Correo de lectores
26/6/2003|806
“A los mártires de Avellaneda”
De augural perdigonera, un miércoles
gime, cual aliento proletero,
un duelo de cantores hasta miles
que a la eterna vocearán
su pan, la vida, y en un obrero canto.
Amén.
Y el sabor salar del ducto sanguíneo,
lo percibo en mi boca.
y el arrastro por el suelo, huellando sangre ígnea,
es el paso por mi herida.
y el yuto rastrillar deje estiércol por las calles,
es el plomo que mi carne abre.
Y el Solá gerentiando el crimen, como buena sucursal,
es uno de los que mi vida yerta.
Pero nadie que reniegue contra el hambre y la pobreza,
quien salive a la opresión,
fenecerá nunca.
Así mi Aníbal Verón, a quien enrolé mis manos lastimadas
con amasijo piquetero, rumbiando un florecer valioso
la revuelta proletaria
como el eco, renegado
como el ruido que harán sus almas
que desde el Puente hasta la Estación, iban levantando su braceo
tratando de seguir su canto agitador,
en sangre la de todos, hasta el cansancio sus últimos respiros,
que un comisario ordenaba / reprimía
enfrascado de oropeles por los medios
que un oficiante
como institución
gatille a mis mártires de Avellaneda.