Aniversarios

11/12/2008|1067

Cincuenta años de la Revolución Cubana (VI)

Equipo Aniversarios

Durante varios meses, la guerrilla se vio obligada a mantenerse prácticamente inactiva, librando pequeños combates. Mientras tanto, en Santiago crecía la actividad revolucionaria. Las huelgas y manifestaciones eran regulares; también los atentados a instalaciones oficiales. La tensión revolucionaria comenzaba a extenderse hacia el occidente.

La influencia del MR26 crecía, especialmente entre la juventud. Frank País, su jefe en Santiago, era una personalidad política descollante. Con apenas 22 años, estaba al frente de la organización de las huelgas, las manifestaciones y del abastecimiento de la guerrilla.

A comienzos de mayo de 1957, el Directorio Revolucionario, que actuaba de común acuerdo con el MR26, intentó un ataque de grandes proporciones: tomar el palacio presidencial en La Habana y asesinar a Batista. El MR26 se opuso; Castro repudió el plan de asesinar a Batista: planteaba que debía ser detenido para someterlo a un tribunal popular. (1) El ataque fue un fracaso; José Echeverría, jefe del DR, murió en combate. Los sobrevivientes del DR se incorporaron a la guerrilla en la Sierra.

El 28 de mayo de 1957, la guerrilla obtuvo su primer éxito de importancia en el ataque al cuartel de Uvero. Luego de este combate, Batista concentró sus tropas en las guarniciones más grandes. La guerrilla pudo terminar su etapa del nomadismo y dominar una parte de la Sierra. Se instalaron hospitales, escuelas y fábricas de campaña y se estableció una segunda columna, bajo el mando del Che Guevara.

Huelga general en Santiago

El 30 de julio de 1957, en Santiago, la policía asesinó a Frank País. Inmediatamente explotó una huelga general que durante cinco días paralizó la ciudad. Rápidamente, se extendió a toda la provincia de Oriente y a Camaguey. El funeral del joven revolucionario dio lugar a una manifestación popular sin precedentes en la ciudad. La huelga mostró la madurez que iba adquiriendo el proceso revolucionario.

El MR26 intentó una nueva insurrección, con la colaboración de efectivos de la Marina de la base naval de Cayo Loco, sublevados contra la oficialidad. El 5 de septiembre, militantes del MR26 y marineros sublevados tomaron a la base, apresaron a su comandante y distribuyeron armas entre la población. La vecina Camaguey quedó en manos de los sublevados. Durante doce horas la ciudad fue atacada por la aviación; los focos de resistencia fueron aplastados con tanques y artillería. El alférez San Román, jefe de los sublevados, fue asesinado luego de haberse rendido; decenas de civiles y marinos, detenidos y ejecutados, fueron enterrados en fosas comunes. La rebelión de los marinos de Cayo Loco mostraba la descomposición del ejército de Batista.

Maniobras contra el MR26

A comienzos de julio de 1957, Castro recibió en su cuartel de la Sierra a Raúl Pazos (ex presidente del Banco Nacional, considerado el principal economista de Cuba), a Roberto Agramonte y a Raúl Chibás (dirigentes del partido Ortodoxo). Firmaron el “Manifiesto de la Sierra Maestra”, que planteaba la unidad de todos los partidos de la oposición; rechazaba cualquier mediación extranjera y cualquier gobierno provisorio (civil o militar) que reemplazaran a Batista; y reivindicaba una reforma agraria que devolviera sus tierras a los campesinos expropiados y distribuyera parcelas no cultivadas entre los sin tierra.

En el seno del MR26, sin embargo, aparecieron divergencias entre los dirigentes del “llano” (Felipe Pazos, Ray) y los de la “sierra” (Fidel, Guevara). Los del ‘llano’ “provenían en general de grupos nacionalistas católicos y conservaban sus prejuicios anticomunistas y sus conexiones con los partidos burgueses tradicionales. Los de la ‘sierra’ crecían entre círculos más plebeyos, evolucionaban hacia la izquierda y habían incorporado a cuadros internacionalistas de la envergadura del ‘Che’. En el monte no se bloqueaba la radicalización política de los nuevos militantes, mientras que en la ciudad la animosidad hacia el socialismo no cesaba. En pleno desarrollo de la guerra, maduraba dentro del 26 de Julio un futuro choque político”. (2)

En octubre, se reunieron en Miami representantes del Directorio Revolucionario, de los partidos Ortodoxo y Auténtico y de otros grupos menores; el MR26 estuvo representado por Felipe Pazos.

El encuentro se celebró en momentos en que el gobierno de Batista enfrentaba una descomposición acelerada: había conspiraciones militares en su contra y el gobierno de Eisenhower reclamaba elecciones anticipadas. Las negociaciones de Miami reunían a las principales fuerzas de la oposición burguesa. El operador de la reunión era el ex presidente ‘auténtico’ Prío Socarras. La naturaleza de la maniobra quedó en claro cuando los opositores de Miami designaron como futuro presidente a Felipe Pazos, el principal dirigente del ‘llano’ del MR26, y se reservaron el derecho de designar a sus ministros.

