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7/11/2007|779

En Palermo Viejo, Ibarra pierde 1 a 0

La ocupación del predio abandonado de Bonpland 1660 (al fondo) por parte de la Asamblea de Palermo Viejo el sábado 5 de octubre fue una lección concentrada del funcionamiento del Estado. La mañana comenzó con un operativo policial que incluía carro de asalto, canas de civil y de los otros, gendarmería y subcomisario. Todo esto porque el funcionario que debía ceder el lugar que había sido pedido 4 meses atrás, con la presentación de un proyecto 2 meses antes, había resuelto presentar una denuncia ante el juzgado. La denuncia era por una usurpación que no había ocurrido.


La Asamblea resolvió quedarse en el lugar y reclamar la presencia del funcionario capaz de abrir el candado que cerraba el acceso, entregar una nota que correspondía a la Asamblea (que autorizaría el uso del predio) pero que no había sido recibida, y que se retiraran la denuncia y las fuerzas policiales. Con estos cuatro puntos de reclamo fueron desfilando por la Asamblea los funcionarios correspondientes. Primero el director del CGP, luego el propio funcionario denunciante – Miguel Fortuna – , y finalmente el “poseedor de la llave” que minutos antes “estaba en Brasil”, un tal Hecker (¿?). La jornada concluyó con el candado abierto, las fuerzas represivas retiradas y el compromiso de firmar un convenio. Esto por la firmeza y unanimidad de los asambleístas en defender lo que consideramos una decisión inclaudicable. Los vecinos que pasaban por el lugar firmaban un petitorio apoyando la decisión. Los más enfurecidos fueron aquellos que habían confiado en que los funcionarios de “su” gobierno iban a otorgar el lugar sin problemas.


La política de los funcionarios fue todo el tiempo tratar de patear para adelante la decisión y reunirse con dos o tres delegados. La política de la asamblea fue “lo queremos ahora porque ya esperamos bastante” y “somos todos delegados”.


La firma del convenio ocurrió de la misma manera: todos lo firmamos en estado de asamblea permanente, contra la propuesta de que fueran, otra vez, dos o tres delegados. Con ese convenio el gobierno pretende que la Asamblea ponga en condiciones un lugar ubicado en el corazón de “Palermo Hollywood” y con un alto valor inmobiliario – con su propio sudor y dinero – y luego echarnos por razones de “interés público”. Para tal fin quiere constituir una “mesa de trabajo” conjunta para establecer qué se puede hacer y qué no.


Sin embargo, por ahora la Asamblea gana 1 a 0 y con el espíritu de lucha demostrado al gobierno no le va a ser fácil. Veremos.