Con el viejo cuento del proyecto nacional, Padilla defiende a la burocracia sindical

Roberto Vélez (Mendoza)

Soy de izquierda. Y desprecio a la burocracia sindical.

Lo que de ninguna manera es sinónimo de trabajadores. Ni de auténticos dirigentes. Ni de movimiento sindical.

Reivindico a Tosco. Que dirigía; pero simultáneamente estaba en la producción. Al que conocí y con el que compartí tribunas.

Y a mi viejo. Que murió pobre: esclarecido y perseguido en todas las épocas por el Estado. Pero también por patronales, policías y burócratas corruptos.

Desprecio profundamente a los que se enriquecen a costilla de los trabajadores. A los que hacen negocios con la vida de sus afiliados, medicamentos truchos mediante. A los “representantes” sindicales que tienen 4×4. Pisos. Casas de fin de semana. Y fincas.

Mientras sus representados ganan bajos salarios, no están agremiados y otros muchos están en negro o no tienen trabajo.

Estos son los llamados a ser el “dique de contención del comunismo”, desde la “conciliación de clases”.

Concepción que Padilla debiera conocer, por aquello de “clase obrera en sí” y “clase obrera para sí”. Para eso sirvieron y sirven.

Durante estos años K, los 200 grupos empresariales más importantes de la economía duplicaron su participación en el producto bruto. Y aumentó su extranjerización. Mientras, en Mendoza la renta vitivinícola, petrolera, financiera y otras sigue concentrada, con el acompañamiento de jerarcas sindicales.

Emparentada con la que ha asesinado a un militante del Partido Obrero.

Con la que en Mendoza castigó en la puerta de la Legislatura a jóvenes (en sociedad con la policía; ámbito en el que también, desde siempre, tienen muy buenas relaciones) que defienden los recursos naturales.

Con la que provocó en Uspallata en oportunidad de la presencia de Solanas. Y se preparaban para hacerlo durante la audiencia pública. Lo que se frustró por la oportuna denuncia de la Iglesia.

Ninguna de estas prácticas son casuales.

Muchos de ellos tienen la escuela de los que colaboraron activamente con la dictadura. Hasta en el plano represivo.

No sólo denunciando compañeros. También editando folletos desde algunos gremios contra el llamado accionar subversivo.

Además y, consecuentemente, acompañaron el proceso de privatizaciones de los servicios públicos realizados por el equipo justicialista de los mendocinos, e hicieron negociados con el despojo.

De qué proyecto nacional y popular está hablando Padilla.

Del mismo cuento de siempre. Impulsado por una “izquierda nacional”, que nunca fue ni una cosa ni la otra.

Finalmente, el sociólogo de marras no debiera perder el sueño. El sindicalismo que defiende siempre termina acordando y haciendo negocios con los sectores derechistas con los que Padilla dice estar enfrentado. Por aquello de que el “combatiendo el capital” sólo está en la marchita.