El mayo francés: Un millón en las calles, comienza la huelga general

El lunes 13 los trabajadores llegan a sus lugares de trabajo y se reúnen en asambleas. Se discute la situación y la convocatoria a la manifestación prevista para la tarde, en repudio a la represión. En la planta de Renault, en Boulogne-Billancourt – la fábrica automotriz más grande de Europa, con más de 20.000 obreros-  la burocracia sindical del stalinismo reparte panfletos a los trabajadores pidiendo "unidad y calma", y advirtiendo sobre la actitud de "provocadores". 


En los alrededores de la fábrica, afiches pegados por la CGT denuncian a grupos trotskistas, maoístas y anarquistas de pretender infiltrarse en la clase obrera al amparo de la policía. Cerca de las 7 de la mañana, cuando llegan los grupos de militantes trotskistas a piquetear su periódico, grupos de la burocracia intentan impedirlo y se producen forcejeos. El "servicio de orden" de la CGT pretende evitar que militantes de la FER (lambertistas) se dirijan a los trabajadores reunidos en asamblea. Ante el reclamo de los presentes deben dejarlos hablar y uno de sus dirigentes llama a la lucha unificada y a la marcha de la tarde. Los burócratas de las distintas centrales insisten en advertir sobre la acción de "provocadores". El clima es de tensión y de movilización. Se canta La Internacional dentro de la fábrica por primera vez en veinte años. La situación se repite en otras plantas industriales y barriadas.


Hacia el mediodía, la ciudad está completamente paralizada. La huelga ha sido convocada con escasa anticipación y ni siquiera es "legal" (el régimen gaullista requería anunciar los paros con cinco días de antelación), pero el estado de ánimo de las masas es de lucha. Todas las fuerzas se dirigen a la manifestación. No se ven autobuses ni coches en las calles, las cuales están completamente en manos de las masas. Tampoco hay policías a la vista. La convocatoria es impresionante: un millón de manifestantes ocupan las calles de París, una marea humana extraordinaria. Piqueteadores de los periódicos de todos los grupos políticos desafían la resolución tomada por las organizaciones sindicales, que establecía que sólo podría venderse el material de los grupos convocantes. Están las banderas de la Jeunesse Communiste Revolutionaire (mandelistas) y la FER (lambertistas), la Ujcml y "Servir au Peuple" (maoístas). La columna estudiantil es inmensa: el movimiento "22 de marzo", la Federación estudiantil, los sindicatos docentes, los estudiantes secundarios de los liceos. Hay decenas de columnas sindicales: empleados públicos, docentes, bancarios, metalúrgicos, ferroviarios, empleados del subterráneo. Todo el mundo parece estar ahí.


Paris de rojo


Las organizaciones convocantes a la manifestación habían acordado concentrarse por separado en distintos lugares para luego confluir en la Plaza de la República y de allí marchar al Barrio Latino, hasta la plaza Denfert-Rochereau. La burocracia sindical y el PCF no quieren, bajo ningún punto de vista, que confluyan las columnas obreras con las estudiantiles, a pesar de que había sido convocada como una movilización conjunta.


Cerca de las cuatro y media de la tarde, la columna de estudiantes y docentes, de casi 100.000 personas, finalmente sale de la Plaza de la República. Recién entonces avanzan las columnas sindicales. Algunos grupos estudiantiles intentan infiltrarse en las columnas de la CGT: algunos lo logran, otros son frenados por el aparato de "seguridad" del stalinismo. Se impone el canto de La Internacional y la bandera roja flamea en todas partes: "la manifestación del 13 de mayo se impone como una de las más importantes que haya conocido Francia en toda su historia"1. 


Cuando las columnas llegan a la Plaza Denfert-Rochereau, el punto de destino de la manifestación, la CGT se apresura a organizar la "desconcentración". El movimiento "22 de marzo" había llamado a estudiantes y obreros a concentrarse en el Champ-de-Mars (a los pies de la torre Eiffel). Aparecen entonces por todas partes los encargados de la seguridad del PCF y la CGT (según algún cronista, son miles), que cierran el paso a las columnas obreras y llaman a desconcentrar. Los que llaman a continuar movilizados son acusados de "provocadores". La mayoría de los trabajadores sigue la directiva de la burocracia y se desconcentra; otros protestan, algunos se suman a las columnas que siguen movilizadas. "La masa estudiantil, por su parte, se dirige al Champ-de-Mars, donde se celebra un mitin en el que se plantea la continuidad del movimiento: se adopta una decisión que va a crear una situación nueva: se ocupará indefinidamente la Sorbona"2 (ver aparte).


La clase obrera entra en escena


Para el stalinismo, la acción del 13 de mayo debía ser un paro aislado de 24 horas. Pero otra vez se verá superado por los acontecimientos. En la mañana del martes 14, los 2.800 obreros de la fábrica Sud-Aviation, en la ciudad de Nantes, plantean una serie de reivindicaciones inmediatas y, ante el rechazo de la patronal, deciden ocupar la fábrica y se declaran en huelga indefinida. El gerente es retenido en su oficina. Al anochecer del 14, una bandera roja flamea sobre la fábrica3.


La mayoría de los periódicos intentan restar importancia al hecho. Le Monde dice que "al estilo de los estudiantes, los obreros de Sud-Aviation ocupan la planta de Nantes". Pero el movimiento se extiende: el miércoles, hacen lo mismo los trabajadores de la fábrica Renault-Cleon. El jueves 16, a iniciativa de los trabajadores más jóvenes y combativos, se ocupa un taller en la ya mencionada Renault de Boulogne-Billancourt. Al día siguiente dicha fábrica es ocupada por sus trabajadores.


Ante la extensión de las ocupaciones de fábrica, la CGT (dirigida por el PCF) decide que "aceptará las decisiones de las bases". Al no poder dirigir el movimiento, busca evitar que se vuelva en su contra. Pretende limitarlo a una serie de "reivindicaciones" tales como aumento salarial, reducción de jornada laboral, cambios en la edad jubilatoria, etc.



Al mismo tiempo, continúa la campaña contra los "provocadores" y los "ultraizquierdistas". Cuando, al mediodía del viernes 17 de mayo, llega a la Sorbona la noticia de la ocupación de la planta de Renault, los estudiantes que mantienen ocupada la universidad deciden lanzar una marcha sobre la fábrica para expresar la solidaridad. Entonces, aparecen miles de volantes de la CGT que desaconsejan la movilización. "Nos oponemos a toda iniciativa precipitada" -dice el volante de la burocracia- "que pueda comprometer nuestro movimiento y facilitar una provocación que conduzca a una intervención gubernamental"4. A pesar del volante, más de 2 mil manifestantes se movilizan hasta la planta, sin que les sea permitido ingresar.


"Todo es posible"


Pero el movimiento sigue en ascenso. Miles, decenas de miles, luego millones de obreros van a la huelga. "Esto es significativo" -dice un investigador académico sin simpatías con la revolución- "porque modifica la interpretación común de mayo de 1968 como una revuelta juvenil"5. El lunes 20, más de cinco millones de trabajadores están en huelga en la metalurgia, los transportes, las comunicaciones, la educación, las finanzas. En barriadas industriales como Argenteuil o Bezons, la huelga "crece masivamente". En cuestión de días, la huelga indefinida se extiende a toda Francia. "La paralización del país será un hecho: desde los transportes, hasta los servicios, pasando por la producción, todas las actividades en Francia serán suspendidas"6. Desde la huelga general de 1936 que Francia no vivía una situación semejante.