Daniel G. y el Líbano


El compañero Daniel G. ha enviado recientemente al Correo de Lectores de Prensa Obrera un artículo alarmante. Se puede decir que contradice en un párrafo todo lo que sostiene en el párrafo anterior. Veamos por qué.


 


Al comenzar su carta el compañero defiende acertadamente la resistencia palestina con todas sus virtudes y a pesar de sus defectos tácticos, como “atacar población civil o cometer atentados suicidas en ómnibus y mercados”; afirma entonces que a pesar de eso hay que apoyar la lucha armada palestina incondicionalmente y, en ese sentido, cita la afirmación capituladora de Plejanov de que “no deberíamos haber tomado las armas”. El compañero aquí sostiene una posición anti-sionista acertada, de rechazo a la existencia del enclave ficticio de “Israel” y a favor del Estado único laico y democrático (solamente realizable en la forma de la dictadura del proletariado, apoyada en los campesinos). En ese sentido, acuerdo totalmente con el compañero en el rechazo a la estafa de los “dos Estados”.


 


Ahora bien, en el párrafo siguiente asistimos a una posición que se puede calificar de democratizante y proimperialista, y de capitulación ante el sionismo. Apoya las reaccionarias movilizaciones de la oposición libanesa; las califica literalmente de “enorme movilización popular”. La mayoría de los integrantes de dichas movilizaciones son fascistas provenientes del catolicismo maronita, de la misma ralea de los que perpetraron (al servicio de los sionistas) las masacres de Sabra y Chatila; y esta gente pide lo mismo que el imperialismo yanqui y sus socios ingleses, franceses e israelíes: “Fuera Siria”. Lo que olvida G., que apoya estas “movilizaciones populares”, es su carácter sectario (en el sentido religioso) y proimperialista, dado que el mismo Líbano es un enclave inventado por los franceses para dividir la gran Siria multiétnica y por tanto a los pueblos árabes en general. Otra cosa que G., al igual que los periodistas de la prensa imperialista, no menciona, es el impresionante apoyo popular (este sí real) que tuvieron las marchas antiimperialistas y prosirias convocadas por el movimiento shiíta Hezbollah. Más allá de las críticas que podemos tener con relación al régimen sirio, que coincidimos en que es una tiranía, el hecho es que hay una provocación imperialista en su contra, y como decía Trotsky en otro caso: “Estamos en la trinchera del Brasil fascista contra la Inglaterra democrática”.


 


Si tanto criticamos a la izquierda proimperialista que proclamaba “ni Thatcher ni Galtieri” y sus preferencias por el imperialismo “democrático” y “civilizado”, ¿qué deberíamos decir de las posiciones del compañero G.? No se le ocurre además pensar que si a alguien le convenía el asesinato de Hariri y la desestabilización de la región es al régimen sionista, que ya tiene sus excusas para una futura ocupación de Siria.


 


Dicho sea de paso, comparar a Nasser con Videla es una miopía propia de un democratizante. Nasser nacionalizó el canal de Suez. Videla, además de encarnar una dictadura terrorista, entregó el país al imperialismo. Más allá de que Nasser no haya sido revolucionario, lo cierto es que forma parte de la serie de nacionalistas burgueses del estilo de Cárdenas, de los cuales hay que apoyar ciertas medidas (como Trotsky hizo con la nacionalización del petróleo de este último).