De la “Conferencia Democrática” al Preparlamento

¿Para qué se preparan los bolcheviques?

La Conferencia “democrática” se constituyó sobre la base de la digitación. La representación de los Soviets y de los sindicatos, en las cuales predominaban los bolcheviques, fue diluida entre las delegaciones de las dumas (parlamentos creados durante el régimen zarista), asociaciones campesinas, comités del ejército, cooperativas y todo tipo de instituciones afines a los conciliadores. Los mencheviques y los socialistas revolucionarios, dice Trotsky, “distribuyeron los votos a su capricho (para) aplastar a los soviets mediante una combinación artificial de toda una suerte de organizaciones, guiados por la única preocupación de asegurarse una abrumadora mayoría”1. De los más de mil delegados que se acreditaron a la conferencia, 532 eran socialistas revolucionarios, 530 mencheviques, y sólo 134 bolcheviques. El bloque de estos últimos, liderado por Trotsky, se plantea intervenir para denunciar el fraude, proclamar la necesidad de romper con la burguesía y formar un gobierno soviético.


Impasse


La tarea fundamental de la Conferencia era resolver la cuestión del poder. A pesar de ser mayoría en la conferencia, los delegados conciliadores estaban profundamente divididos por el impacto del ascenso revolucionario y el completo anacronismo, en tales circunstancias, de un gobierno capitalista. Uno de los dirigentes mencheviques admitía en esos días que “el resultado de estos cambios permanentes de gobierno ha sido una total ineficacia, de la cual somos responsables (…) es doloroso admitirlo, en mi carácter de defensor de la coalición, pero debo reconocer que la principal causa de la parálisis gubernamental ha sido el carácter de coalición del gabinete”2.


La Conferencia se abrió el 14 de septiembre. Durante cuatro días, se sucedieron las sesiones y reuniones, plenarias y privadas, con el objetivo de tomar algún tipo de decisión sobre el carácter del futuro gobierno. El 19 de septiembre, se decidió poner la cuestión sobre tablas. En primer término, se puso a votación la coalición con la burguesía en términos generales: el resultado fue 766 votos a favor, 688 en contra y 38 abstenciones. Enseguida, sin embargo, se pusieron a votación dos enmiendas específicas sobre la coalición: la primera moción planteaba que aquellos miembros del partido kadete (burgués liberal) y de otros partidos burgueses implicados en la sublevación de Kornilov debían ser excluidos de la misma; la segunda planteaba que el partido kadete en su conjunto debía ser rechazado. Siguiendo la orientación de los bolcheviques, ambas mociones fueron aprobadas. El resultado no tenía ni pies ni cabeza: se aprobaba la coalición en general, pero se rechazaba la participación en ella de los kadetes o de otros miembros burgueses. Las votaciones revelaban una mayoría centroizquierdista en desintegración y conducían a la Conferencia a un callejón sin salida.


Para salir del laberinto el menchevique Tsereteli propuso que la cuestión del futuro gobierno fuera resuelta por un nuevo organismo, de carácter permanente, que sería elegido por la “Conferencia Democrática”, y ante el cual el gobierno debería rendir cuentas hasta la Asamblea Constituyente. Con la oposición de los bolcheviques, se decidió que este nuevo organismo (que se hizo pronto conocido como “Preparlamento”), estaría integrado por las fuerzas representadas en la conferencia pero también por miembros de los grupos burgueses. La resolución presentada por Tsereteli implicaba repudiar las propias resoluciones de la conferencia.


“La tan esperada Conferencia Democrática terminó en una especia de fuga hacia delante: unos pocos y desconocidos representantes serían los responsables de encontrar la salida razonable a la crisis de gabinete que más de mil delegados a la conferencia habían sido incapaces de encontrar”3. Cuando los representantes de los conciliadores se reunieron con miembros del gobierno y delegados de la burguesía y los kadetes, recibieron como respuesta que el Preparlamento no podía colocarse por encima de la autoridad del gobierno provisional. Por esos días, los corresponsales de los periódicos de las potencias imperialistas ya daban por segura la formación de un nuevo gobierno de coalición con los kadetes.


Los bolcheviques


La cuestión decisiva era qué postura tomarían los bolcheviques ante la convocatoria al Preparlamento, ya que su influencia crecía día tras día, y eran los auténticos exponentes de la radicalización de las masas. El asunto generó un duro debate en el interior del partido. Lenin, desde la clandestinidad, era un firme partidario del boicot. En la capital, se decidió convocar en forma urgente a una conferencia del partido para resolver los pasos a seguir. El propio comité central estaba dividido. Trotsky habló en defensa del boicot, y fue apoyado por otros miembros de la dirección. Sin embargo, una mayoría de la conferencia se pronunció en contra del boicot, impulsando la participación en el Preparlamento.


Se trataba, una vez más, del debate sobre el carácter y las tareas de la revolución. “Las Tesis de Abril de Lenin”, subraya Trotsky, “habían sido aceptadas formalmente por todo el partido, pero a propósito de cada gran cuestión volvían a salir a la superficie las concepciones de marzo, vigorosísimas todavía en el sector dirigente”4. Con el correr de los días, sin embargo, la mayoría de las organizaciones locales del partido se pronunciaban por el boicot, siguiendo la postura de Lenin y de Trotsky. El Preparlamento comenzó sus sesiones el 7 de octubre, en el Palacio Marinski de Petrogrado. La mayoría “democrática” estaba compuesta por 120 socialistas revolucionarios, 60 mencheviques y 66 bolcheviques. La burguesía contaba con más de 150 bancas, de las cuales más de la mitad estaban ocupadas por kadetes. El Preparlamento estaba totalmente a contramano de la auténtica dinámica de la revolución.


La fracción bolchevique vuelve a discutir el problema. Después de haber sido rechazada, en un principio, la posición del boicot acabó por ser aprobada en una nueva deliberación y con un solo voto en contra (el de Kamenev). Cuando comienza a sesionar el Preparlamento, se le dieron diez minutos a Trotsky para plantear la posición de los bolcheviques. Tras denunciar que el gobierno y la burguesía se proponían entregar la capital a la invasión alemana y postergar indefinidamente la convocatoria a la Asamblea Constituyente, Trotsky concluyó su discurso, ante las protestas y los gritos de los demás sectores, planteando: “nosotros, la fracción de los bolcheviques, declaramos que no tenemos nada de común con este gobierno de la traición al pueblo ni con este Consejo de la tolerancia para con la contrarrevolución. Al abandonar el Consejo provisional, ponemos en guardia a los obreros, soldados y campesinos de toda Rusia. ¡Petrogrado está en peligro! ¡La revolución está en peligro ¡El pueblo está en peligro! Y dirigiéndonos al pueblo, le decimos ¡Todo el poder a los soviets!”5.


Los bolcheviques abandonaron el Preparlamento. Los que se quedaron comprendieron que el tiempo de las palabras se había acabado. Las votaciones se empantanaron. No se tomó ninguna decisión de importancia. El callejón sin salida del Preparlamento era el callejón sin salida del régimen. Se acercaba la insurrección. Pero en la dirección del partido bolchevique las cosas no están claras al respecto. Lenin se dispone a un nuevo combate. En la primera quincena de septiembre había enviado una primera y contundente carta al Comité Central: “los bolcheviques deben tomar el poder”, que provocará el efecto de un terremoto en la cúpula del partido. Es el tema de nuestra próxima entrega.


Notas


1. León Trotsky, Historia de la Revolución Rusa.


2. Citado en Rabinowitch, The Bolsheviks Come To Power


3, 4 y 5. León Trotsky, Op. Cit.