Aniversarios

26/10/2017|1479

Los bolcheviques y las elecciones


El golpe del 3 de junio de 1907, que disolvió la Duma, representó el punto final del proceso revolucionario iniciado en 1905. La disolución de la Duma dio por tierra con las ilusiones en que se podría reformar por vía parlamentaria al zarismo. Puso de relieve nuevamente la necesidad de una derrota de la autocracia por vía revolucionaria para abrir un curso democrático real. La ilusión (liberal) de una apertura gradual del zarismo a un régimen de monarquía parlamentaria mostró sus límites, que en última instancia estaban determinados por la debilidad de la burguesía rusa y su inevitable tendencia a la capitulación frente al zarismo.


 


El golpe también afectó al ala menchevique de la socialdemocracia, que había desarrollado toda una línea parlamentaria de apoyo a esta posición liberal (cadete).


Por ejemplo, los mencheviques apoyaron, en la primera Duma, la idea de un ministerio cadete responsable frente a la Duma. Lenin denunció estas tentativas sosteniendo que, de tener éxito, conducirían a una política de compromisos con el zar, integrando a la socialdemocracia como socio menor de un entuerto entre la legislatura liberal y la autocracia.


 


El golpe del 3 de junio profundizó hasta el paroxismo el proceso represivo que ya se venía llevando adelante desde 1906. La socialdemocracia, especialmente los bolcheviques, sólidamente implantados en el movimiento obrero, sufrieron especialmente la represión. Toda la dirigencia bolchevique pasó a la clandestinidad y el exilio, miles de activistas obreros, socialdemócratas y de todas las tendencias fueron encarcelados y enviados a campos de concentración en Siberia u otros puntos al norte del círculo polar. El zarismo desarrolló técnicas refinadas y precisas de infiltración de los partidos de oposición: los infiltrados iban eliminando “oponentes” dentro de los comités hasta llegar a los círculos de dirección.


 


La convocatoria a una nueva Duma, en estas condiciones, se adaptó al cuadro de reacción vigente. El régimen electoral estaba hecho a medida del triunfo de las centurias negras. Las clases propietarias, la nobleza ligada a la autocracia y el clero elegían la mayoría de los representantes. La curia obrera solamente votaba representantes en las ciudades más importantes. La pequeña burguesía votaba en una curia separada. Los trabajadores, para poder votar, tenían que tener seis meses de antigüedad en la empresa, lo cual habilitaba a las patronales a proscribir candidatos por medio del despido.


 


En estas condiciones, la elección de la tercera Duma del Estado consagró la mayoría de las “centurias negras” y de los octubristas, el ala derecha de la burguesía, la más colaboracionista con el zarismo. El liberalismo cadete se adaptó crecientemente al rol de “oposición responsable” a este régimen. La socialdemocracia logró colar una cantidad de diputados, que jugaron un rol limitado por la represión y el reflujo político de las masas, el único punto de apoyo en el cual podían apoyarse los revolucionarios en el parlamento zarista.


 


Los debates


 


Este cuadro tuvo su impacto al interior del POSDR. La socialdemocracia se había unificado en el congreso de 1906. Los progresos en la acción común de los socialdemocrátas se dieron en el cuadro de alza revolucionaria de 1905. Sin embargo, la unificación nunca implicó una real homogeneización de posiciones. En los hechos, bolcheviques y mencheviques, como tendencias partidarias, continuaron actuando en forma independiente. Tampoco se concretó una unidad de acción con los partidos socialistas “nacionales” (los polacos, los letones y el Bund).


 


El reflujo y la represión posterior al golpe de Estado profundizaron estas divergencias. Se desarrollaron cuatro alas al interior del partido. El menchevismo se fracturó con la emergencia de una fracción de derecha: el liquidacionismo, que planteaba la liquidación del funcionamiento clandestino del partido para adaptarlo a los marcos legales que permitía el zarismo. Alimentaba la expectativa en la participación en una apertura democrática gradual de la autocracia. Contra esta tendencia, surgió una reacción entre los mencheviques, encabezada por Plejanov: el menchevismo propartido, que defendía la vigencia de la construcción de un partido revolucionario sin sobrepasar los límites políticos del menchevismo en general, guiado por el planteo de que la burguesía debía encabezar la lucha contra el zarismo.


 


Entre los bolcheviques surgió un ala izquierda: el otzovismo. Los otzovistas, encabezados por Bogdanov, defendían el retiro de la fracción bolchevique de la Duma.


Defendían la idea de que no existían condiciones para una intervención legal, por lo cual el partido debía hacer un trabajo de propaganda para preparar la insurrección contra el zarismo. Lenin combatió firmemente el otzovismo. Defendió la necesidad, especialmente en un cuadro de reacción, de explotar en función de una agitación revolucionaria los resquicios legales dejados por el zarismo. Las posiciones reformistas que los otzovistas soñaban con hacer desaparecer retirándose del parlamento, no se manifestaban sólo en el parlamento sino en todo el funcionamiento partidario, por lo cual debían ser enfrentadas por medio de una lucha política en todos los planos. Finalmente, Lenin impulsó la ruptura entre el bolchevismo y los otzovistas, frente a las diferencias estratégicas insalvables y al hecho de que los otzovistas, en los hechos, formaron un nuevo centro, concentrando su actividad en escuelas de cuadros en el extranjero.


