A 85 años: el trasfondo del atentado a Lisandro de la Torre en el Senado

El 23 de julio de 1935 fue asesinado Enzo Bordabehere en plena sesión.

“No puede decirse que la Argentina se haya convertido en un dominio británico porque Inglaterra no se toma la libertad de imponer a sus dominios semejante humillación”, Lisandro de la Torre

Con esa expresión, el senador y representante de los productores agropecuarios de Santa Fe, Lisandro de la Torre, sintetizaba el valor del Pacto Roca-Runciman. La denuncia realizada por el líder del Partido Demócrata Progresista es presentada por un conjunto de historiadores como un hito en la lucha por la soberanía nacional, refiriéndose al debate protagonizado entre el senador santafesino y los ministros Luis Duhau (Agricultura) y Federico Pinedo (Hacienda) como “El gran debate”. Además de desnudar el carácter absolutamente entreguista del Pacto Roca-Runciman, la investigación presentada por De la Torre logró desenmascarar el entramado mafioso organizado entre las más altas cúpulas del Estado, empezando por el presidente Justo y los ministros Duhau y Pinedo, la Sociedad Rural Argentina y los frigoríficos británicos. En esta misma sesión, el ministro Duhau amenazó públicamente a De la Torre (“¡Ya pagará bien caro todas las afirmaciones que ha hecho, senador!” ), siendo esto consumado dos días después. En la sesión del 23 de julio de 1935, mientras Duhau agredía físicamente a De la Torre, una persona ajena al recinto, identificado posteriormente como Ramón Valdez Cora, intentando disparar a De la Torre, terminó impactando al senador electo Enzo Bordabehere, quien estaba intentando proteger al senador de sus atacantes, falleciendo en el acto. A pesar de que numerosos testimonios indican que el agresor ingresó al recinto de la mano del propio Duhau, el mismo jamás fue imputado por el crimen.

Crisis de Wall Street y golpe de Estado   

El atentado a Lisandro de la Torre debe ser entendido al calor de la crisis de Wall Street de 1929. La crisis capitalista mundial tuvo profundos efectos en la Argentina. Como salida a la contracción económica, las potencias buscaron imponer medidas proteccionistas, cambiando las reglas del juego del mercado internacional. La relación semicolonial que la Argentina había establecido con las potencias europeas, sobre todo con el Reino Unido bajo el modelo agro exportador, parecía llegar a su fin a través de la restricción que la potencia europea le imponía a las importaciones argentinas, sobre todo a los productos vacunos. El déficit en la balanza comercial, generado por la falta de exportaciones, obligó a la Argentina a comenzar un proceso de industrialización por sustitución de importaciones, siendo éste un gran punto de apoyo para el desarrollo de la burguesía industrial, pero, al mismo tiempo, profundizando los choques entre distintos grupos capitalistas y acelerando la crisis del ya deteriorado gobierno radical de Hipólito Yrigoyen.

Este descontento se vio canalizado en el golpe encabezado por el general derechista, entusiasta de los regímenes autoritarios, José Félix Uriburu, el 6 de septiembre de 1930, apoyado por el conjunto de los partidos patronales (a excepción de la UCR), incluido el Partido Demócrata Progresista, encabezado por De la Torre. Sin embargo, el modelo corporativista -basado en el fascismo italiano, que buscaba impulsar Uriburu- carecía del apoyo de los distintos grupos capitalistas actuantes, sobre todo de la Sociedad Rural, y habiendo perdido el apoyo de las Fuerzas Armadas, más afines al sector liberal encabezado por Agustín P. Justo, Uriburu se vio forzado a convocar elecciones en 1931. En la misma se impuso la fórmula encabezada por la fórmula compuesta por el propio Justo como candidato a presidente y Julio Roca (hijo) como vice. La alianza, conocida como La Concordancia, estaba compuesta por los resabios del viejo PAN reconvertidos en el Partido Demócrata Nacional (o Partido Conservador), los radicales antipersonalistas y el Partido Socialista Independiente. La misma retomó las viejas prácticas de fraude electoral del PAN, dando lugar así a lo que los historiadores llaman la Década Infame.

