“Tenemos un plan de gobierno para dar trabajo y preservar el recurso”

Unas 10.000 toneladas diarias de pescado se tiran al mar desde los buques de altura dedicados a la captura del langostino. Un desperdicio criminal de alimentos y un fuerte factor de contaminación. Quiebras fraudulentas, superexplotación a bordo y desocupación en tierra completan el panorama. Los trabajadores del mar tienen elaborado un proyecto para terminar con este estado de cosas. Por supuesto, chocan de frente contra intereses políticos y empresariales.


“Elaboramos un proyecto de generación de empleo, un plan racional para la explotación industrial del recurso pesquero. Es un plan de gobierno, pero nos dijimos ¿por qué no? Después de todo, nosotros, los trabajadores del mar, somos los que sabemos de esto”.


Alejandro Cuellar, de la Agrupación de Marineros Mares del Sur, con asiento en Puerto Madryn, está fuera de su hábitat cuando camina por la calle Corrientes, pero no entre los trabajadores que discuten la situación política en el Congreso del movimiento obrero y la izquierda. “Terrible el calor —dice— nosotros estamos acostumbrados al frío, allá cuando hace 20 grados ya nos parece mucho, es pleno verano”.


Cuellar explica que “Mares del Sur”, constituida ahora como ONG y con personería jurídica, surgió de una disidencia sindical con la burocracia del sindicato marítimo, el SOMU, “que no nos defiende; al contrario, nos entrega. De esa disidencia nacimos”.


—¿A quiénes agrupan ahora?


—Al principio, allá por 2008  2009, éramos solamente marineros. Después, cuando empezamos a dar a conocer nuestros proyectos, se acercaron otros trabajadores de la actividad, maquinistas, patrones… Mi viejo, por ejemplo, era capitán de mar.


—Hablabas de la depredación del recurso pesquero…


—Sí, de 10.000 toneladas diarias.


—¿Cómo es eso?


—La temporada del langostino empieza en marzo y termina ahora, en noviembre, cuando el pescado se acerca a la costa donde los grandes barcos no lo pueden capturar. Se pesca con buques llamados “tangoneros”, de esos que tienen dos grandes brazos a los costados de donde bajan las redes. Cuando recogés y volcás la captura al pozo del barco, viene de todo. La clasificación para seleccionar el langostino se hace a bordo y el resto se tira, es lo que se llama pesca incidental o fauna acompañante. En esa pesca incidental hay grandes salmones, abadejos, meros. Todo se tira al mar, unas 10.000 toneladas diarias en total. Un desperdicio tremendo, mientras hay hambre en tantas partes del país, además de ser un desecho orgánico muy contaminante.


—¿Todo el procesamiento se hace a bordo?


—Claro. Se tira el descarte y se procesa el langostino. Yo pesco, rotulo, clasifico y preparo las cajitas y las dejo listas para la exportación. Cada uno de nosotros hace el trabajo de veinte hombres. Es una fábrica que navega. Yo soy pescador y marinero, pero sobre todo soy un obrero de fábrica que trabaja embarcado.


—¿Ustedes qué proponen?


—En principio, suprimir el buque fábrica, transformar los barcos en “cajoneros”. Es decir, se pesca, se encajona todo en hielo y se vuelve a puerto, para que plantas industriales en tierra procesen toda la captura, no solo el langostino. No se desperdicia nada y se le da trabajo a la gente. Tenemos una propuesta muy completa, muy prolija para todo eso. Es casi un plan de gobierno. Por supuesto, cuando empezamos a avanzar nos pusimos en contacto con técnicos que nos dan una mano grande, desde ingenieros hasta jurídicos y contables. Y todo se discute y se resuelve en asambleas de trabajadores.


—¿Cómo te acercaste al Congreso?


—Yo soy un seguidor de Jorge Altamira desde hace mucho, sigo sus discursos, sus escritos… Mirá, a nosotros se nos acercaron muchos políticos, pero enseguida te das cuenta de que persiguen intereses que no son los de los trabajadores. Así que un día le mandé un mail al Partido Obrero, les dije que quería ver a alguien. Así me vino a ver Juan Ferro, después conocí a los muchachos de Chubut y también a Néstor Pitrola. No soy militante del PO, pero los reconozco mucho. Y no me iba a perder este congreso obrero. Tenemos que prepararnos en todo sentido, porque los trabajadores muchas veces ganamos las luchas en la calle y las perdemos en el escritorio. Tenemos que ganarlas en todas partes.


 


“Manos a la obra”


En los costados del puerto Almirante Storni, en Madryn, hay once barcos “varados”; es decir, hundidos o semihundidos. “Son desechos industriales, que además contaminan”, dice Alejandro Cuellar. “A esos desechos hay que darles la disposición final, el desguace. Así podrán reutilizarse las partes que todavía sirvan y el resto se recicla. Es acero naval, un recurso no natural del Estado”.


—¿Ustedes qué proponen?


—Propusimos e hicimos, pero no hay caso. Elaboramos un plan que se llamó “Manos a la obra” y firmamos un preacuerdo con la Cámara de Comercio Argentino-Albanesa y Argentina-Camerún, por la que ellos nos daban herramientas y logística para el desguace y luego compraban el material. Estaba todo listo.


—¿Y qué pasó?


—Esos buques hundidos son propiedad del Estado, y el Estado nunca dio la autorización para el desguace, dieron miles de vueltas. Una vez el Ministerio de Desarrollo Social dijo que podía ser, pero con la participación de un montón de organismos, como la Secretaría de Pesca de la provincia, Producción del municipio, Administración Portuaria y varios más. Pero tampoco así pasó nada… En 2013 llamaron a otra licitación, pero también se cayó.


—¿Por qué tanta resistencia?


—Nunca dieron una razón. Mirá, no nos consta, pero hay quienes sospechan que los permisos de pesca de esos buques siguen activos y alguien los está usando…