El Estado argentino le gana a La Salada


Sin dudas, La Salada concentra una parte considerable de la producción de prendas confeccionadas en talleres, donde sus trabajadores están fuera de los convenios colectivos de Soiva y Unión de Cortadores.


Todos enfocan sus críticas sobre este monstruo que mueve millones de pesos, colocando en las tapas de los diarios denuncias sobre la venta de marcas truchas. Los canales de televisión trasmitieron en vivo el momento en que fueron arrasados por las topadoras de Martín Insaurralde, el intendente K, junto a la policía Bonarense, los puestos no controlados por Castillo y compañía.


Sin embargo, nada se dice sobre las miles de prendas que son confeccionadas en talleres bajo condiciones de brutal explotación, a beneficio de los organismos del Estado. Desde los distintos ministerios salen encargos de miles de prendas bajo licitaciones de dudosa credibilidad, que terminan tomando intermediarios, quienes no cuentan ni con el viejo costurero de nuestras abuelas para pegar un botón. Fue lo ocurrido este 2 de junio pasado en el barrio de Parque Patricios, donde un trabajador de nacionalidad boliviana se escapó de un taller clandestino y pidió ayuda a un patrullero de la policía Metropolitana, que los terminó llevando a un domicilio donde fabricaban camperas para la Policía Bonaerense (La Nación, 2/6).


Cuando se culpa a los organismos de seguridad de poca eficacia para combatir a esta mafia del vestido, no se ven los millones de pesos que gasta el Estado de la provincia de Buenos Aires, para vestir a los más de 60.000 agentes a quienes tienen que equipar. Nadie va escupir el asado de donde todos comen sobre el sudor de miles de trabajadores.


Bajo el gobierno de los K se repite hasta el cansancio los logros contra el desempleo.


Ocultando que los trabajadores que están que bajo convenio, la mayoría no cubre el 50 por ciento de la canasta familiar. Otro elemento que incorporó esta década ganada fue el trabajo fuera de convenio no sólo de los talleres de costura, sino de millones que trabajan bajo la forma de monotributistas en un universo tan amplio, que va desde empleados municipales, hasta profesores universitarios.


El padre de los niños que murieron en el incendio de Flores, el pasado 27 de abril, aspiraba ser monotributista como forma de mejorar su terrible situación.


Cuando comencé en mi oficio en los ‘70, lo primero que recordé fue lo que me decía mi viejo: “que te pongan por convenio”. Los nacionales y populares intentaron, junto con la burocracia sindical, que esta conquista sea borrada, su relato carga con las muertes de los trabajadores, que mueren por condiciones fuera de las establecidas por convenio, la victoria de los aceiteros son una bocanada de aire fresco para recuperar nuestras conquistas.