Pacto Roca-Runciman

Este gobierno se convertía entonces en el fiel representante la Sociedad Rural Argentina, representante de los productores de la provincia de Buenos Aires, que se encontraba enfrentada con las sociedades rurales del interior. Estando los primeros aliados con los frigoríficos británicos contra los intereses de los criadores del interior, profundamente perjudicados por esta relación comercial, Lisandro de la Torre, estanciero él mismo de la provincia de Santa Fe y profundo defensor de los productores rurales santafesinos, se encontraba en el campo de estos últimos. El golpe a las exportaciones argentinas se había consolidado con el Pacto de Ottawa de 1932, donde el Reino Unido pasaba a sustituir los productos argentinos por los de los países de la Commonwealth, compuesta por sus colonias y excolonias.

El pacto Roca-Runciman buscó ser la salida de la oligarquía terrateniente a las trabas de la importación de sus productos que el Reino Unido les imponía. Esta misión diplomática fue llevada adelante por el vicepresidente Roca. El acuerdo firmado el 1° de mayo de 1933 con el representante del gobierno inglés, Walter Runciman, celebrado tanto por la cámara de comercio británica como por la Sociedad Rural Argentina,  tenía un carácter profundamente entreguista, colocando a la Argentina en un intercambio incluso más desigual y humillante que el que el Reino Unido tenía con sus propias colonias. Comprometiendo al Reino Unido a tan sólo comprar los niveles de carne vacuna adquiridos en junio de 1932 (el más bajo desde 1921), brindando incluso el derecho a no hacerlo, la Argentina se veía obligada a darle un trato preferencial al conjunto de bienes manufacturados británicos, así como también al carbón, al mismo tiempo que le brindaba enormes beneficios a los frigoríficos ingleses que operaban en la Argentina, desplazando a los propios frigoríficos nacionales como a los norteamericanos. Este acuerdo, que comprometía seriamente la soberanía nacional, consistía también en un profundo perjuicio para los terratenientes del interior, siendo De la Torre su principal vocero, llevándolo a denunciar el acuerdo.

Denuncia, debate y atentado

En 1935, De la Torre presentaba su denuncia en el Congreso. En la misma, comprobaba que Anglo y Swift & Company, los grandes frigoríficos de capital británico, con la complicidad del Estado argentino gozaban de extensiones impositivas, enormes beneficios, conformando un gran fraude. En el caso de Anglo, siendo uno de los frigoríficos con mayor nivel de exportación de cabezas de ganado, De la Torre señalaba que ésta, a pesar de exportar siete veces más que sus competidores locales, pagaba una cifra profundamente menor de impuestos. En el transcurso de la investigación, Richard Tootel, representante de la empresa, fue detenido mientras buscaba escaparse con los libros contables de la empresa. Al mismo tiempo, Swift & Company, frigorífico asociado con la estancia del ministro de Agricultura, Duhau, había defraudado al Estado en el año 33 por más de 400.000 pesos, mientras que gozaba de los mismos beneficios de trato preferencial a la hora de ocupar plazas en la cuota de exportación de cabezas de ganado hacia el Reino Unido (beneficio compartido con Anglo).

El episodio era presentado bajo la prensa como “el gran debate”, pero lejos de ser un episodio digno de jactar, el mismo fue en realidad un gran bochorno. Habiendo sido citados el ya mencionado Duhau y el ministro de Hacienda Pinedo, los mismos defendieron el acuerdo, avalando su accionar bajo el concepto del secreto comercial. Mientras la sesión ocurría, las amenazas a De la Torre se mezclaban entre desafíos a batirse a duelo que el senador santafesino ofrecía a los ministros. La descomposición del debate era acorde al régimen construido por la oligarquía argentina, basado en una profunda exclusión, tasas de explotación brutales y el fraude electoral, bajo el que sostenía el conjunto de negociados que ésta tenía con el imperialismo británico. Lejos de poder considerarse como algo sorpresivo, el atentado a De la Torre, llevado adelante el 23 de julio de 1935, había sido ampliamente anunciado por los propios ministros en la sesión, quienes no sólo amenazaban impunemente al senador santafesino sino que llevaron adelante un conjunto de actos intimidatorios, como la movilización de patotas en el recinto para atosigar a los denunciantes, que fueron las que finalmente llevaron adelante el atentado en el que murió Enzo Bordabehere.

