Aniversarios

20/11/2008|1064

Cincuenta años de la Revolución Cubana (III)

Batista: Del cogobierno con el PC al golpe de Estado

Equipo Aniversarios

En enero de 1934, un golpe de Estado encabezado por Fulgencio Batista derrocó al gobierno de la revolución de 1933, que lo había convertido en jefe del ejército. El presidente nacionalista Ramón Grau San ta Ramón Grau San Martín se rindió sin combate.

Batista y la Embajada norteamericana pusieron como presidente a Carlos Mendieta. El y su sucesor, Miguel Gómez, eran la cobertura ‘institucional’ del poder real, el ejército.

En febrero de 1935, estalló una gran huelga docente, que rápidamente concitó el apoyo de los estudiantes, se extendió a otros sectores obreros y adquirió un carácter político. La CNOC – dirigida por el partido comunista-  recién convocó a la huelga general el 10 de marzo, “cuando el movimiento ya no tenía posibilidades de victoria”1.

La represión fue brutal. Fueron instauradas la ley marcial y la pena de muerte. La Universidad de La Habana fue ocupada militarmente y la autonomía universitaria revocada. La sede de la Federación Obrera de La Habana fue destruida. Los partidos y sindicatos fueron ilegalizados y se establecieron tribunales sumarios. Miles de sindicalistas fueron encarcelados. Antonio Guiteras fue asesinado.

En el curso de 1935, en consonancia con el giro de la Internacional Comunista hacia los frentes populares, el PC de Cuba llamó a formar un “frente antifascista”. Blas Roca, su secretario general, escribía entonces que “la revolución cubana se encuentra hoy en su fase nacional (…) confraternizamos, en el interés común de la liberación de nuestro país, con todos los sectores de la población, del proletariado a la burguesía nacional, que pueden y deben constituir un vasto frente contra el opositor extranjero”.2 Grau San Martín y el Partido Auténtico rechazaron la invitación. El stalinismo terminaría construyendo su “frente antifascista”… con Batista.

La Constituyente de 1940

En 1937, como preparativo de la candidatura presidencial de Batista, fueron liberados 3.000 presos políticos, se convocó a una Asamblea Constituyente y se legalizó a los partidos. En mayo de 1938, el PC declaró públicamente que Batista era “un defensor de la democracia”. Al mismo tiempo, luego de una reunión con Blas Roca en un cuartel militar, Batista reconoció al PC como un “partido democrático”.3

En enero de 1939, el PC presentó candidatos propios a la Constituyente con un programa “antifascista” (igualdad de derechos para mujeres y negros; auxilio a los desocupados; defensa a los campesinos contra los desalojos; defensa de la economía nacional y de la patria contra el fascismo).

La lista del PC obtuvo 90.000 votos y 6 bancas. Se incorporaron algunos de sus planteos a la Constitución (derecho al trabajo; libertad de organización sindical y derecho de huelga; jornada de 8 horas diarias y 48 semanales; contratos colectivos escritos; previsión social y prohibición del trabajo a los menores de 14 años). Blas Roca calificó a esta Constitución – que no tocaba un ápice de la dominación imperialista ni del monopolio del poder en manos del ejército y de Batista-  como “una Constitución progresista, democrática, contenedora de las principales reivindicaciones del mejoramiento popular y capaz de servir de arma inapreciable para la defensa de la economía nacional”.4

También en enero de 1939 se fundó la Central de Trabajadores de Cuba (CTC). Ochocientos delegados asistieron a la fundación de la nueva central, que eligió al stalinista Lázaro Peña como secretario general. La “Comisión Obrera del Partido Auténtico” (animada por sindicalistas que habían roto con el trotskismo, como Sandalio Junco) no participó del Congreso fundacional.

Cogobierno Batista-PC

En julio de 1940 se realizaron las elecciones generales. Ganó la “Coalición Socialista Democrática” de Batista. El PC integraba la coalición ganadora; obtuvo 10 diputados, la intendencia de Santiago de Cuba, cientos de concejalías y puestos en el ministerio de Trabajo.

