Al pie de Rumsfeld


Esperemos que los ñoquis nacionalistas del gobierno no salgan a reivindicar el hecho de que cuando el jefe del Pentágono, el criminal de guerra Rumsfeld, llegó a Argentina, Kirchner se haya ido al sur. Si pretendió ser un gesto político, simplemente subraya que este gobierno se encuentra preso de contradicciones explosivas. Pocas horas antes de la llegada de Rumsfeld, el embajador argentino en Washington había anunciado el apoyo a Paul Wolfowitz, otro criminal de guerra de Bush, para el puesto de presidente del Banco Mundial. En el Congreso se encuentran para la aprobación dos convenios internacionales que involucran a Argentina en la cruzada terrorista internacional de Bush y que entrañan la incorporación al Código Penal de acciones de carácter eminentemente político. La aplicación de la norma de la “tolerancia cero” en la cruzada de Bush implica la abolición de los derechos ciudadanos, porque todo piquete o huelga es visto como un acto terrorista potencial.


 


De la visita de Rumsfeld hay que destacar el reconocimiento del norteamericano al papel de Kirchner para mantener en el poder a Mesa y defender a las petroleras en el Altiplano. También el reconocimiento por el papel represivo en Haití, donde la semana pasada hubo dos soldados muertos. En lo que hace a las operaciones militares conjuntas, todo indica que el gobierno se avendría a dar alguna forma de inmunidad penal a los soldados norteamericanos, porque Pampuro dio por hecho la realización de esas operaciones.


 


En cuanto a la radarización, los diarios dan a entender que Estados Unidos admitiría como una suerte de contratista a la empresa argentina Invap para la instalación de radares 3D, aunque Invap podría acometer la tarea por sí sola en un periodo de cinco años si encuentra el financiamiento adecuado. Con este principio de asociación, Rumsfeld habría logrado desplazar a los pulpos europeos que aspiran a ese mismo negocio.


 


No solamente con Kirchner, sino también con Lula, Rumsfeld exhibe las fuertes divergencias que tienen los yanquis acerca de Chávez y Evo Morales. Pero a la luz de los hechos la política de los sudamericanos se ha revelado superior a la norteamericana; Evo Morales no se cansa de repetir que se ha reconvertido a la causa de la asociación con el capital extranjero en materia de petróleo y gas. Tanto con Bolivia, pero más aún en el caso de Venezuela, la posición de Kirchner y Lula es respaldada por la Unión Europea. España ha logrado meterse en el negocio de la provisión de armamentos a Venezuela e incluso de hacerlo con el acuerdo del gobierno derechista de Colombia.


 


No hay prácticamente un sector de la prensa norteamericana que no haya destacado en las últimas semanas el aporte que han significado los gobiernos de centroizquierda a la estabilidad política de América Latina. Hasta nuevo aviso, estos gobiernos están plenamente insertados en la estrategia imperialista de “seguridad hemisférica”.