El insulto a Trotsky

Algo de polvareda ha levantado el ho­menaje a Raúl González Tuñón. Esto ya marca la necesidad de realizárselo. Sir­ve para avanzar en la discusión -co­menzada hace tiempo- sobre la relación entre “arte” y “revolución”; y para aler­tamos sobre el error de no haber publi­cado también, en el aniversario de su muerte, la trayectoria de Trotsky (que in­cluye un famoso manifiesto con Bretón) como parte de este debate.


El insulto


Trotsky "no es insultado" si reivindica­mos algo de Tuñón como poeta. Su obra es un paso adelante en la medida en que no entendió su creación como producto de su “espíritu sensible” sino que en ella intentó reflejar la realidad cotidiana. Sin embargo León nos daría de puntapiés si reivindicáramos su actividad militante seguidista del stalinismo. Les recomien­do deleitarse con la majestuosa obra del contrarrevolucionario y frustrado asesi­no de L.T., Siqueiros.


El mexicano aportó a la revolución de su propia disciplina; en cambio, ignoro si se podría decir lo mismo de Tuñón. Pe­ro aún así, que el argentino haya desa­rrollado su actividad artística en sintonía con su actividad política revolucionaria consciente, es una característica reivin­dicable, independientemente de sus errores de contenido; pues en mayor o menor medida le dio un impulso a nues­tra causa y la causa de la liberación del arte. Porque uno reivindica el aporte concreto en un momento concreto. No en vano los bolcheviques reivindicaban al malvado Plejanov.


“Muerte de un traidor”


El problema de ‘Muerte de un trai­dor’ no reside, para quien le interese ocuparse, en que su contenido afecta los oídos de algunos sino en cuanto lo hace su forma. Y ello es tarea para un crítico literario (lector o no de prensa obrera) en tanto no sea una traba con­creta, actual, para el desarrollo de nuestra política revolucionaria. Creo que no lo es actualmente.


El problema entonces, debemos en­focarlo en la organización de los artis­tas como tal. Analizar no sólo en que medida la organización que estamos dando en tomo a ejes gremiales esta permitiendo desarrollar un criterio es­tético revolucionario, sino cuánto este es la expresión de la evolución de la conciencia política de las masas y de la crisis del régimen. Esto hace que cumbia villera me guste un poquito más.


Los muertos


Los muertos no tienen memoria, sólo vivos podemos extasiarnos con las producciones humanas, entre ellas las artisticas. Y a éstas las mayorias las evaluamos a partir de cuánto conmueven nuestra conciencia de la realidad palpable. Otros, pocos, también a partir de cuánto se encuadran en determina­do paradigma técnico-conceptual. Por ello, sí los muertos se sintieran insulta dos, alertarían a mi espíritu sensible, obligándome a escribir.