Aniversarios

10/3/1994|413

Los derechos del pueblo trabajador y explotado

En octubre de 1917 tuvieron lugar en Rusia las elecciones para una Asamblea Constituyente, que dieron una holgada mayoría al partido social-revolucionario —hostil a la revolución que se produciría pocos días después, y hostil, por lo tanto, al pasaje del poder político del gobierno burgués pro-imperialista a los soviets de obreros y campesinos.


A pesar de la colisión que quedaba planteada entre el flamante gobierno obrero-campesino y la Asamblea Constituyente, los soviets cumplieron la palabra empeñada de permitir y garantizar la reunión de la Asamblea, lo que se produjo a principios de 1918. El gobierno revolucionario propuso entonces a la Asamblea  que se convocara a nuevas elecciones, que pudieran reflejar la nueva realidad del país y de los partidos, y también que la Asamblea reconociera “sin reservas al nuevo poder soviético”. Lenin envió a la Asamblea Constituyente un  proyecto de Declaración de Derechos del Pueblo Trabajador y Explotado, con el evidente objetivo de dar por históricamente superada la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano que inmortalizó a la Revolución Francesa de 1789-93.


La Asamblea Constituyente se negó a discutir siquiera la Declaración y tampoco aceptó las condiciones del gobierno revolucionario. Este decidió, entonces, “resolver la crisis planteada por la vía revolucionaria”.


La Declaración de Derechos… ignorada por la Asamblea Constituyente fue aprobada inmediatamente después por el Congreso de los Soviets y recogida por la primera Constitución de Rusia, de 1918 —ratificada y ampliada en la Constitución de 1925, que declara la adhesión de Rusia a la recién creada Unión Soviética.


La Declaración de Derechos… proclama la supremacía política del proletariado sobre la burguesía y los explotadores, y por eso constituye la base judicial formal de la dictadura del proletariado. Consecuentemente, la Declaración de Derechos… y luego la Constitución rusa, no se limitan a enunciar derechos en abstracto, que luego son pisoteados por la realidad cotidiana en lo que atañe a los trabajadores, sino que asegura compulsivamente la realización de esos derechos. Las libertades de prensa, de asociación, de reunión, de manifestación dejan de ser los privilegios de una minoría para transformarse en la forma garantizada de la acción colectiva de las masas.


El constitucionalista argentino, Segundo V. Linares Quintana, dice en su estudio sobre el Derecho Constitucional Soviético (editorial Claridad) lo siguiente: “Dispone la Constitución de 1918 que los Soviets de delegados estarán constituidos: a) en las ciudades, a razón de un delegado por cada 1.000 habitantes…; b) en los campos… a razón de un delegado  por 100 habitantes… El mandato de los delegados durará tres meses… Los miembros de los Soviets de delegados están obligados a rendir periódicamente a sus electores cuenta de sus gestiones”. El mismo autor señala que “La Declaración de Derechos del Pueblo Trabajador y Explotado y la Constitución de 1918 estructuran en Rusia la dictadura del proletariado”.


Linares Quintana señala también que “Debe hacerse notar que dicho instrumento (se refiere a la Declaración de  Derechos…), como expresión de la teoría política soviética, fue superado al poco tiempo y la mayoría de sus principios esenciales no aparecen consagrados en la Constitución (staliniana, PO) de 1936”. Agrega candorosamente el constitucionalista que “su importancia actual es, por consiguiente, de orden histórico”.


En la “Revolución Traicionada”, León Trotsky caracterizó a la Constitución staliniana de 1936, que sustituía a la Declaración de Derechos…, como la “abolición jurídica de la dictadura del proletariado” en la URSS.