 


Trotsky se caracterizó, frente a esta enorme dispersión política, por defender un planteo de unidad de toda la socialdemocracia sobre la base de acuerdos mínimos. Los mencheviques liquidacionistas, los otzovistas, y los mencheviques propartido apoyaron esta posición. Lenin, que consideraba que conducía a la confusión y la parálisis, realizó igualmente enormes concesiones en aras de agotar la experiencia, frente al hecho de que el conciliacionismo era mayoritario incluso entre los bolcheviques.


 


En el pleno de enero de 1910, los bolcheviques accedieron a dejar de publicar su periódico, incorporarse a una redacción común en minoría, e incluso cedieron enormes sumas de dinero a un fideicomiso del POSDR unificado, que sería manejado por la socialdemocracia alemana. Los acuerdos a los que se llegó en dicha conferencia, sin embargo, fueron sistemáticamente incumplidos por el resto de las tendencias. Frente a esta situación, Lenin consideró agotada la experiencia común y se volcó a la convocatoria de una conferencia de organizaciones socialdemócratas de Rusia, sobre la base de la delimitación del liquidacionismo. La Conferencia de Praga (enero de 1912) tuvo mayoría bolchevique. Agrupó a mencheviques propartido de Rusia -aunque no participó en ella Plejanov-, y sentó las bases de la intervención bolchevique en el período posterior.


 


1912


 


Este proceso de clarificación y lucha política al interior de la socialdemocracia tuvo una enorme importancia en la preparación de la intervención política en la nueva ola de alza de la lucha de clases. Si en el período de reacción los debates habían estado confinados a los círculos de exiliados y a pequeños grupos clandestinos, la nueva oleada de la lucha de clases los colocó en las calles y fábricas. Una oleada de huelgas, primero económicas y luego con reclamos políticos, comenzó a sacudir Rusia a partir de 1910.


 


En estas condiciones se produjo la convocatoria a la Cuarta Duma del Estado.


 


Una pelea política fundamental para la socialdemocracia en las elecciones de la Duma fue por obtener la mayoría en la curia obrera. La Conferencia de Praga determinó que no se harían bloques en las elecciones de la curia obrera, ni siquiera con los liquidacionistas. El programa de la campaña se apoyaba en tres puntos muy sencillos: 1) república democrática; 2) jornada de ocho horas; 3) confiscación de todas las tierras a los terratenientes.1


 


En cambio, en el resto de las curias, promovía un frente con los partidos campesinos representando un bloque “democrático consecuente” contra los liberales. El concepto de la dictadura democrática de obreros y campesinos guiaba esta política electoral.


 


Los mencheviques liquidacionistas concurrían a elecciones con una ventaja: la adaptación a los marcos legales permitía una mayor libertad de acción en la campaña electoral. Los bolcheviques reorganizaron sus filas en torno del periódico Pravda -que heredó el nombre del anterior periódico homónimo editado por Trotsky-, que fue ganando una enorme popularidad. Lenin tuvo que llevar adelante una batalla política en la dirección de Pravda -a cuyo frente estaba Stalin-, para que se pusiera a tono con la ruptura y accediera a denunciar frontalmente la estrategia liquidacionista.


 


La campaña electoral se desarrolló en un marco fuertemente represivo. Por sus métodos, fue una campaña electoral en una virtual clandestinidad. ¡Los candidatos no podían ser proclamados más que días antes de las elecciones porque podían ser encarcelados! Recordemos que el sólo despido patronal inhabilitaba una candidatura. La fecha de elecciones no se sabía hasta pocos días antes. Los socialdemócratas adaptaron todos los métodos de agitación electoral a estas condiciones: el hecho de haber podido llevar adelante esta hazaña sólo se logró por el apoyo activo y masivo a la socialdemocracia entre los trabajadores.


 


El resultado arrojó una victoria del bolchevismo en la curia obrera de casi todas las grandes ciudades. En Petrogrado, la asamblea de delegados votados por los trabajadores adoptó un llamamiento bolchevique que convocaba a la acción revolucionaria contra el gobierno. Los mencheviques, sin embargo, llegaron a la Duma con un delegado más, producto del ingreso de sus diputados por las curias de la pequeña burguesía.


 


El triunfo bolchevique de 1912 fue una muestra importante de la recomposición de la clase obrera revolucionaria luego de la derrota de 1906-7. Saldó la polémica con los legalistas, derrotándolos en su terreno, con métodos clandestinos aplicados incluso a la campaña electoral. Sentó las bases para un bloque bolchevique en la Duma y liquidó, asimismo, las tendencias otzovistas, mostrando la potencialidad de la agitación electoral para un desarrollo revolucionario.


 


 


 


1. Lenin: “Resoluciones de la VI Conferencia del POSDR (enero 1912)”, en el T. XVII, de las Obras Completas, Cartago, 1960.