Aniversarios

3/9/2018

Los orígenes de la IV internacional, en su 80 aniversario

El 3 de septiembre de 1938 se realizó la conferencia de fundación

A comienzos de septiembre de 1938 se realizó la conferencia fundacional de la Cuarta Internacional. A continuación, publicamos el primero de una serie de artículos sobre el tema.


La IV internacional es identificada con la figura de León Trotsky, con justa razón. El revolucionario ruso se empeñó como nadie en su fundación, tarea que calificó como “la más importante de mi vida”. Sin embargo, sería un error interpretarla como una creación puramente “personal”, en el sentido de dejar “un legado testamental”. Trotsky se empeñó por construir una organización de combate, cuyas bases de principios políticos estuvieran sustentadas en las tareas del momento y de la etapa histórica. Por eso, recordar la historia de su génesis ayuda a clarificar el método político vivo que precedió a su fundación, y la vigencia de esta tarea.


En un artículo inédito de Pablo Rieznik al respecto, es posible apreciar cómo Trotsky afrontó con planteos concretos la monumental crisis de dirección para el proletariado que arrojó la burocratización de la URSS. Su lucha política no salteó etapa alguna -lo contrario a la autoproclamación-. Finalmente, los orígenes de la Oposición de Izquierda podrían rastrearse en 1923, y hasta la fundación de la IV pasaron 15 años que incluyeron destierros ininterrumpidos y el padecimiento de los crímenes más abyectos. ¿Cuáles fueron, entonces, los saltos en calidad que Trotsky y sus partidarios identificaron para declarar la caducidad de la III Internacional? Rieznik destaca el artículo de 1931 titulado “La clave de la situación internacional se encuentra en Alemania” como momento en el cual Trotsky “planteó la posibilidad concreta de una bancarrota de la Tercera Internacional, comparable al derrumbe de la II (bastardillas nuestras)”. En ese artículo, fechado el 26/11/31, Trotsky afirma que “la situación de Alemania (…) determinará para muchos años no solamente [su] destino (…), sino también el de Europa y del mundo entero” [1]. Se refería a que la confrontación de fondo entre la revolución y la contrarrevolución llevaba “directamente a la pregunta: ¿quién vencerá en Alemania en el curso de los próximos meses, el comunismo o el fascismo?”. Es preciso recordar someramente, en este punto, cuál era la política del Comintern para Alemania. En el llamado “tercer período”, la burocracia stalinista pavimentó el ascenso nazi con la línea de que “el enemigo principal está en la socialdemocracia reformista”. En oposición a esta política, la Oposición levantó la bandera del frente único de la clase obrera, pronosticando con claridad que un triunfo del nacionalsocialismo implicaría una debacle de proporciones. No deja de impactar esta cita de Trotsky, que data de 1931: “la llegada al poder de los 'nacionalsocialistas" significará sobre todo el exterminio de la élite del proletariado alemán, la destrucción de sus organizaciones y la pérdida de confianza en sus propias fuerzas y en su porvenir. (…) el trabajo infernal del fascismo italiano aparecerá como una experiencia realmente pálida y casi humanitaria en comparación con los crímenes de los que será capaz el nacionalsocialismo alemán”[2]. La burocracia soviética se aprestaba a dejar pasar sin lucha –combatiendo el frente único comunista-socialista- la toma del poder por parte del nazismo. Para bloquear la revolución alemana, Stalin le abre el camino al ascenso de Hitler.


