Cincuenta años de la Revolución Cubana (V)

El desembarco del Granma

Equipo Aniversarios

El 15 de mayo de 1955, Fidel Castro y sus compañeros sobrevivientes del ataque al cuartel Moncada fueron amnistiados y liberados de la prisión de la Isla de los Pinos.  Comenzaba una nueva etapa de lucha.

Apenas liberado, Fidel Castro pasó a organizar su partido. En una reunión clandestina, celebrada en La Habana en julio de 1955, nació el “Movimiento Revolucionario 26 de Julio”. El nuevo movimiento declaró que su objetivo era el derrocamiento de la dictadura para implementar el “programa del gobierno revolucionario” esbozado por Fidel Castro en su alegato durante el juicio por el asalto al Moncada.
Casi inmediatamente, adhirieron al MR26 el Movimiento Nacional Revolucionario y la Acción Liberadora Nacional. Esta última organización, encabezada por el joven y enérgico dirigente universitario Frank País García, tenía una amplia penetración en la provincia de Oriente (Santiago de Cuba).
El nuevo movimiento era objeto de un celoso control de los servicios de inteligencia y de una férrea censura. Los medios que entrevistaban a Castro o difundían sus posiciones eran cerrados, suspendidos o perseguidos. El MR26 resolvió entonces enviar a una parte de su dirección a México para preparar una nueva resistencia armada. La dirección del MR26 en Cuba, encargada de realizar el trabajo preparatorio de la invasión, quedó en manos de Frank País.

Ernesto Guevara

En junio de 1955, Fidel Castro conoció a Ernesto Guevara, que había llegado a México huyendo de Guatemala, donde había participado de las tentativas de defender al gobierno nacionalista de Jacobo Arbenz.
Guevara había sido testigo de la invasión armada por la CIA para derrocar a Arbenz (que gobernaba con el respaldo del stalinismo). Arbenz disuadió de resistir a los pocos militares que intentaron defenderlo; toleró el boicot norteamericano a la compra de armas por parte del gobierno constitucional; renunció cuando había que organizar la resistencia. El stalinismo – tan paralizado como el gobierno-  impidió la movilización de los obreros y campesinos y rechazó los pedidos de reparto de armas entre el pueblo para defender al gobierno.
Todos sus biógrafos coinciden en que Guevara – que estuvo entre los que recorrieron febrilmente las calles de Guatemala reclamando el reparto de armas al pueblo-  quedó profundamente impresionado por esta rendición sin combate de los nacionalistas y stalinistas guatemaltecos.
Esta experiencia – que llevó a Guevara a la conclusión de la necesidad de armar al pueblo-  coincidía con la que seis años antes había vivido el propio Castro en Bogotá. Como delegado a un congreso universitario, Castro estaba en la ciudad cuando estalló el Bogotazo, la rebelión que siguió al asesinato de del líder popular Jorge Eliécer Gaitán por la derecha. Según sus biógrafos, Castro estuvo en las calles en esos días y recogió la experiencia de su participación en la rebelión.
Guevara se incorporó inmediatamente al MR 26.

La preparación de la nueva invasión

Apenas llegada a México, la dirección del MR 26 comenzó a establecer un nuevo plan de resistencia armada a la dictadura de Batista.
Para recaudar fondos, Castro inició una gira por Estados Unidos. En un acto realizado en Nueva York, anunció que en 1956 se iniciaría la lucha armada contra Batista. Cuando algunos de sus compañeros lo criticaron por dar a conocer sus planes al enemigo, Castro respondió “quiero que todo el mundo sepa en Cuba que yo voy. Deseo que tengan fe en el Movimiento 26 de Julio (…) aunque sé que militarmente puede ser perjudicial. Es una guerra psicológica”.1 A diferencia de la preparación del asalto al Moncada, los aspectos políticos comenzaban a tener preeminencia sobre los exclusivamente militares.
Fidel Castro regresó de Estados Unidos con 50.000 dólares. En México, unos ochenta militantes se instruían militarmente bajo la dirección del coronel Alberto Bayo, un veterano militar cubano de la Guerra Civil Española. La instrucción militar se realizó en condiciones de clandestinidad y bajo la sistemática presión de los servicios de inteligencia cubanos y mexicanos.
Durante la preparación de la invasión, Castro intentó mantener contactos con diferentes organizaciones cubanas. Ninguna fracción “ortodoxa” quiso participar o ayudar a financiar la invasión; también el PSP (stalinistas) repudió la invasión.
El PSP fijó su posición en una “Carta del Comité Nacional del Partido Socialista Popular al Movimiento 26 de Julio”, fechada en febrero de 1957. “En ese documento clave, los comunistas cubanos expresaban su ‘radical discrepancia con las tácticas y planes’ propuestos por Fidel Castro (…) Insistían en que la acción armada era una táctica equivocada. Defendían la política de resistir al gobierno ‘con toda expresión pacífica de la voluntad popular’…”.(2)
Su rechazo a la invasión fue ratificado en otro documento, una carta enviada por Juan Marinello, dirigente del PSP, al periodista norteamericano Herbert Matthews. “En los momentos actuales y en relación con los asaltos a los cuarteles y a las expediciones desde el exterior -producidos sin contar con el pueblo- nuestra posición es clara: estamos contra esos métodos”.(3 ) Marinello informaba que el objetivo del PSP era llegar a “elecciones”, para lo cual proponía un “Frente Democrático de Liberación Nacional”, con los “ortodoxos” y “auténticos”.
El único que respondió afirmativamente a la invitación del MR26 fue el Directorio Revolucionario. Era una organización de origen católico, independiente de los partidos, ligada a la Federación de Estudiantes Universitarios. Su principal dirigente, José Echeverría, viajó en agosto de 1956 a México donde firmó con Castro un “pacto de acción” en el que acordaban “unir sólidamente sus esfuerzos” para derrocar al régimen de Batista mediante “la insurrección armada secundada por la huelga general”.(4)
A fines de 1955, Castro produjo una importante clarificación política al romper públicamente con el Partido Ortodoxo, al cual se encontraba, todavía, formalmente afiliado. En esa época, los “ortodoxos” intentaron negociar con Batista una “salida política” que terminó en un previsible fracaso. Castro denunció la componenda y rompió públicamente con ellos.

