Correo de lectores
3/12/1998|610
Acerca de la reforma educativa menemista
El sentido de una ley lo completa el análisis de las circunstancias políticas y socio-económicas que encuadran su promulgación.
La ley 1420 fue sancionada en circunstancias en que se buscaba desarrollar y consolidar un Estado- nación. Se destacó y obtuvo su ‘diploma de honor’ por tres prescripciones fundamentales: Gratuidad, Obligatoriedad y Laicidad.
La Ley Federal, contrariamente, es promulgada en circunstancias en que las Empresas Multinacionales buscan desplazar los Estados-nación.
La 1420 no precisaba ocultar su sentido. Sí precisa ocultarlo la presente Ley, en la que sus ‘pilares’ son disfrazados, y así, aparecen enigmáticamente mencionados en el Art. 3o “organizaciones e iniciativa privada”, en el mismo nivel de responsabilidad que la familia. Incluyendo en el 4o, a la Iglesia Católica como corresponsable.
En el artículo 5o, punto j) (“De la política educativa”) se expresa: “la valorización del trabajo como realización del hombre y la sociedad y como eje vertebrador del proceso social y educativo.”
Pero en los cuadernillos queda aclarado de qué trabajo se está hablando cuando aparecen copias de pedido de empleo como forma de ilustrar cuál es el sentido de la “actualización educativa”.
No se trata del trabajo como realización personal y social del ser humano sino del trabajo asalariado, del trabajo alienado.
Ese es el sentido del Polimodal y el de la destrucción de nuestras Escuelas Técnicas.
Busquemos el apadrinamiento de las empresas. Entreguémosles a nuestros hijos y a nuestros nietos para que hagan “pasantías” en ellas y, trabajando gratis, logren a su vez deteriorar el salario del obrero que aguarda para trabajar en ellas.
Este es el sentido de la Ley.
Y para atornillarlo, agreguémosle la culpa y la expiación vía la Iglesia Católica.
Así tendremos el ‘producto’ completo: Esclavo, desconscientizado y culposo.