Aniversarios

24/5/2019

¡Viva el alzamiento obrero popular de Córdoba!

Los acontecimientos cordobeses han introducirlo un nuevo protagonista, un protagonista decisivo en la historia nacional: el proletariado revolucionario. Córdoba alumbró la semana, pasada la huelga política de masas más extraordinaria del país de los últimos cincuenta años. Más aún, todo el cuadro de la movilización cordobesa fue el cuadro de una movilización anticapitalistas todas las fuerzas políticas burguesas desaparecieron dando paso al  "mando protector" de la represión militar abierta. La iniciativa política y organizativa de las manifestaciones multitudinarias del jueves y viernes pasado no recayó en ningún partido tradicional, no recayó en el peronismo, no re cayó en ningún sector de la burocracia sindical. Toda la colosal energía desplegada por los trabajadores cordobeses fue estimulada por la iniciativa de los obreros mecánicos y metalúrgicos, por los activistas de base y los delegados antiburocráticos. La huelga política de las masas cordobesas ha puesto a luz el fenómeno fundamental de todo el proceso político y social futuro del país: el nacimiento de una vanguardia revolucionaria obrera.


Los que no quieren reconocer que este es el hecho nuevo decisivo de la política nacional, y latinoamericana, son los mismos que no han querido reconocer el lento proceso de maduración política del activo obrero que se viene operando en el país desde hace más de diez años, y que ha producido su primera eclosión la semana pasada en Córdoba. Es el mismo error en que han caído quienes a-tribuyeron el origen de las movilizaciones actuales a Corrientes y no a la misma Córdoba el miércoles 14 de mayo frente al local del Córdoba Sport; es decir, quienes atribuyeron la iniciativa combativa actual al estudiantado y no al proletariado. Las calles de Córdoba fueron ocupadas en un 70$ por obreros cuya edad promedio era de 25 años. Lo que todos los militantes deben retener como dato fundamental es que el 60$ de las consignas de poder que se vivaron en las calles se concentraron en "gobierno obrero y popular"; un 30$ en "gobierno popular"; pero ninguna de ellas casi hizo referencia a Perón.


La movilización cordobesa careció de una dirección política revolucionaria, pero no fue una movilización espontánea. Hace dos años por lo menos que los activistas de mecánicos vienen discutiendo la necesidad de una movilización política y la forma organizativa para garantizarla.


El año pasado el gremio mecánico estuvo envuelto en importantes movilizaciones, no solo propias sino en a-poyo de luchas estudiantiles. El 28 de junio del año pasado la planta de Pedriel salió por su cuenta a la huelga y participó en las luchas callejeras en el barrio Clínicas.


El 16 de agosto, los obreros de Santa Isabel por su propia iniciativa, defendieron un paro de actividades a tiros contra la represión policial.


El 20 de octubre más de mil obreros vivaron la línea de un paro regional en apoyo a la huelga da los petroleros de Ensenada. En los primeros cuatro meses de este año arreciaron las medidas de fuerza dé las distintas secciones contra los planes de superexplotación de la patronal. Desde diciembre el gremio metalúrgico viene cumpliendo paros exitosos por la quita zonal, y aún el gremio del transporte, desorganizado, hizo paros efectivos. Pero lo fundamental, es que se discutió mucho en las principales fábricas la necesidad de una huelga antidictatorial con manifestaciones callejeras capaces de rebalsar a la poli cía. El triunfo antipolicial en Córdoba el miércoles 14, la extraordinaria huelga del jueves y viernes y el triunfo antipolicial en Rosario el miércoles 21 puso todas las ideas a la orden del día, y una barra de activistas mecánicos muy numerosa se las impuso al plenario de delega dos del jueves 22. Aprobado este curso de acción el entusiasmo cundió entre la gran masa de obreros, al mismo tiempo que se discutía, ahora que clase de gobierno debía reemplazar a la dictadura derrocada. No se esperaba derrocarla con una manifestación, pero la perspectiva política era claramente discutida, aunque confusamente resuelta. Los consejos de guerra en Rosario no atenuaron sino que acrecentaron el entusiasmo de salir.