Se aprecia, por tanto, que la Oposición de Izquierda liderada por Trotsky dio una lucha en tiempo real, planteando que la capitulación frente al fascismo cancelaría definitivamente la posibilidad de que la III fuera el partido mundial de la revolución. Antes ya lo había hecho en el VI Congreso de la Internacional Comunista (1928), donde Trotsky desde el exilio presentó un documento de contrainforme al de la dirección burocrática stalinista (luego recopilado en el libro “Stalin, el gran organizador de derrotas” o “La III Internacional después de Lenin”) denunciando fuertemente la política oportunista aplicada en China, Gran Bretaña, etc. que llevó a importantes retrocesos revolucionarios. Informe que fue ocultado por la dirección burocrática, pero que se fue abriendo camino internacionalmente. La Oposición se transforma en una organización internacional a partir de 1930, planteándose como “fracción bolchevique leninista” con el propósito principal de reorientar la III sobre una base internacionalista y revolucionaria. Por ello la importancia de la lucha política y la analogía histórica con la bancarrota de la II, que se da en la III tras la capitulación definitiva frente al fascismo. Notablemente, en 1933 Trotsky planteó en una carta al Boletín Internacional de la Oposición la necesidad de “un viraje”: “la ruptura con la burocracia estalinista en Alemania es un hecho”[3]. El método con el que plantea la creación de un partido independiente es significativo: “nuestro giro no consiste en 'proclamarnos' a nosotros mismos como el nuevo partido. Ni mucho menos. Nosotros decimos: el partido alemán oficial está políticamente liquidado, no podrá resucitar; no queremos heredar sus crímenes. La vanguardia de los obreros alemanes debe construir un nuevo partido. Nosotros, bolcheviques-leninistas, les proponemos nuestra colaboración”[4]. Pero ni siquiera en este cuadro extremo se dio por cancelada la etapa de la III, pues “el derrumbe del KPD [partido comunista alemán] disminuye las posibilidades de regeneración de la I.C. pero, por otra parte, esta catástrofe puede provocar sanas reacciones en varias secciones”. Trotsky defendía el método de


remitirse a la lucha viva de las clases y los partidos -lo contrario a un dogma religioso-. Por ello, se plantea una “última prueba” en marzo de 1933 para constatar una reacción, y todavía entonces afirmaba que “no se trata de crear la IV Internacional sino de salvar la III”[5].  


Pero los PCs ya estaban altamente burocratizados y -siguiendo las directivas de la burocracia soviética contrarrevolucionaria- habían depurado-expulsado cualquier disidencia revolucionaria. La experiencia fue concluyente, y la reacción frente a la catástrofe alemana no se verificó en sección alguna de la III. Así, el 15 de julio de 1933 Trotsky declara que “es necesario construir partidos comunistas y una internacional nuevos”, sin dejar de valorar la política hacia la “reforma” de la III como “una etapa necesaria para el desarrollo del ala marxista”[6] en su seno. En ese artículo se proponen metodologías muy relevantes respecto de la formación de la futura internacional, entre las que se destacan “debatir públicamente con las organizaciones socialistas revolucionarias”, es decir, incluidas aquellas que no vinieran de la tradición bolchevique-leninista, siempre en base a principios. A la vez, la posición de defensa de la URSS partiendo de “la contradicción entre el papel progresista del estado soviético y el papel reaccionario de la burocracia estalinista”, que debía ser desplazada. Este tema, como veremos en próximos artículos, fue muy relevante en debates posteriores de la IV.


En definitiva, la fase superior de la caracterización resumida arriba planteaba la necesidad de una nueva internacional. La IV, precisamente, se erige en defensa del internacionalismo proletario, cuyo contenido es la organización a escala planetaria contra el capital y por la revolución social. Bajo estas premisas, la “Declaración de los cuatro”, suscripta en agosto de 1933, aparece como una primera tentativa de fundación. Como señalamos antes, el método rehuía a la autoproclamación; de este modo, la oposición logró atraer a un partido como el SAP alemán, ruptura de la socialdemocracia. Es preciso, sin embargo, marcar los límites, pues el emprendimiento rápidamente naufragó. La declaración votada terminó siendo un compromiso que iba mucho más lejos de lo que los partidos firmantes realmente creían. El manifiesto inicial proclamó la necesidad de “unir sus fuerzas para trabajar en común por la regeneración del movimiento proletario revolucionario a escala internacional”, “la crisis mortal del capitalismo imperialista”, el rechazo a la teoría del “socialismo en un solo país”, el “colapso de la III”, la necesidad imperiosa de fusionar “la vanguardia en una nueva Cuarta Internacional”, la defensa de la URSS como estado obrero y la reivindicación de la democracia partidaria como axioma ineludible. Aunque firmaron, en los hechos los partidos que no procedían de la experiencia oposicionista tenían reparos sobre la equiparación de la bancarrota de la III respecto de la II, entre otros debates. En cualquier caso, se vislumbran en esta declaración los principios fundamentales que luego cristalizaron en el Programa de Transición y la fundación de la IV en 1938. La batalla por la IV continuó en los años siguientes, incluso en condiciones más difíciles.


