La Sorbona recuperada

Después de la orden emitida por el primer ministro Pompidou, la policía se retiró de la Sorbona el lunes 13 por la mañana y los estudiantes recuperaron el edificio. Pero no volvía la “normalidad” académica. Día y noche estaban ocupadas las aulas, las principales salas de conferencias, los pasillos y todos los rincones por estudiantes y docentes que discutían y se organizaban para seguir la lucha.


En ese “volcán en erupción”, tal como lo definió un testigo de la época, pronto se estableció un orden de nuevo tipo. “Para el segundo día [de la ocupación] ya había aparecido un tablón de anuncios en la entrada que informaba qué se discutía y en qué lugar. Leí: ‘Organización de la lucha’, ‘Derechos políticos y sindicales en la Universidad’, ‘¿Crisis de la Universidad o crisis social?’, ‘Dossier de la represión policial’, ‘Autogestión’, ‘Ingreso irrestricto’, ‘Métodos de enseñanza’, ‘Exámenes”, etc. Otros salones de conferencias habían sido asignados a los comités de enlace obrero-estudiantiles, que pronto adquirirían gran importancia. En otros salones, se discutía sobre ‘represión sexual’, la ‘cuestión colonial’, ‘ideología y mistificación’. Cualquier grupo de personas que deseara discutir sobre algo simplemente ocuparía uno de los salones de conferencias o algún aula más pequeña. (…)


En el patio, la política reapareció con toda la fuerza. Brotaban puestos que vendían literatura política. Aparecieron enormes retratos en las paredes: Marx, Lenin, Trotsky, Mao, Castro, Guevara. Incluso apareció Stalin (en un puesto maoísta) hasta que alguien les sugirió diplomáticamente a los camaradas que tal presencia no era muy bien recibida. (…) El patio de la Sorbona se había convertido en una gigantesca tienda revolucionaria, donde los productos más esotéricos podían ofrecerse abiertamente. Por todos lados había grupos de 10 o 20 personas, en discusiones acaloradas, gente hablando sobre las barricadas, sobre la policía, sobre sus experiencias, pero también sobre la Comuna de 1871, sobre 1905 y 1917, sobre la izquierda italiana de 1921 y sobre Francia en 1936. Se estaba dando una fusión entre la conciencia de las minorías revolucionarias y la conciencia de nuevas camadas de personas, que entraban día a día al mundo de las discusiones políticas. Los estudiantes estaban aprendiendo en días lo que a otros les había llevado años. Muchos alumnos de secundaria llegaron para ver de qué se trataba todo. También fueron copados por la vorágine. Recuerdo a un chico de 14 años explicándole a un incrédulo hombre de 60 por qué los alumnos debían tener derecho a deponer a los profesores”.


“An eyewitness account by a Libertarian Communist”, en Marxists Internet Archive.