CORREO DESDE VENEZUELA

Chávez pide a las Farc que depongan las armas

Valencia, Venezuela

Chávez le pide a la guerrilla colombiana, una vez más y nuevamente presionado por la derecha internacional, que deje ella las armas, cuando precisamente ni los paracos ni los carteles de las drogas ni los sicarios ni el mismo Estado represor colombiano, o las siete bases militares del imperio yanqui, dejan las suyas. El planteo tiene un alcance por lo menos sombrío. Fidel Castro comparte la posición de Chávez.

Chávez, de nuevo, se siente presionado por el imperialismo. En vez de alentar a que se sostengan en las amplias zonas del país hermano que controlan y también a que incidan en la organización que tanto requiere el proletariado colombiano, enfrentado a una inigualable explotación y al desempleo crónico en sus ciudades, llama al desarme. Las otras vías de acción parecen importar poco a los colombianos explotados y oprimidos, como lo demuestra la alta abstención manifestada en las pasadas elecciones presidenciales.

No hay duda de que para muchos de quienes participan en los debates cibernéticos en Venezuela, ese desarme debe ser el objetivo, para luego competir por un lugar de poder en la república de la burguesía. No hay posibilidad de comparación con lo que ha ocurrido en Venezuela, porque la izquierda aquí se reagrupó electoralmente bajo Chávez en condiciones excepcionales de supervivencia; sectores definitivamente capitalistas lo veían como el único capaz de controlar el ascenso exorbitante de las masas. Cualquier desmovilización de la guerrilla colombiana pasa por demostrar, primero, que son fuerza beligerante como en principio el propio Chávez las consideró, para luego cambiar por la presión internacional y por el efecto de rebote que tiene en nuestro país y, en particular, en las zonas fronterizas con Colombia la incapacidad manifiesta del gobierno bolivariano para acabar con el narcotráfico y los paracos que se desplazan como Pedro por su casa.

Que lo haga de nuevo en forma pública demuestra que el show organizado por Uribe en la OEA, bajo la égida de Obama y la complacencia de Insulza, indica que nos ha afectado en mayor grado del que desde el gobierno se admite. Que Chávez busque a Correa, Lula y Kirchner para que medien vía la Unasur, cuando falta menos de un mes para que asuma Santos es un despropósito. Santos ha preferido quedarse callado frente a los desplantes de Uribe.

No son menos notorias las exigencias de la prensa burguesa de Venezuela al gobierno bolivariano para que Chávez reconozca la existencia de los supuestos campamentos denunciados por el colombiano Hoyos en la OEA. Es un punto débil que manifiesta el gobierno bolivariano que aprovechan la burguesía y la derecha para restregarle en su cara. Lo triste, a mi entender, es que se tome a la ligera un nuevo rompimiento de relaciones diplomáticas. Santos trata de rehabilitar el intercambio comercial, por eso lo invita por intermedio de la ex embajadora colombiana en el país, la que será su futura canciller. Así que no nos extrañemos que luego de asumir Santos, las “condiciones” estén buenas para la reanudación de las relaciones diplomáticas y, posteriormente, para el restablecimiento del intercambio comercial, aunque las siete famosas bases finalmente se instalen cuando Colombia informe a la Unasur de sus características y este organismo les dé su visto bueno. ¿Ven hasta qué punto las mediaciones de ese organismo resultan convenientes?

Claro, paracos, narcotraficantes y sicarios continuarán viviendo como Pedro por su casa en los estados fronterizos con Colombia -y más adentro de nuestro país también- mientras Uribe, como alma en pena, se regresa a sus haciendas para seguir engordando su ganado.