Praga en primavera

Equipo Cuarenta Aniversario

Cuando en junio se apagaban los ecos del Mayo Francés, los tanques del Pacto de Varsovia (como se denominaba la “alianza militar” entre la burocracia soviética y los gobiernos títeres del este europeo) inician maniobras en la frontera de Checoslovaquia. Allí también la protesta juvenil y obrera había alcanzado una magnitud y extensión sin precedentes a partir de marzo.

El retiro de las unidades militares, previsto para el 30 de junio, no ocurre. La “primavera de Praga” estaba entrando en la historia.

También en Checoslovaquia los estudiantes ocupan la primera fila de la movilización popular. Desde 1967 reclaman contra el régimen de estudios en el ámbito de la universidad y contra la represión generalizada. El movimiento supera rápidamente los límites del medio estudiantil. En junio de ese mismo año, el cuarto Congreso de la Unión de Escritores se convierte en una potente voz de oposición política.

Vota un llamamiento público que firman 183 escritores, 69 artistas, 56 científicos y 21 cineastas: “Entre nosotros – dice el manifiesto –  hay numerosos marxistas, comunistas, y la gran mayoría de nosotros desaprueba el sistema económico y social de las naciones capitalistas, es resueltamente favorable al socialismo. Pero estamos por un socialismo auténtico, por el ‘reino de la libertad’ proclamado por Marx y no por el régimen del terror… (pedimos) que se restaure la libertad total de palabra y de expresión, de pensamiento y de creación… la supresión de la censura política .”1

El movimiento progresa sin cesar. El gobierno prohíbe la circulación del pronunciamiento, pero éste se difunde masivamente en volantes y periódicos de gran circulación clandestina. La agitación en las casas de estudio se incrementa: el 31 de octubre, una gran manifestación marcha desde la sede de la Universidad al palacio de gobierno. Hay choques con la policía y numerosas detenciones. Un alto funcionario “comunista” se confiesa ante un corresponsal extranjero: “Por primera vez muchachos nacidos y educados en el régimen, sin haber tenido más influencia que la educación socialista, han sido golpeados por la policía y han gritado consignas hostiles al gobierno y al partido”2.

La presión del descontento, que se extiende entre todas las capas de la población, se hace insoportable para la cúpula del poder. En la cima, la burocracia ya se encontraba dividida con antelación a la irrupción de la juventud; la crisis de arriba se combina con la insurgencia de abajo. El presidente de la república –  el viejo represor stalinista Antonin Novotny-  debe renunciar a su cargo de secretario general del PC en enero de 1968 y es sustituido por Alexander Dubcek, que encabeza a la fracción de la burocracia que será conocida como la de los “renovadores”.

La movilización popular considera el cambio como un triunfo propio. El clima en el país se altera radicalmente. Aunque la censura no sería abolida hasta finales de junio, simplemente se la ignora y por primera vez en dos décadas desaparece de los medios de comunicación el monopolio de la versión oficial. El despertar político se propaga de los círculos avanzados al resto de la sociedad y se radicaliza bruscamente a fines de febrero, cuando se hace público que Novotny había intentado en diciembre un golpe militar. Uno de los jefes de los golpistas –  el general Sejna –  se fuga… a los Estados Unidos. Una avalancha de reuniones, mitines, resoluciones y cartas exigen el castigo de los responsables. Se suman al reclamo jefes y oficiales del ejército3.

El programa de los renovadores

La ola ya no se detiene: a partir de marzo la agitación se traslada a las fábricas. “Más de 250 asambleas destituyen a los dirigentes burocráticos y elevan a una nueva camada de activistas. Naturalmente surgen los reclamos saláriales y contra los abusos y privilegios de los burócratas.”4 El movimiento entra en una fase decisiva con esta intervención de los trabajadores.

El 22 de marzo, una nota en la prensa sacude al país: “Novotny y su hijo utilizaban una licencia gubernamental de importación para obtener vehículos Mercedes, Alfa Romeo, Jaguar y de otras marcas occidentales, para impresionar a las mujeres. Cuando se cansaban de un coche en particular, siempre podían vendérselo a los amigos con un beneficio enorme”. Novotny tiene que renunciar ahora a la presidencia. El 27 de marzo, en medio de una creciente deliberación popular, se nombra para sustituirlo al general Svoboda. Una manifestación estudiantil protesta contra este nombramiento.

