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7/11/2007|779

El Cuarto Congreso del Polo Obrero de Capital

Un camino para seguir creciendo

“Hace algo más de un año, en nuestro primer Congreso, pocos imaginaron que llegaríamos a triplicar la presencia de compañeros y delegados”.


En el cierre del Cuarto Congreso del Polo Obrero de la Capital, Rubén Schofrin destacó este crecimiento por la presencia de más de seiscientos compañeros y cuatrocientos delegados, provenientes de organizaciones gremiales, de desocupados y asambleas populares. A casi un año del Argentinazo, fue un registro del desarrollo de la rebelión popular en la Capital, así como del avance de organización y clarificación política de sus elementos más activos.


La lucha por el pan


Por la tribuna del Parque Lezama desfilaron los compañeros de las organizaciones de desocupados del Polo. José de Patricios y Juan de La Boca fueron claros por igual: “No nos van a comprar por una bolsa de alimentos. Sabemos que con ellos, los funcionarios y los punteros, no existe ningún porvenir. El futuro está en nuestra lucha, en organizarnos y fortalecer al Polo y redoblar la lucha para que, de una vez por todas, se vayan”. Ricardo, de La Boca, denunció el “Vale Ciudad”, un bono de cincuenta pesos con el que el gobierno de Ibarra pretende sustituir los actuales bolsones alimentarios… de ochenta pesos. “Quieren usar a La Boca y a nuestras organizaciones – señaló Ricardo – como conejitos de indias del ‘Vale Ciudad’. Nosotros les vamos a responder con una jornada de ‘ocupación’ de La Boca. No vamos a aceptar la eliminación de la bolsa alimentaria. Sólo aceptaremos el vale si se suma al bolsón”. Entre sus resoluciones, el Congreso votó el apoyo de todo el Polo al piquetazo que se organizará en La Boca en la segunda semana de noviembre.


“Ocupar lo que los capitalistas han vaciado”


El Congreso contó con delegaciones de la ex AU3, del Padelai, de varias de las villas de la Capital, de los compañeros de la Coordinadora por la vivienda de Almagro, que vienen de soportar un duro desalojo y represión policial. Los delegados de los movimientos por la Vivienda denunciaron la parálisis en los planes de autoconstrucción a cargo de la CMV, así como la complicidad del gobierno de Ibarra en los procesos de desalojo. “Así como los compañeros de las empresas vaciadas ocupan las fábricas para poder seguir trabajando, nosotros tenemos que ir a ocupar los predios y los terrenos que el Estado y los capitalistas reservan para la especulación”, señaló Jorge, de Ciudad Oculta. El Congreso votó reforzar una campaña por la suspensión de todos los desalojos y por coordinar a todos los que han conformado cooperativas de vivienda.


En uno de los puntos más altos del Congreso, se dirigió a la tribuna una delegación de la fábrica Grissinópoli, ocupada bajo gestión obrera. “Ha empezado para nosotros la etapa más difícil”, señaló una de las compañeras de la fábrica. El Congreso votó el impulso al frente común de todos los establecimientos ocupados, para imponer la expropiación definitiva, la gestión obrera y el auxilio económico del Estado (control obrero de los bancos) para asegurar los salarios obreros y la puesta en marcha de las fábricas.


La lucha por las seis horas


El Congreso contó con varias representaciones gremiales en lucha: de talleres gráficos, de la DGI – en plan de lucha por la devolución del 13% – , de docentes universitarios, de pasantes telefónicos y la flamante comisión interna antiburocratica del Hospital Garrahan. Entre ellos, se destacó la delegación de Metrovías. Carlos Pérez señaló: “Si algunos se preguntaban hace dos años de qué sirve una banca legislativa para la clase obrera que lucha, la experiencia de Metrovías lo acaba de demostrar. Unimos la acción directa con la acción parlamentaria, desenmascaramos a los partidos patronales y reforzamos nuestra organización para seguir adelante por las seis horas. En el transcurso, pusimos en pie al Polo Obrero dentro de Metrovías”.


El Congreso abordó también de qué modo continuar la lucha por las seis horas. Mientras Ibarra pretende retacear esta reivindicación – prometiendo “insalubridades parciales” para dividir a los trabajadores del subte – , el Congreso del Polo votó ir por más: es decir, transformar la lucha por las seis horas en una batalla general contra la flexibilidad laboral en la ciudad. El primer paso resuelto por el Congreso fue extender la lucha por las seis horas a todos los trabajos insalubres, como los enfermeros y trabajadores aeronáuticos, en el marco de una lucha más general por el reparto de las horas de trabajo y el aumento salarial. Una batalla que debe interesar por igual a ocupados y desocupados, puesto que – como se destacó en el Congreso – la contracara del 40% de desocupación y subocupación masivas es la prolongación de los ritmos y la jornada laboral para la casi totalidad del movimiento obrero ocupado.


Una escuela de organización política


El Congreso contó también con delegados de un conjunto de asambleas populares de la Capital: Patricios, Lezama, Plaza Dorrego, Villa Crespo, entre otras. Eduardo, de Patricios, realizó una reflexión importante: “Las asambleas que se desarrollan y que siguen siendo una referencia donde actúan, son las que ligaron su lucha a los piqueteros que luchan contra el gobierno: formando comisiones de desocupados, apoyando a los trabajadores ocupados en lucha”. Al plantear una acción por las seis horas, por el reparto de las horas de trabajo, por el salario mínimo de 600 pesos (indexado a partir de enero), el Congreso desarrolló en su programa la unidad estratégica de la clase obrera ocupada y desocupada, como caudillo de la rebelión popular que tiene a la Capital como uno de sus centros políticos.


Los explotados de la ciudad han realizado una experiencia política crucial con un gobierno que asumió bajo el barniz del “progresismo” y que hoy se ha revelado como una junta de la “patria contratista”, los especuladores inmobiliarios y los usureros del capital financiero.


Si Duhalde e Ibarra representan a un régimen fundido, que ya no puede gobernar, el Parque Lezama reunió a los que sí pueden hacerlo. No sólo porque aseguran cotidianamente la subsistencia material de miles de compañeros echados a su suerte por el régimen patronal, sino porque están forjando una organización político reivindicativa que candidatea a la clase obrera al poder.