Elecciones, los leones andan sueltos

Desde hace muchos años, al electorado se le presenta siempre el mismo panorama y la misma opción: votar al mal menor. Desde la izquierda, casi todas las organizaciones participantes demuestran una absoluta ineficacia para contrarrestar la susodicha opción: no hay un compacto conglomerado que convenza a la gente de que es posible romper con aquella tradición electoral. Cada partido va por su lado, con candidatos que son los de siempre: cabeza de sus propias estructuras. No hay una renovación creíble (salvo alguna excepción), todos esperan instalarse aunque sea por una pequeña diferencia.


Es casi una utopía comparar los fondos de que disponen los partidos tradicionales para sus campañas televisivas, radiales y murales.


Todo lo hacemos a pulmón y no alcanza. La perspectiva es sacar un pequeño porcentaje de votos que nos permita arrimar con uno o dos diputados.


Si logramos la instalación de una fuerza (o frente), podríamos colocar entre 10 o 15 diputados, lo que daría lugar a formar un bloque en la Legislatura, que con la inclusión de otros (más o menos afines) nos daría una mayoría por demás interesante, donde sacaríamos proyectos que andan a la deriva (como el del aborto) y lograríamos la liberación de los que hace un año están presos.


Faltan pocos meses para las elecciones y no veo la posibilidad de la formación de dicho espacio.


No sé qué otra cosa se puede hacer y cómo podríamos revertir esta situación. Los dirigentes tienen la palabra y los opinadores podemos tirar ideas que tal vez sirvan a la coyuntura, todo está por verse. La selva existe y los leones tienen hambre.


Con afecto