El plan político de la invasión

Para Castro, la invasión debía ser el detonante de una sublevación general contra la dictadura. El plan de la nueva invasión, retomaba muchos aspectos del plan inicial del asalto al Moncada. Pero, a diferencia de aquel, la acción militar debía coordinarse – y subordinarse-  al trabajo preparatorio del MR26 al interior de Cuba y al propio levantamiento que señalaría el inicio de la rebelión.
A fines de 1955, había tenido lugar una exitosa huelga general de los trabajadores del azúcar. Al mismo tiempo, Batista comenzaba a enfrentar las conspiraciones de camarillas militares rivales. Así, la invasión empalmaba con una crisis política y un movimiento de masas en ascenso.
Para el MR26, la invasión -y la acción armada en la sierra- debía ser secundaria respecto de la acción insurreccional en las ciudades. La invasión era, en lo esencial, “otra manera de lograr una base urbana en la provincia de Oriente” desde donde lanzar “una campaña nacional de sabotaje y agitación que debía culminar en una huelga general”. (5) Para el propio Castro, “la estrategia del golpe decisivo se basa sobre la huelga general revolucionaria, secundada por la acción militar”.(6)
“Hasta tal punto no pensaba Castro en una prolongada guerra de guerrillas que no había hecho ningún esfuerzo por estudiar la geografía de la región ni para tratar de crear allí algún tipo de organización”.(7)
El plan preveía el desembarco de la fuerza invasora en Niquero, en las cercanías de Santiago de Cuba. Allí debería estallar, en coincidencia con el desembarco, una insurrección. Como la organización encabezada por Frank País tenía un desarrollo tumultuoso, la dirección del MR26 resolvió adelantar la invasión. La fecha del levantamiento fue fijada en el 30 de noviembre de 1956.
El 25 de noviembre, embarcados en el yate Granma, 82 militantes del MR 26 partieron rumbo a Cuba.

El fracaso de la invasión

Faustino Pérez, uno de los sobrevivientes, fue muy directo al caracterizar el fracaso del desembarco: “Todo salió mal”.
La travesía del Granma fue azarosa. Llegó dos días más tarde de lo planificado a un lugar equivocado. El yate encalló; los invasores llegaron a la costa después de cuatro horas de chapotear en el barro. Perdieron la mayoría de su equipo. Para entonces, el levantamiento en Santiago había terminado.
Bajo el comando de Frank País, cientos de militantes del MR26 se levantaron en la capital de Oriente. Fracasaron en el asalto al Moncada pero lograron tomar el cuartel de policía y liberar a cientos de presos políticos. Los trabajadores de la vecina Guantánamo se declararon en huelga; la central azucarera Ermita fue ocupada por sus trabajadores. Levantamientos y huelgas similares se produjeron en las provincias de Holguín y Matanzas. Tras cinco horas de combate, los milicianos de Santiago comenzaron a retirarse ordenadamente.(8)
Después del desembarco, los milicianos del Granma deambularon por las montañas. La zona a la que habían llegado carecía de vegetación densa; no podían ocultarse de los bombardeos de la aviación ni de las patrullas del ejército. Durante la persecusión, varias decenas murieron en combate; los que se rindieron, fueron asesinados inmediatamente. Castro dio la orden de dividirse en pequeños grupos y escapar por sus propios medios.
Sólo 19 lograron escapar. Después de más de una semana, los campesinos de la organización de País lograron reunir a los grupos dispersos en las zonas más aisladas de la Sierra Maestra.
Cuando los grupos lograron reunirse, Castro anunció a sus hombres – agotados, perseguidos, sin armas ni equipo-  que “¡Los días de la dictadura están contados!”. (9)

Les anticipó que el 26 de Julio aplastaría a la dictadura a la cabeza de un levantamiento popular.

 

Notas

1. Dubois, Jules: “Fidel Castro”; citado por Huberman, Leo y Sweezy, Paul: Cuba: Anatomía de una revolución, Editorial Palestra, Buenos Aires-Montevideo, 1961.
2. Draper, Theodore: Castrismo. Teoría y práctica, Ediciones Marymar, Buenos Aires, 1965.
3. Idem anterior.
4. Idem anterior.
5. Pérez, Faustino: “Bohemia”, 11 de enero de 1959; citado por Draper, Theodore; op. cit. Faustino Pérez era  miembro de la dirección del MR26.
6. Fidel Castro: “Manifiesto del 12 de marzo de 1958”; citado por Draper, Theodore; op. cit.
7. Fidel Castro: “Revolución”, 2 de diciembre de 1961; citado por Draper, Theodore; op. cit.
8. Alonso Junior, Odir: “O processo revolucionário: 1953/1959”; en Coggiola Osvaldo (editor), Revolución Cubana: Historia y problemas actuales, Xama, San Pablo, 1998.
9. Huberman, Leo y Sweezy, Paul: op. cit.