Es un hecho inédito: la concentración se extendió durante muchas horas sin que nadie interviniera, hasta la medianoche, cuando se concentra ante la sede del Partido Comunista y exige hablar con Dubcek para manifestar su descontento por el nuevo presidente.5

El comité central del partido se reúne en los primeros días de abril. Los “renovadores” ocupan nuevos cargos, aunque mantiene un compromiso que preserva para la fracción de Novotny posiciones en los organismos dirigentes; son exigencias del Kremlin. Se vota también un “programa de acción” para compatibilizar con las presiones de Moscú. Todas las fracciones del comité central renovado lo aprueba por unanimidad.

Se establecen algunas modificaciones en los mecanismos electorales y se procede a “rehabilitaciones”. Según cifras oficiales, había habido más de 130.000 condenados a prisión, sin contar las detenciones sin proceso, las asignaciones compulsivas de trabajo y/o residencia, las expulsiones de centros escolares, las causas por “vagancia” contra personas privadas previamente de su trabajo. Las revelaciones, a lo largo de 1968, ponían al descubierto que toda esta salvajada contaba con la intervención directa de los servicios manejados desde la dirigencia de la URSS.6

El “programa de acción” de los renovadores define una perspectiva restauracionista, bajo la cobertura de otorgarle racionalización al ‘socialismo’: plantea “abrir la economía al mercado mundial con el objetivo de crear las condiciones para la convertibilidad de la moneda checoeslovaca” y señala también la necesidad de la “diferenciación salarial, de (estimular) la productividad del trabajo y de los poderes dirigentes responsables”.

“El Partido continuará al frente del proceso de democratización como la mejor garantía contra las tendencias anarquistas”. Por esa época ya se encontraban bien implantadas en la burocracia soviética las fracciones que planteaban alternativas similares. El problema era que la ‘tendencias anarquistas’, o sea la movilización de las masas y la revolución política, ya estaban en movimiento. Para ir al capitalismo había que liquidar primero el ‘anarquismo’ del pueblo.

Lo que se viene, y de dónde

Ya el 23 de marzo en Dresde – Alemania Oriental-  los popes soviéticos habían convocado a una reunión de emergencia del pacto de Varsovia. Toda la reunión giró en torno a recriminaciones por los acontecimientos en Checoslovaquia. El 8 de abril, esta vez en Moscú, la dirección del PCCh es advertida: debe controlar a la prensa y poner fin al proceso “antirrevolucionario”. A mediados de mayo, los líderes soviéticos movilizan las tropas emplazadas en Polonia y Alemania Oriental a la vista y conocimiento de la Otan, que tampoco quería ‘anarquía’, en especial mientras se desenvolvía el Mayo Francés. La agencia de prensa checoslovaca “renovadora” le mentía al pueblo con seguridades de que lo que estaba ocurriendo era “normal”.

Ya era primavera en el hemisferio norte, la “primavera de Praga”. El régimen de Novotny se había montado sobre un mar de sangre y terror. La “purgas”, los ajusticiamientos y los crímenes que caracterizaron al período 1949-52 despedazaron a la burocracia que se había encaramado en el poder en 1948. La pena de muerte se aplicó con total discrecionalidad. Cayeron dirigentes que habían luchado en la guerra civil española.

El pánico tenía paralizada a la propia burocracia. La autonomía nacional de Checoslovaquia, armada con artificios por la Liga de las Naciones en la entreguerra, volvía a ser liquidada luego de la ocupación nazi y de la resistencia nacional al nazismo. País industrial, Checoslovaquia ingresaba en un período de estancamiento, cuya causa era su atadura al Kremlin y a la arbitrariedad de la burocracia. El período de “liberalización”, que siguió a la muerte de Stalin en 1953, tuvo el propósito de reconstituir el tejido de la burocracia dirigente y dar una salida a la tendencia al estancamiento económico.

Los estallidos revolucionarios en Hungría y Polonia en 1956 habían sonado la campana para el stalinismo. La burocracia rusa ocupa Hungría pero no se atreve a hacer lo mismo con Polonia. Una crisis revolucionaria de conjunto envuelve al este y al oeste de Europa, en momentos en que una fuerza de 50.000 militares norteamericanos comienza a sufrir la debacle en Vietnam 7.

1. Claudin Fernando: La oposición en el “socialismo real” Unión Soviética, Hungría, Checoslovaquia, Polonia 1953-1980.

2. Citado por Pierre Broué en Les printemps du peuples commence a Prague, Ed. La verité, 1969.

3. Claudin Fernando, op. cit

4. Andrés Roldán en “La primavera de Praga”, Prensa Obrera Nº 598, 27 de agosto de 1998.

5. Mark Kurlansky: 1968, el año que conmocionó al mundo, Ed. Bruguera, 2005.

6. Claudin Fernando, op. cit.

7. “Moscú y los renovadores estrangulan la revolución en Checoslovaquia” en Prensa Obrera Nº 150, 14 agosto 1986.