El negocio, la adicción y la recuperación

El negocio


El narcotráfico mueve en el mundo más de 500.000 millones de dólares. El país que consume la mitad de la producción mundial es EE.UU., que mediante su poder económico y político mantiene en toda Latinoamérica la penalización del consumo. Mediante esta legislación represiva, el precio se mantiene alto, regulado de arriba hacia abajo por la clase capitalista, aunque el consumo de drogas no es exclusivo de una clase social (consume desde un obrero hasta un empresario).


Al Estado no le interesa bajo ningún concepto combatir el narcotráfico. Por ejemplo, “los punteros” que distribuyen la droga tienen que arreglar con el comisario de turno. Exigirle al Estado que dé respuesta es una utopía.


La campaña del Estado, en vez de prevenir, instaura (promociona) ciertas drogas en la sociedad.


La adicción


La adicción es una enfermedad (según la Organización Mundial de la Salud), no es un dilema moral; es una enfermedad física, mental y espiritual que afecta de una u otra forma todos los aspectos de las personas adictas. Lo que convierte en adictos a los seres humanos es la enfermedad de la adicción, no el consumo. El consumo es el síntoma de la adicción. No importa el tiempo de consumo, la cantidad, la calidad ni la clase social para ser adicto. Este tipo de enfermedad tiene manifestaciones antisociales (si vemos un ciego, lo ayudamos a cruzar la calle; si vemos una persona drogada, damos media vuelta y nos marchamos).


Este tipo de enfermedad incurable trae aparejadas otras, como el HIV, la hepatitis, etc.


La recuperación


No importa la abstinencia de drogas. La enfermedad de la adicción “no tiene cura”, sólo recuperación. Existen lugares independientes del Estado de recuperación. Por ejemplo, a nivel mundial, existen Alcohólicos Anónimos y Narcóticos Anónimos.


La militancia revolucionaria y el consumo de drogas van por caminos diferentes. Levantemos la consigna del Partido Obrero. Para combatir a la droga, hay que organizarse contra el capitalismo.