La fuerza enorme de la movilización cordobesa es la expresión avanzada de una colosal explosión de fuerzas populares a nivel nacional. La lucha callejera en Rosario el miércoles 21 fue de una envergadura desconocida. Al lado de mil o dos mil activistas estudiantiles y políticos participaron quince mil personas de todas las clases de la población oprimida; también aquí la solidaridad vecinal en el centro de la ciudad fue total. En Rosario el viernes 23 se dio el paso fundamental de ruptura con el temor a la represión dictatorial: en pleno esta do de emergencia si paro general fue unánime, en el entierro del compañero Blanco hubo de mil asistentes y durante toda la jornada se improvisaron manifestaciones de repudio. Rosario tuvo sobre Córdoba una influencia extraordinaria: dio impulso definitivo a todas las decisiones en curso.


Y a esto hay que agregar la movilización del martes 27 en Tucumán, que, desbordó por completo a la policía.


Al igual que en Córdoba y Rosario varias decenas de manzanas quedaron en manos de los manifestantes con amplia solidaridad del vecindario.


Un párrafo especial en esta conmoción nacional merece el paro nacional de 24 horas el viernes pasado. Es in dudable que el proletariado y el estudiantado militante de Buenos Aires están muy por detrás de sus compañeros del interior. Favorece en forma decisiva esta situación el mayor dominio de la burocracia sindical, la mayor extensión de las ciudades, lo que inhibe el contacto rápido, la mayor fuerza represiva de la policía, y la dispersión de los activistas en multitud de fábricas. Pero el paro del viernes fue extraordinario. Fue un paro abiertamente político, antidictatorial. Por esta razón, la mayoría de los obreros de los gremios participacionistas se adhirieron por encima de sus direcciones. En San Martín, los textiles pararon por decisión de los delegados, pero en la carne -la Negra, Anglo- el paro fue enteramente decidido el día anterior por los obreros en cada sección; en algunas fábricas aceiteras, Ebonoba, este se logró con los piquetes que se formaron en el caucho –Pirelli – lo decidió una asamblea; en General Motors, San Martín, reuniones de secciones en los baños ante la ausencia de los delegados; en Golorín, por iniciativa de los activistas aún en Grafa, que no paró, el día viernes la tensión contra la patronal y los delegados fue brutal.


Esta gigantesca movilización nacional no fue un desborde puramente espontáneo. Lo prueban las consignas. Lo prueban los métodos de lucha y la actitud conciente en la calle. Lo prueba el lugar ocupado por el proletariado en la movilización. Lo prueba la consistencia que guarda el movimiento a más de tras semanas de iniciado, a pesar, de carecer de una dirección política reconocida. Esta gigantesca movilización nacional expresa la tendencia fundamental de la lucha, de clases contra la dictadura. Se revela en el carácter masivo del antagonismo democrático de la población explotada contra la dictadura. Se revela en el caudillaje obrero de las movilizaciones. Se revela en la reacción antipopular del conjunto de la burguesía. Se revela en la alianza combativa y militante de la clase obrera y las masas oprimidas en la calle, en las consignas, al margen de todo acuerdismo oportunista de los partidos y grupos centristas y burocráticos. Se revela en la debacle de todos estos sectores y en la inconsistencia y oportunismo de todas las fracciones proongaristas que han surgido bajo el manto ideológico del socialcristianismo o del nacionalismo de "izquierda".


Córdoba: de la huelga política de masas al levantamiento popular


Hemos escuchado decir que por falta de preparación militar de las masas cordobesas los sucesos del jueves y viernes en esa ciudad fueron prematuros, y por lo tanto, una aventura, la miopía e idiotez de esta observación es de antología, revela una incomprensión esencial, de raía, del proceso objetivo y subjetivo de la lucha obrero-popular contra la dictadura capitalista.


Como ya se habla anticipado en Córdoba el miércoles 14 y como ya se habla anticipado en Rosario el miércoles 21, la clase obrera cordobesa llegó a la convicción de la necesidad y posibilidad de largar una huelga política de masas, con manifestaciones callejeras, como protesta contra la dictadura militar contra la represión, en solidaridad con Rosario, Tucumán y Corrientes y en favor de las reivindicaciones inmediatas levantadas. Desde hace medio año que se venía juntando una bronca creciente que, declaradamente, iba a estallar cuando se derogara el sábado inglés. Como esta medida habría desafectar a la gran masas de obreros, la espera al asunto del sábado inglés reflejaba la necesidad de encontrar un eje de masividad que la burocracia sindical saboteaba de continuo.


La derogación del sábado inglés y los aumentos de precios, constituyeron los precipitantes.


