La izquierda y la constituyente de 1994

La izquierda y la constituyente de 1994

La iniciativa de Menem de forzar la reforma de la Constitución nacional mediante la amenaza de convocar a un plebiscito, en 1993, disparó una fuerte polémica en la izquierda. El PTS, el MST y el “viejo” MAS se mostraron partidarios de una reforma constitucional que fuera convocada por una “Asamblea Constituyente Libre y Soberana” -“la medida más democrática posible, decía el PTS, dentro del sistema de explotación capitalista” (Rebelión N° 34, 12/10/93), o el medio “para reorganizar el país de abajo hacia arriba”, según el MAS (Solidaridad Socialista N° 458, 20/10/93).

Desprovistos de los extremismos de lenguaje, estos planteos convergían en el propósito de Menem y una parte de los privatizadores de facilitar la reelección del riojano, impedida por la Constitución. El fundamento económico de la reelección era asegurar la continuidad del guardián de la convertibilidad. La apelación a un plebiscito, que de todos modos no era vinculante, fue un instrumento de excepción para forzar a la UCR a entregar los votos para que el Congreso convocara a una Constituyente de finalidad reeleccionista. La amenaza del plebiscito condujo al Pacto de Olivos entre Menem y Alfonsín, que dibujó la agenda de una Constituyente que tenía, sin embargo, un objetivo único explícito. Menem detuvo por un tiempo, con este pacto, la conspiración del duhaldismo, que comenzaba a reclamar una devaluación.

En este contexto, la izquierda de orígen morenista volvió a revelar una adoración por la Asamblea Constituyente en su abstracción, o sea con independencia de las circunstancias políticas concretas y del gobierno que la convocaría. En oposición a denuncias vacías acerca del carácter “restringido” o “antidemocrático” de esa Constituyente, el Partido Obrero planteaba el slogan “Fuera Menem-Cavallo”. Al mismo tiempo llamamos a un frente de izquierda para ir “a la Constituyente reaccionaria a agitar el programa de reivindicaciones inmediatas e históricas por la que luchan las masas, con la finalidad de trazar una divisoria de clases lo más profunda y neta posible dentro de la Constituyente, ayudando así a la clarificación y a la experiencia de los trabajadores” (Prensa Obrera N° 410, 6/1/94). La Constituyente no debía servir para ampliar la democracia sino para alentar la oposición de la clase obrera a sus propósitos reaccionarios.

Esta fue la política que llevaron adelante los convencionales del FUT-PO electos en la paralela Constituyente de Santa Cruz (veáse nota).


Matias Villar