El Comité Militar entra en acción

(Y la "maquina pesada" del Soviet"

Dado que había quedado claro que los soldados de la guarnición no aceptarían las órdenes del gobierno y su Estado Mayor, Kerensky decidió lanzar una nueva maniobra. Era un último intento por enfrentar a los soldados de la guarnición con los del frente. Esperaba que la guarnición cediera ante la presión de los soldados de las trincheras. El Estado Mayor convocó al frente -al cuartel general ubicado en Pskov-, a una delegación de representantes de la guarnición. El Soviet aceptó el reto. Se decidió que la delegación incluiría, además de representantes de la guarnición, a miembros del Soviet, de la sección obrera y de la organización militar de los bolcheviques.


En la reunión que se realizó en Pskov, el 17 (30) de octubre, los generales hicieron su puesta en escena, reclamando con mapas en la mano que se enviasen las fuerzas de la guarnición al frente, aduciendo motivos estratégicos. Pero la delegación del Soviet se limitó a decir que no tenía mandato para tomar ninguna decisión y regresó a Petrogrado sin aceptar firmar siquiera un acta de lo discutido. El dualismo militar se expresaba en toda su magnitud. El Estado Mayor no era capaz de controlar a la guarnición revolucionaria de la capital.


El 18 (31) de octubre se reunió por primera vez la conferencia de la guarnición de Petrogrado. De los dieciocho regimientos cuyos informes fueron registrados, sólo tres se manifiestan a favor del gobierno: el resto se pronuncian por el traspaso del poder a los soviets. La conferencia decidió entonces dar un nuevo paso adelante. Se enviaron a todos los regimientos órdenes para que nadie intentase acciones espontáneas y sólo se tuviesen en consideración las órdenes emitidas por el Comité Militar Revolucionario, avaladas por la sección de soldados.


El Comité Militar Revolucionario, que había sido propuesto el 9 (22) de octubre, fue votado por el Soviet recién el 16 (29), pero comenzó a funcionar el 20 de octubre (2 de noviembre). “El Soviet -decía Trotsky- no es un partido; es una máquina pesada”. El pleno del Comité, de todas maneras, no se reunió casi nunca: todas las tareas prácticas quedaban en manos de la Mesa, que funcionaba en forma permanente en un par de habitaciones, siempre ruidosas y abarrotadas, del tercer piso del Instituto Smolny. A pesar de estar dirigido por un socialista revolucionario de izquierda, todas las tareas prácticas caían en los hombros de los bolcheviques. Trotsky, Antonov-Ovseenko, Podvoisky, Laschevich, Mejonochin, todos ellos bolcheviques, eran los principales responsables de este auténtico Estado Mayor de la revolución.


El Comité se lanzó a un nuevo enfrentamiento con el gobierno: después de ganar políticamente a la guarnición, ahora se trataba de asegurar el control organizativo. Se decidió despachar comisarios del Comité a todos los regimientos y depósitos de armas. La mayoría de ellos eran miembros de la organización militar de los bolcheviques: cuando llegaban a los regimientos eran recibidos de buen grado por los soldados. A partir de ahora cualquier orden debía contar con la aprobación de estos comisarios, que reportaban directamente a la dirección revolucionaria en el Smolny.


La ruptura definitiva con el Estado Mayor


En la noche del 21 de octubre (3 de noviembre), el Comité Militar Revolucionario dio un paso más y envió una delegación para entrevistarse con el Estado Mayor gubernamental. El grupo, compuesto por Sadovsky, Lazimir y Mejonoshin, planteó al general Polkovnikov que de allí en más sólo serían válidas las órdenes que contaran con la aprobación del Comité Militar Revolucionario y sus comisarios. El general, sin embargo, contestó que la guarnición estaba en sus manos y que el único comisario que aceptaba era el que había sido nombrado por el Comité Ejecutivo de los soviets, es decir por los conciliadores. “No vamos a reconocer a sus comisarios, y si violan la ley vamos a arrestarlos”, dijo Polkovnikov2.


La delegación retornó entonces al Smolny y realizó una reunión de urgencia, de la que participaron también Trotsky y Sverdlov. El dualismo militar había llegado a un punto crítico: la ruptura con el Estado Mayor era ahora un hecho. El historiador Michel Reiman ha señalado que en la noche del 21/22 de octubre puede fecharse el inicio de la insurrección. Según el relato de Trotsky, “se tomó el acuerdo siguiente: aceptar como un hecho consumado la ruptura con el Estado Mayor, y convertir esa ruptura en punto de partida de la ofensiva ulterior. Primera condición para el éxito: las barriadas obreras deben estar al corriente de todas las etapas y todos los episodios de la lucha. No puede permitirse que el enemigo tome desprevenidas a las masas. Se envía una información a todos los distritos de la ciudad por medio de los soviets de barrio y los comités del partido. Se da cuenta inmediatamente a los regimientos de lo sucedido. Se confirma nuevamente que no se ejecutarán otras órdenes que las que vayan avaladas por los comisarios. Se propone destinar a los puestos de centinela a los soldados de más confianza”3.


El propio Trotsky escribió entonces una propuesta de declaración que fue aprobada luego por la Conferencia de la guarnición y que constituía una auténtica declaración de guerra al gobierno provisional. Decía la declaración: “Al romper con la guarnición organizada de la capital, el Estado Mayor se convierte en un instrumento directo de las fuerzas contrarrevolucionarias (…) La protección del orden revolucionario queda en manos de los soldados revolucionarios dirigidos por el Comité (…) Ninguna orden a la guarnición que no esté firmada por el Comité Militar Revolucionario debe ser tenida en cuenta. La revolución está en peligro. Viva la guarnición revolucionaria”.


 


Notas


1. León Trotsky, Historia de la Revolución Rusa.


2. Idem.


3. Idem.