¿Quién era y qué intereses defendía Lisandro de la Torre?

Nacido en Rosario en el año 1868, la actividad política de De la Torre tiene su primer punto alto en la Revolución del Parque de 1890, el mismo año en el que se recibió de abogado. Rompe con la UCR en 1897, por diferencias con Hipólito Yrigoyen, a partir de los acuerdos alcanzados por este último con Bartolomé Mitre, y conforma en 1908 la Liga del Sur. Apoyado en los terratenientes de Santa Fe, las reformas de carácter democrático que De la Torre buscaba impulsar en torno de una mayor autonomía municipal, pretendían ser un canal para defender los intereses de estos sectores. En 1914 forma el Partido Demócrata Progresista con distintos sectores del Partido Conservador, generando una relación cercana no sólo con los sectores de Santa Fe sino con distintos sectores de la oligarquía porteña, ganándose el prestigio y los halagos de la prensa burguesa.

Esta misma orientación fue la que lo hizo apoyar el golpe a Yrigoyen en 1930, llegando incluso a recibir finalmente la propuesta por parte de Uriburu de encabezar la fórmula presidencial, algo que fue finalmente rechazado por De la Torre, encabezando la lista opositora. Lejos de denunciar la persecución llevada adelante por parte del régimen hacia los militantes radicales, así como también al conjunto de dirigentes sindicales y activistas obreros, la oposición de De la Torre al régimen se limitaba al perjuicio que estaban sufriendo los criadores del interior frente a la cuota de carne impuesta por la crisis de Wall Street y el posterior pacto Roca-Runciman, cuyo monopolio estaba constituido por el acuerdo entre la Sociedad Rural y los frigoríficos británicos, siendo tan sólo el vocero de un sector de la clase capitalista en el marco de un choque interburgués agravado por la crisis. Quienes intentan colocar a De la Torre en el campo de la defensa de la soberanía nacional, olvidan el papel jugado por él mismo en los años previos a la crisis de Wall Street, donde lejos estuvo de denunciar la relación semicolonial existente entre la Argentina y el Reino Unido, lo que le hizo ganarse el respeto del conjunto de la oligarquía argentina, como a participar también, en común con ella del golpe a Yrigoyen en 1930. La propuesta de convertir al Estado en el monopolio de la exportación de carne lejos estaba de buscar eliminar la propiedad privada de las tierras, sino que buscaba, a través de ese mecanismo, garantizar el acceso de los terratenientes del interior al comercio británico.

Buscando darle un carácter institucional a sus planteos en el marco de un régimen profundamente descompuesto, es evidente que las intenciones de De la Torre se vieron truncas. Habiendo fracasado en su intento, los límites de las acciones de De la Torre, marcados a partir de los intereses de clase que representaba, no quitan, sin embargo, que la denuncia presentada por él en el Senado, sean de un profundo interés para la comprensión de la historia argentina en el siglo XX, entendiendo a la misma como el resultado de la lucha de clases, siendo en este caso la confirmación de un punto de inflexión fundamental en la lucha en el seno de la propia clase capitalista. La posterior depresión y el aislamiento político de De la Torre lo llevarán a suicidarse cuatro años después del atentado, en 1939, llevando a un conjunto de sectores de la historiografía argentina a presentarlo como el fiscal de los intereses republicanos y de soberanía de la Argentina.

Finalmente, la pretensión de De la Torre de canalizar sus denuncias de manera institucional, así como de sus defensores, contrastaba con las características del régimen que él mismo había contribuido a crear a partir del golpe del ’30. Esa misma institucionalidad burguesa, que sirvió para defender los intereses de la oligarquía terrateniente de todo el país a costa de un profundo régimen de explotación a las masas, y que jamás fue denunciada por De la Torre, golpeaba ahora, a partir de las condiciones impuestas por la crisis internacional a la fracción de las clases dominantes a la que éste pertenecía y representaba. El carácter reaccionario de su partido quedará expuesto con claridad, años después de su muerte, cuando éste confluye en la Unión Democrática con los mismos sectores que conformaban La Concordancia.