“Dios los vomita”

Cuando Mario Alejandro Cafiero tomó la palabra en el debate sobre el proyecto de “procreación responsable”, en Diputados, el 18 de abril de 2001, hizo gala de un principismo que hoy sorprende por su ausencia y de un lenguaje que anticipaba los famosos dichos de monseñor Baseotto.

Para oponerse al “programa de salud sexual y procreación responsable”, declaró que se oponía “por una razón de principios o de defensa de determinados valores”. Hoy no tiene reparo en aliarse a una corriente abortista y ‘relativizar’ (oh!) el ‘valor’ de, según dijo en la sesión, era “el derecho a la vida”. Si Cafiero no era un impostor en el 2001, lo es ahora, o probablemente, las dos veces.

No solamente esto. Quien hoy hace malabarismos con la flexibilidad, decía entonces lo que sigue: “¿Quieren que les diga la verdad (sic)? Aquí se habló de consenso, pero (…) han hecho un eclecticismo (…). Se trata de una iniciativa tibia, una mezcla confusa, y en estos temas debemos ser muy claros” (¡bravo por Cafiero!). Pero. ¿cuán claros? ¡Reclaros!. “Hoy, prosiguió Cafiero, se habló del Evangelio. Para mí, el pensamiento más fuerte del Evangelio es que a los tibios Dios los vomita. Sinceramente éste es un proyecto que me da ganas de vomitar”.

El Evangelio vomita, el Evangelio ata piedras a la gente y la tira al mar: éste es el fundamentalista que ha pactado con el MST a cambio de una candidatura a senador (o sea, bíblicamente hablando, de un plato de lentejas). ¿Quién engaña a quién: Cafiero al MST o el MST a Cafiero?