de manera cada vez más abierta en favor de la política internacional soviética, siendo su apoyo a la invasión de Checoslovaquia en 1968 uno de sus puntos más altos. La renuncia del Che debe ser a su vez entendida como la renuncia del mismo a dar una pelea política en Cuba para inclinar la balanza del Estado cubano en el campo anti burocrático de la defensa de la revolución internacional.

El proceso de burocratización posterior no empaña en sí mismo el legado revolucionario que significa la revolución cubana, y el propio Che Guevara, en Latinoamérica y en el mundo. La destrucción del aparato estatal batistiano, los choques contra el imperialismo que significaron la ruptura con la burguesía y su expropiación como único camino posible para que avance la revolución, y la mejora inmediata en las condiciones de vida de las masas cubanas, expresado sobre todo en los ámbitos de salud y educación, dejan lecciones valiosas del proceso.

La burocratización a partir de su aislamiento, como resultado de la política de contención de la burocracia soviética, como así también del fracaso de la estrategia foquista seguida por las guerrillas latinoamericanas, marcarán un profunda degeneración del proceso revolucionario que consolida el despojo del poder político a las masas obreras. Castro y la burocracia cubana pasarán al campo de la contrarrevolución, mutilando el carácter socialista de la revolución sandinista y pasando a apoyar a los distintos procesos nacionalistas del continente. El accionar de aquellos que buscan apropiarse del legado del Che, a partir de la autoridad brindada por el propio Castro, debe ser superado a partir de la intervención de las masas en la etapa, tomando una de las principales lecciones del Che.

La reivindicación de Guevara como revolucionario contrasta con este desarrollo. El Che era, sin lugar a dudas, el elemento dirigente más avanzado de la revolución cubana. Entendiendo el carácter necesariamente internacional de la revolución, como así también el papel reaccionario que jugaba la burocracia soviética en el proceso revolucionario a nivel mundial, la denuncia y la acción de Guevara son un legado invaluable para la lucha revolucionaria de la etapa. Acercándose cada vez más a la misma conclusión con respecto a la burocracia china, algo que se ve reflejado en su intervención en Argel y, aunque desconociendo hasta dónde lo estaba llevando de su evolución política, es innegable que el Che se acercaba a la comprensión del carácter permanente de la revolución en América Latina. Sin embargo, la estrategia foquista implicó un fuerte revés en sus aspiraciones revolucionarias, como así también en los distintos procesos revolucionarios a nivel mundial.

La sustitución del partido y la clase obrera como sujetos de la revolución por el foco armado al cual entendía que se plegarían las masas posteriormente lo llevaron a aislarse tanto en el Congo como en Bolivia. En el primero, además de las dificultades técnicas de todo tipo que atravesó, el Che intervino a la rastra de una dirección nacionalista que estaba pactando con el gobierno, absolutamente incapaz de enfrentar el golpe del año 65 apoyado por el imperialismo. En Bolivia, a pesar de todas las críticas hechas al estalinismo, coloca en el PC y su dirigente Mario Monje la tarea de ligar su núcleo guerrillero con las masas. Previsiblemente, esto lo deja en el completo aislamiento. Guevara se privó de organizar a la históricamente combativa clase obrera boliviana, sobre todo los mineros, que venían de protagonizar la revolución quince años antes. Aislado, tanto por la burocracia soviética y los PC latinoamericanos, como por su propia concepción estratégica, Guevara es capturado y asesinado en el año 67 por una acción conjunta entre la CIA y el ejército regular boliviano. Pocos años después del asesinato del Che, se reabriría un proceso revolucionario en el país, con la conformación de la Asamblea Popular, pero la guerrilla guevarista no confluyó con ese proceso de masas ni siquiera se lo propuso como objetivo.

Habiendo pasado 55 años la historia, que nos llena de ironías, nos aporta una más: les trotskistas parecemos ser les últimes guevaristas. ¿Nos hemos convertido al foquismo acaso? ¿Defendemos la concepción del hombre nuevo? Evidentemente no. “Revolución socialista o caricatura de revolución” nos dijo el Che. Quienes buscan apropiar su legado hoy, plegados al nacionalismo latinoamericano y el movimientismo, se han puesto objetivamente en el campo de la caricatura. Somos hoy la única corriente que reivindica en términos concretos la lucha por la revolución socialista, y a partir de esto, les únicos defensores de su legado.

¡Que viva el Che Guevara y la Revolución Cubana! ¡Abajo el imperialismo y la restauración capitalista! ¡Viva la unidad socialista de América Latina!