Luego de la invasión nazi a la URSS, el PC reforzó su alianza con Batista. La CTC, dirigida por el PC, llamó a “evitar las huelgas como solución a los conflictos obreros patronales (…) a recurrir al arbitraje y a las negociaciones con el fin de garantizar los suministros cubanos al frente de guerra”.5

La regimentación no pudo evitar las huelgas que nacían de los reclamos más elementales. Entre 1942 y 1945, las huelgas registradas en el Tribunal de Urgencia de La Habana fueron más de 180. Entre las más importantes estuvieron la de la mina Matahambre, la de Ron Baccardi y la de los textiles, que duró 52 días; también hubo huelgas en gráficos, transportes, ferroviarios, agrícolas, la construcción y la industria azucarera. La sistemática oposición a las huelgas por parte de los dirigentes stalinistas llevaría a los trabajadores a apoyar, de manera creciente, a los sindicalistas provenientes de la Comisión Obrera del Partido Auténtico.

En 1943, el PC cambió su nombre al de Partido Socialista Popular (PSP) y dos de sus dirigentes – Juan Marinello y Rafael Rodríguez-  ingresaron al gabinete de Batista como ministros sin cartera.

Los gobiernos auténticos

En las elecciones de 1944, el candidato de Batista fue derrotado por Grau San Martín, candidato del Partido Auténtico. El PC apoyó al candidato de Batista.

Los sindicalistas auténticos comenzaron a disputar a los stalinistas la dirección de la CTC. El propio Grau San Martín frenó las hostilidades porque necesitaba el respaldo del PSP. Su posición no era sólida: no tenía mayoría parlamentaria y Batista dominaba el ejército. El PSP y el gobierno llegaron a un acuerdo: una representación equitativa en la CTC, con Lázaro Peña como secretario general, y el apoyo auténtico a la designación del stalinista Juan Marinello como vicepresidente del Senado; a cambio, el PSP apoyaría al gobierno en el parlamento.

El acuerdo duró poco. En las parlamentarias de 1946, el PA obtuvo la mayoría parlamentaria y rompió la alianza. La CTC se dividió. La mayoría de los sindicatos importantes se alineó en la “CTC auténtica”. El sindicato del azúcar quedó en manos de los stalinistas, pero los “auténticos” formaron un nuevo sindicato que rápidamente se convirtió en mayoritario. Carlos Prío Socarrás, ministro de Trabajo, reconoció a la “CTC auténtica”. El retroceso del PSP en el movimiento sindical era imparable: en el último congreso de la CTC antes del golpe de 1952, el PC dirigía sólo 20 de los 300 sindicatos representados. A través de la burocracia “auténtica”, el movimiento sindical quedó fuertemente integrado al Estado.

Prío Socarrás sucedió a Grau San Martín como presidente en 1948. Ambos se caracterizaron por una entrega nacional y una corrupción rampantes, que llevarían al estallido del Partido Auténtico.

El Partido Ortodoxo

En diciembre de 1946, el senador auténtico Eduardo Chibás, denunció a Grau San Martín por “traición” y por la extendida corrupción; en mayo de 1947, Chibás rompió con el gobierno y formó el “Partido Ortodoxo”.

Los “ortodoxos” levantaron un programa nacionalista: “devolver las tierras y las riquezas del país a los cubanos; diversificar la producción agrícola; liquidar el monocultivo de azúcar; ‘cubanizar’ el comercio exterior; nacionalizar los servicios municipales; garantizar el derecho al trabajo y la elevación de los salarios”.6

Rápidamente atrajeron el apoyo popular, en particular de la juventud universitaria, del movimiento obrero, e incluso de la burguesía y la pequeñoburguesía menos ligada a los negocios con Estados Unidos. La juventud ortodoxa estaba a la izquierda del partido; un manifiesto publicado en 1948 denunciaba al “imperialismo capitalista” y reivindicaba el “sistema social socialista”.7

El golpe de Batista

Los “ortodoxos” aparecían como los principales candidatos para las elecciones de 1952; el suicidio de su fundador, en 1951, había elevado aún más la audiencia ortodoxa entre las clases medias y la juventud.