Entre 1934 y 1938, la situación mundial sufrió modificaciones notables. En el '34, el ascenso del hitlerismo produjo una conmoción en la izquierda a nivel mundial en general, y en Europa en particular. En Francia, por ejemplo, se desarrollaron movilizaciones de masas donde en las columnas separadas del PC y el PS los trabajadores reclamaban “unidad” contra el fascismo. El esfuerzo de Trotsky por fundar la Cuarta está unido a los virajes que estos cambios reclamaban, no siempre asimilados por los pequeños agrupamientos de bolcheviques-leninistas. En 1934, el llamado a influir sobre la base obrera socialdemócrata ingresando como fracción en sus partidos genera diversos debates. Los resultados son dispares, pues por ejemplo en Francia la Liga Comunista ingresa al PS como tendencia, mientras la Izquierda Comunista española rechaza la propuesta. En cualquier caso, Trotsky concebía al entrismo como una táctica asociada a momentos muy peculiares del desarrollo de partidos independientes y de la lucha de clases -lo contrario a vegetar indefinidamente a la sombra del reformismo-. Por ello, en 1935 la política del Frente Popular incluyendo partidos burgueses ‘democráticos’, un planteo degenerado del reclamo del frente único obrero, se transforma en un recurso para ahogar la intervención revolucionaria de la clase obrera con la colaboración activa de la burocracia stalinista, plantea una nueva modificación en la táctica. Así, y antes de transcurrido un año, Trotsky insiste en que el grupo francés abandone el PS, pues las condiciones habían cambiado. La necesidad de un partido mundial se ponía en carne viva, una vez más. En julio de 1936 se lanza formalmente el “movimiento por la IV internacional”, que desde su nombre ilustra el hecho de que Trotsky aún estaba en minoría, pues sus compañeros de lucha no querían aún fundar un partido mundial. La iniciativa da pie a una dirección ampliada, aunque esta naufragó entre las deserciones y los asesinatos perpetrados por el estalinismo. Como se ve, las condiciones para la creación de la internacional eran dramáticamente desfavorables. Estrictamente, ni siquiera el congreso del 3 de septiembre de 1938 puede considerarse el “momento mágico de la fundación de la cuarta, porque ella se venía 'fundando' desde hacía varios años y porque la conferencia que la proclamó no consideró con ello que la tarea estuviera concluida”[7]. El análisis histórico riguroso demuestra que todas las internacionales se crearon en tales condiciones, y fueron la precondición de conquistas posteriores. ¿O acaso los internacionalistas de Zimmerwald, que “cabían en un sillón”, no prepararon la revolución rusa y la III internacional? La IV, por tanto, rescata la vigencia de la revolución socialista internacional, programa cuya vigencia y necesidad superó las más diversas vicisitudes, y hoy está a la orden del día en un mundo signado por las guerras y las catástrofes humanitarias. Porque la disyuntiva sigue siendo socialismo o barbarie: la refundación de la IV es una tarea actual e ineludible. Hay que formular los pasos para avanzar en esta tarea histórica de primer orden.


 



[1]    “Alemania, la clave de la situación internacional” https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1931/noviembre/26.htm


[2]    Ídem


[3]    “Hace falta un nuevo partido en Alemania”, https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1930s/19330312.htm


[4]    Ídem


[5]    Ídem


[6]    “Es necesario construir partidos comunistas y una internacional nuevos” https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1933/julio/15.htm


[7]    Altamira, “El partido mundial de la revolución socialista”, PO 237, 17/8/1988