La convicción de la necesidad de una huelga política de masas era expresión del desgaste total de las "huelgas a la antigua", de su inutilidad, y de la necesidad de efectuar una acción que introdujera a la lucha de conjunto al movimiento estudiantil y a otros sectores populares que, con otros métodos, no hubieran encontrado el modo de intervenir. La posibilidad de hacer esto fue creada por una serie de circunstancias. Las experiencias de Francia, México, y el retroceso yanqui en Vietnam, alentaban en favor de una movilización multitudinaria, la gran cohesión alcanzada en fábrica por los obreros de Kaiser otorgaba la seguridad de que una iniciativa de este carácter sería ampliamente respaldada por la vanguardia, la parálisis política de la dictadura, reflejada en Córdoba por el rechazo total al Consejo Asesor, fortalecía la seguridad en un triunfo de la acción, a cuenta de la impotencia gubernamental. Los paros metalúrgicos y del transporte de los últimos meses, el combate con la policía el miércoles 14 y el triunfo callejero rosarino el miércoles 21 pusieron a punto toda esta convicción. Los activistas de Kaiser arrancaron esa línea contra las vacilaciones de Torres, lo que luego fue aceptado por el conjunto de la burocracia sindical, en especial A. Tosco.


Toda Córdoba estuvo en la calle el jueves, los obreros eran mayoría absoluta y las columnas de Kaiser su vanguardia indiscutida. Las radios cordobesas vacilaban en decir cosas como éstas, en apariencias sacadas de un libro bolchevique: "los estudiantes siguen en todas partes la iniciativa de los obreros". En tres horas el pueblo controló la ciudad a la hora de comenzar. La lucha 400 policías se negaron a reprimir y fueron detenidos; solo 2 de ellos se entregaron al pueblo en el barrio Clínicas. Es motivo de orgullo para nuestro partido que los activistas señalaran en los 'diálogos callejeros la influencia de "Vanguardia Obrera Mecánica" sobre las bases del gremio automotriz.


Todos los métodos introducidos en las manifestaciones, las barricadas, el combate contra la policía, la utilización de todos los medios clásicos de la lucha callejera, no fueron otra cosa que los métodos de defensa inevitables de la huelga de masas en las condiciones de una dictadura militar que tiene prohibida la más mínima expresión pública de carácter popular. El levantamiento de hecho de la ciudad no tenía un propósito insurreccional sino defensivo de la huelga de masas; fue, en estas condiciones, inevitable. Lo mismo la aparición de francotiradores ante la intervención de las tropas, porqué los francotiradores aparecieron no antes sino después de la intervención del ejército. Renunciar a este levantamiento era renunciar a manifestar en la calle la protesta política, antidictatorial, popular. Y las masas no esperan a que exista una dirección constituida para manifestar políticamente; más aún, son estas manifestaciones políticas las que preparan el terreno para el surgimiento de una vanguardia revolucionaria. Incluso, es de fundamental importancia destacar que nada de la metodología de lucha empleada tuvo algo que ver con aventurerismo los activistas obreros que estuvieron multitudinaria mente a la cabeza impusieron una firme disciplina.


Crisis de dirección y armamento popular


Fue la ausencia de armamento obrero la principal debilidad de los acontecimientos cordobeses? Nosotros entendemos que no fue la principal debilidad.


La principal debilidad de la lucha cordobesa fue el aislamiento entre el proletariado de esa ciudad y el del resto del país, en especial el de Buenos Aires. Mientras en Córdoba todo estaba maduro para una gigantesca huelga de masas, en Buenos Aires recién se concretaba un paro pacífico y aislado. Mientras los activistas avanzados de Córdoba se articulaban para conducir al pueblo en las calles, en Buenos Aires esos mismos activistas tenían una muy débil articulación y organización fabril. Mientras en Córdoba existía una reiterada experiencia de movilización obrero-popular, en especial obrero-estudiantil, en Bueno Aires tal cosa brillaba por su ausencia. Mientras en Córdoba la rivalidad entre las agrupaciones estudiantiles estaba atenuada por las necesidades de la unidad de acción, en Buenos Aires la lucha faccional adquiría ribetes grotescos, como ocurrió el martes 20 con los dos actos simultáneos, el del FEN y el codovillismo en Ciencias Económicas, y el de la FUA en Ciencias Exactas.


Si el ejército se animó a intervenir, primero en Rosario y luego en Córdoba, fue por esta desarticulación del movimiento a nivel nacional. Si la presión social en los cuarteles sobre suboficiales y soldados fue débil fue por lo mismo. Si las masas iniciaron un ordenado repliegue ante la intervención del cuerpo de tropas aerotransportadas, y no prepararon su sistemático acoso, fue principalmente por su aislamiento nacional. Expresamente se consideró en las calles de Córdoba que "el paro nacional" era tardío, insuficiente y poco resuelto.


