Algunas respuestas a Lucía Ferreira sobre la cuestión de la mujer

En el Nº 395 de Prensa Obrera, en el espacio dedicado al correo de lectores, la compañera Lucía planteó algunos interrogantes sobre el futuro de la mujer en la sociedad sin clases y sin propiedad privada, dudando sobre la supresión de las discriminaciones entre los sexos bajo tales condiciones. El programa de transición de la Cuarta Internacional dedica un espacio a esa cuestión: “La marcha de las cosas lleva a todas las organizaciones oportunistas a concentrar su interés en las capas superiores de la clase obrera y en consecuencia ignoran a la juventud como a las mujeres trabajadoras. Ahora bien, la época de declinación del capitalismo asesta a la mujer sus más duros golpes, tanto en su condición de trabajadora como de ama de casa. Las secciones de la Cuarta Internacional deben buscar apoyo en los sectores más oprimidos de la clase trabajadora y por tanto entre las mujeres que trabajan. En ellas se encontrará fuentes inagotables de devoción, abnegación y espíritu de sacrificio. ¡Abajo el burocratismo y el arribismo! ¡Paso a la juventud! ¡Paso a la mujer trabajadora!”.


Obsérvese que Trotsky no se refiere a la mujer, dedica su preocupación a la mujer trabajadora. De lo contrario estaría promoviendo la conciliación de clases entre las mujeres explotadas y las explotadoras. También debe señalarse que esta cita revela la preocupación especial que el marxismo revolucionario tiene por esa franja de la clase obrera que es la mujer trabajadora.


Es importante señalar también que aunque se instaure la dictadura del proletariado no desaparecerán de un plumazo el conjunto de los problemas de las masas explotadas y oprimidas, aunque sí su principal obstáculo: la clase y el Estado capitalistas. Mientras tanto, y hasta lograr un desarrollo de las fuerzas productivas que permita dar a cada cual según sus necesidades, se dará a cada cual según su capacidad, es decir, habrá desaparecido la clase explotadora y también la explotación pero en el aspecto mencionado existirá el derecho burgués. ¿Podrá la mujer trabajadora evitar la carga doméstica a partir del momento inmediato del triunfo de la revolución? En primer lugar el gobierno obrero deberá dar igualdad de oportunidades a hombres y mujeres en la capacitación laboral y además contará con una ventaja que es la supresión de la clase explotadora, la planificación obrera centralizada. Para arribar a la igualdad en todos sus términos es preciso pasar del reino de la necesidad al reino de la abundancia. La liberación de las fuerzas productivas que a éste dará lugar, será el fruto de la revolución proletaria en todo el planeta.


¿Cómo puede lograrse que la mujer trabajadora deje de lavar, planchar, cocinar, etc., etc.? Mandar ropa al lavadero, comer afuera, pagar guardería es una misión imposible reservada a la burguesía. Un sistema gratuito colectivo que satisfaga a estas necesidades requiere de la expropiación del capital y de una infraestructura planificada que exige la superación del  atraso existente.


El problema de la opresión de la mujer trabajadora no es un problema que pueda resolverse con preceptos sobre su condición de oprimida. Eso puede llevar a enfrentar a hombres y mujeres de la misma clase social, cuando ambos son víctimas del mismo régimen de explotación. Sería lo mismo que enfrentar a ferroviarios o choferes de colectivos con los usuarios o a los docentes con los alumnos o con los padres de éstos.


La compañera también se pregunta acerca de si en un sindicato dirigido por revolucionarios las cuestiones que afectan a las mujeres serían contempladas. Si el sindicato es verdaderamente revolucionario deberán ser contempladas, si lo es de verdad y hay activistas mujeres destacadas tendrán que integrar su dirección y agrego que un sindicato revolucionario tiene un programa de lucha que sólo puede obtenerse sobre la base de la acción directa y enfrentando al capital, razón por la cual si desea llevar a la acción revolucionaria a las más amplias capas de obreros es su obligación considerarlas. He aquí una diferencia con los sindicatos burocratizados que fingen integrar a la mujer formando comisiones cuya función es la parálisis y la subordinación a la política conciliadora de su dirección propatronal.


Es completamente ocioso si la organización del movimiento de mujeres debe ser horizontal o vertical, en función de su democracia interna. Si este movimiento quiere servir a la lucha por las reivindicaciones de la mujer trabajadora deberá apelar a la acción directa, a la movilización, y deberá adoptar un programa de combate contra el régimen capitalista, y esto va a requerir una dirección revolucionaria y revocable. Eso de que nadie es dirigido y nadie dirige es una hibridez para mantener al movimiento en el cuadro de las instituciones de la burguesía. Si hay una franja de mujeres trabajadoras que pujan por enfrentarse a la opresión capitalista deberán luchar por la dirección del movimiento. Lo contrario sería una adaptación al bloque progubernamental y proburgués. Para eso es necesaria una intervención organizada del partido.