El gobierno auténtico de Prío Socarras se descomponía aceleradamente. Batista había formado el Partido Acción Unitaria (PAU) para candidatearse como presidente. El PSP (stalinismo) llamó a los ortodoxos, a Batista y a otros partidos a formar un frente común contra el candidato auténtico Carlos Hevia.8 Los ortodoxos y Batista rechazaron la invitación.
El candidato ortodoxo Carlos Agramonte era el favorito. Para impedir su victoria, Batista y la Embajada norteamericana montaron un golpe de Estado. Los preparativos del golpe eran perfectamente conocidos por el gobierno, a través de detallados informes de la propia inteligencia militar. Prío Socarrás no movió un dedo contra los golpistas, que lo derrocaron el 10 de marzo de 1952.

No hubo reacción al golpe. Ni la CTC dominada por la burocracia auténtica ni el PSP esbozaron la menor resistencia. Los dirigentes ortodoxos instaron al pueblo a realizar acciones de boicot como no comprar zapatos, ropas o ir al cine.

La resistencia efectiva quedó en manos de los estudiantes universitarios y los militantes ortodoxos de base; el centro inicial de la resistencia fue la Universidad de La Habana. Su principal animador era un joven abogado, dirigente de la Federación Universitaria y (frustrado) candidato ortodoxo a diputado por La Habana. Su nombre era Fidel Castro.
Apenas dos semanas después del golpe, el abogado Castro presentó una demanda penal contra Batista por violar la Constitución e impedir la realización de elecciones. El Tribunal la rechazó. En un acto realizado en agosto de 1952 en La Habana, Fidel Castro rechazó los boicots promovidos por la dirección ortodoxa y señaló que “la respuesta a la violencia del dictador debería ser dada por las armas”. Fue aplaudido por la multitud.9
Pocos meses después, con el asalto del Cuartel de Moncada, Castro y sus compañeros comenzarían con la crítica de las armas.


Notas

1. Alonso Junior, Odir: “A Esquerda Cubana antes da Revolucao: anarquistas, comunistas e trotskistas”; en Coggiola Osvaldo (editor), Revolución Cubana: Historia y problemas actuales, Xama, San Pablo, 1998.
2. Bandera Roja (periódico clandestino del PCC, diciembre de 1936); citado por Alonso Junior, Odir, op. cit.
3. Alonso Junior, Odir: op. cit.
4. “Informe rendido por Blas Roca ante la reunión plenaria del comité ejecutivo nacional de la Unión Revolucionaria Comunista, celebrada el domingo 23 de junio de 1940, en el Salón de Torcedores”; reproducido en Selección de artículos y documentos para la historia del movimiento obrero y de la revolución socialista de Cuba, Tomo III, segunda parte, Minfar, 1983.
5. Crespo, Oliver y Fabián Humberto: “La lucha antifascista en Cuba durante la Segunda Guerra Mundial”; en Lamas González, Ana y López Suárez, Gladys (comp.), Antecedentes históricos de la Revolución Socialista de Cuba</em>; Ministerio de Educación Superior, La Habana, 1987.
6. Citado por Lorenzo R. (y otros): “Papel de los partidos políticos en la sociedad neocolonial y su relación con la política externa de Estados Unidos, en la etapa de 1946 a 1952”; en Lamas González, Ana y López Suárez, Gladys (comp.), Antecedentes históricos de la Revolución Socialista de Cuba</em>; Ministerio de Educación Superior, La Habana, 1987.
7. “El pensamiento ideológico y político de la Juventud Cubana”, editado por la Organización Juvenil del Partido Ortodoxo (1948); citado por Lorenzo R. (y otros), op. cit.
8. Lorenzo R. (y otros): op. cit.
9. Tutino, Saverio: “L’Octobre cubain”; citado por Alonso Junior, Odir; “O Proceso Revolucionário: 1953/59”; en Coggiola Osvaldo (editor), Revolución Cubana: Historia y problemas actuales, Xama, San Pablo, 1998.