Las masas cordobesas tendieron todos los puentes para una enérgica acción a nivel nacional. Fueron ellas junto a las rosarinas las que impusieron el paro nacional de 24 horas.


Y fue la acción de los francotiradores lo que alargó concientemente la resistencia para que el resto del país empalmara más activamente con Córdoba a caballo del magnífico ejemplo que se brindaba. Tal era la conciencia de aislamiento de la vanguardia cordobesa qua no albergaron expresamente alaguna ilusión en, la burocracia sindical y en el movimiento de Buenos Aires, en relación a un apoyo activo a inmediato a su movilización; las esperanzas las tenían depositadas en las masas rosarinas.


Todo esto no es más que la manifestación de una colosal crisis de dirección. Es sencillamente grotesco que en manos de la burocracia ongarista y vandorista quedara de hecho la única posibilidad inmediata de centralización política, nacional. El vandorismo, colgado durante dos años enteros en la colaboración abierta con el gobierno; el ongarismo  impotente hasta el colmo en las huelgas petroleras y de Fabril, y raleada sus filas por la decisión de Perón de unificar a las direcciones sindicales peronistas, la decisión de la CGT de Paseo Colón de llamar a un Comité Central Confederal ración, para al 11 de junio es un insulto infame a la clase obrera y a los condenados por los Consejos de Guerra.


Este aislamiento, esta crisis de dirección es el eje de la cuestión. A lo mismo responde, en segundo lugar, la debilidad en la capacidad de resistencia armada de la movilización cordobesa.  La razón fundamental de esto, objetiva, es que no se trataba de un movimiento insurreccional; por al grado aún bajo de maduración y organización de las masas y por la ausencia da crisis manifiesta en al ejército. Desde este punto de vista, la derrota de la policía constituye un fenomenal éxito, que en la actual, etapa de primeras experiencias de combate abierto, deja un saldo abiertamente favorable a pesar del triunfo, del ejército. La conciencia de la lucha armada concreta ha penetrado hondo, y no como fruto de: una labor propagandística, sino como resultado de una experiencia directa, la práctica ha probado la justeza de nuestras posiciones contra el foquismo. Primero, en al sentido de que la conciencia insurreccional puede nacer de las masas, no necesita ser “importada" por grupos pequeño burgueses aislados, y de que solo puede nacer como fruto de una experiencia concreta. Segundo, en el sentido de que esta proceso es inevitable cuanto antes de probar cualquier otro método nosotros pronosticamos que las masas se orientarían a la salida de “todos al mismo tiempo" (de aquí que todos los grupos foquistas y seudofoquistas quedaran desubicados ante los sucesos cordobeses). Tercero, de que al problema fundamental, es construir al partido obrero revolucionario, porque la crisis de dirección fue la causa del aislamiento de la movilización y la causa de su nula preparación militar. No estuvo prevista siquiera la toma de una radio para la propaganda masiva.


Los mandos del ejército pusieron una valla a la posibilidad de una amplia confraternización con las tropas trajeron a los efectivos aerotransportados. No solo por ser un cuerpo relativamente de elite, en parte profesional y con entrenamiento completo, sino por su propio accionar en pequeños grupos con operaciones tipo comando, las tropas aerotransportadas debían ser eliminadas en gran parte por las armas, para dar lugar a la entrada de la masa del ejército. Y esto es técnicamente posible por la misma razón, de su reducido número y acción de comando; es factible oponer un destacamento similar, inferior técnicamente, pero con la enorme ventaja del apoyo social a todo lo largo de la ciudad.


Las aerotransportadas se redujeron a actuar en algunos barrios, y solo en Clínicas a una ocupación completa.


La población cordobesa no estaba preparada, con toda lógica, para este enfrentamiento; todavía tienen que madurar muchas cosas, y la crisis política en el ejército se tiene que hacer manifiesta.


De esto se extrae una enseñanza claramente política: solo organizada revolucionariamente, en partido, puede la vanguardia acometer esta empresa y para ello deba organizar en comités fabriles y barriales clandestinos a todo el activo dispuesto. Es con esta correlación política, y con todo un avance revolucionario de las masas a nivel nacional, que se puede triunfar en la lucha armada insurreccional.