Castro denunció de inmediato el “pacto de Miami”, la actuación de los representantes del MR26 y retiró a su movimiento del acuerdo. Aprovechó para enfatizar que “el poder sería tomado por una huelga general de carácter insurreccional”. (3)  En respuesta a la designación de Pazos, Castro anunció que el futuro presidente sería Francisco de Urrutía, un ex juez de la dictadura que había roto con Batista, el cual designaría libremente a sus ministros. Con la designación de Urrutía, que no era castrista, Castro buscaba neutralizar la capacidad de acción de los aliados de Miami, con los que acababa de romper.

Abril de 1958

A fines de 1957, las tropas de Batista abandonaron toda tentativa de controlar la Sierra Maestra; el Ejército Rebelde -que contaba con menos de 500 hombres en condiciones operativas- creó otras dos nuevas columnas, al mando de Raúl Castro y Camilo Cienfuegos. En febrero de 1958, comenzó a transmitir “Radio Rebelde”, que rápidamente se transformó en una gigantesca herramienta de agitación revolucionaria.

Las direcciones urbanas del MR26 plantearon que había llegado el momento de convocar a la huelga general que derrocaría a Batista. Aunque la dirección del Ejército Rebelde la consideró “prematura” (4), prevaleció la opinión de las direcciones urbanas: la huelga fue fijada para el 9 de abril de 1958.

Los preparativos se iniciaron en marzo. En el medio sindical, la organización recayó en el FON (Frente Obrero Nacional), dirigido por el MR26; la FEU organizó la huelga entre los estudiantes.

El PSP (stalinista) no fue invitado a participar en la preparación de la huelga. Recién en febrero, el PSP había dejado de rechazar públicamente la actividad guerrillera del MR26. Lo hizo de manera ambigua, ya que resolvió “apoyar al mismo tiempo, ‘la lucha armada en el campo y la lucha no armada y civil en las ciudades’…”. (5) Esta posición reflejaba un compromiso entre dos fracciones de la dirección del PSP, enfrentadas acerca de la posición a adoptar ante el castrismo. En estas condiciones, el MR26 no dio participación al PSP en la preparación de la huelga general.

La huelga comenzó a las 11 de la mañana en La Habana. La paralización en otras ciudades –Santiago, Camaguey, Pinar del Río y Cienfuegos– fue total, pero no pudo consolidarse en la capital. A media tarde, la resistencia había terminado.

“Carlos Rafael Rodríguez, el más inteligente de los dirigentes comunistas, esperaba que el fracaso de la huelga convenciera a Castro de la necesidad de incluir a partidarios de Grau y Prío (dirigentes ‘auténticos’) en un futuro gobierno y de bajar el tono de cualquier propaganda anti-norteamericana”. (6)

La huelga fracasó por su carácter prematuro y por la salvaje represión (Batista ordenó no tomar prisioneros). Pero entre las causas de su fracaso también hay que contabilizar el sabotaje del PSP y de una parte de las direcciones del ‘llano’ del MR26, favorables a la ‘salida negociada’ que impulsaba la Junta de Miami.

Con el fracaso de la huelga retrocedió la actividad revolucionaria en las ciudades; se reforzó el papel del Ejército Rebelde como la fuerza hegemónica de la lucha contra la dictadura.

Batista, que interpretó el fracaso de la huelga como la señal de que el MR26 estaba al borde de la derrota, lanzó una gigantesca ofensiva militar para aniquilarlo: aviones, tanques, ametralladoras, napalm y asesores norteamericanos; en total, 14 batallones y siete compañías independientes, para cazar a 300 combatientes del MR26.

Como después del Moncada, otra vez parecía que todo estaba perdido. Sin embargo, sólo siete meses separaban a Cuba de la victoria de la revolución.

Notas

1. Draper, Theodore; “Castrismo. Teoría y práctica”; Ediciones Marymar; Buenos Aires; 1965.

2. “Cuba: La revolución que se sobrepuso a sus errores (última parte)”; Prensa Obrera Nº167, 18 de diciembre de 1986.

3. Alonso Junior, Odir; “O processo revolucionário: 1953/1959”; en Coggiola Osvaldo (editor), Revolución Cubana: Historia y problemas actuales, Xama, San Pablo, 1998.

4. Thomas, Hugh; “Cuba: The Pursuit of Freedom”; Harper & Row; Nueva York; 1971.

5. Aníbal Escalante, Fundamentos, agosto de 1959. Citado por Draper, Theodore; Op. Cit.

6. Carta de Carlos Rafael Rodríguez a Claude Julien (periodista de Le Monde). Reproducida por Thomas, Hugh; “Cuba: The Pursuit of Freedom”; Harper & Row; Nueva York; 1971.