¿Festejar qué?

G. R.

-Exclusivo de internet

Oíd el coro de los “progresistas” saludando el gran festejo patrio. Oíd a los charlatanes hablando de una historia contada por terceros y cuartos. Oíd a toda la burguesía: golpistas y antigolpistas, liberales y estatistas, nacionalistas y proimperialistas, peronistas y radicales, transversales y monolíticos rindiéndole culto a la gran participación popular “en calma” y “ordenada”.

Algunas voces oficiales, coqueteando hacia “la popular”, arrojaran fuertes repudios contra el primer Centenario. Este Bicentenario, en cambio -afirmó la Presidenta-, se realiza con el pueblo en las calles… y no admite una historia edulcorada, que ignora las batallas que se dieron para el triunfo de la independencia… Castelli entró al cabildo afirmando que si no se convocaba a un cabildo abierto vendrían con el pueblo en armas”. Entonces se rectificó “que mañana no digan que la Presidenta convoca a ninguna batalla, ¡no! por favor”. Y siguió cantándole loas a la pluralidad, la democracia, la institucionalidad, etc. No pueden estar más claras las cosas… Es fácil hablar de la historia pasada, de Castelli, de los socialistas y anarquistas, coquetear con el Che, etc. Lo difícil es traducir la historia en enseñanzas para el presente.

Es que hablar de batallas hoy, a menos de una década del Argentinazo es como nombrar la soga en la casa del ahorcado. Es más fácil hablar de Castelli que de 2001, cuando la fuerza de la clase obrera, aunque muy insuficiente como para colocar un gobierno propio, abrió un periodo político en el país en el que se produjeron importantes cambios y lecciones históricas. Ante el aumento de la desocupación, los obreros desarrollaron un poderosos y único -a nivel mundial- movimiento de masas de los desocupados. Ante el cierre de empresas, los obreros las tomaron… Ante del avance de la soja y la expropiación de los pequeños productores pobres, se generaron importantes movimientos campesinos. Ante el avante del corralito bancario, los pequeños ahorristas salieron a martillar los bancos. Ante el estado de sitio, los trabajadores salieron a las calles. ¡Si esto no es una batalla! ¡Si éstas no son lecciones históricas!

Y claro ¿cómo hablar hoy de batallas? ¡No vaya a ser cosa que avivemos giles ahora, a menos de 10 años del argentinazo y con el mundo en crisis! De ahí que la burguesía se haya orinado encima de alegría al ver una multitud en las calles pero en “calma” y “ordenada”. ¡Cómo no van a festejar!

Pero se equivoca la burguesía y se equivocan todos los que subestiman no sólo a la clase obrera y a las masas, sino al potencial educativo que tiene la historia y la realidad. Nadie come vidrios. El desarrollo del movimiento obrero ocupado e industrial progresa a pesar de todos los intentos de la burocracia por constituir una muralla. Ahí está el progreso en un sinnúmero de gremios y empresas que van desde las comisiones internas en San Martín del Tabacal en Salta hasta Tierra del Fuego, pasando por lo conseguido en Subtes, en metalúrgicos, en la alimentación con Kraft, Arcor y otros, en estatales, en el movimiento de fabricas recuperadas, etc. Aún embrionario, este trabajo marca todo un camino en la dirección de unificar a la clase obrera ocupada y desocupada bajo un programa verdaderamente clasista.

Y más se equivocan los que no sólo subestiman a la clase obrera y a la izquierda, sino aquellos que subestiman el período histórico que se está abriendo con la crisis mundial. Este período está demostrando la imposibilidad del capitalismo de hacer viable la sociabilidad más elemental, incluso a dos décadas de haberse quedado literalmente con “todo el mundo” luego de la caída del estalinismo.

¿Festejar qué? Esta es la gran pregunta que todos aquellos que militamos porque las bases que producen y reproducen un mundo cada vez mas podrido desaparezcan. Que la burguesía festeje su bicentenario entonces. No tenemos nada que hacer junto a las clases dominantes argentinas. Estas que nunca hicieron la reforma agraria, que no industrializaron el país, que lo sometieron continuamente a los imperialismos de turno, que lo han llevado de estar entre los 10 países económicamente más importantes a disputar el ranking del atraso. A 200 años de la independencia que nos iba a dar la “noble igualdad” hoy nos encontramos con la educación pública liquidada, con la salud igualmente en ruinas, con los grandes recursos de la patria en manos de transnacionales. El trabajo esclavo ha resurgido en los sótanos de las “maquilas” ilegales porteñas, el 40% de los trabajadores esta en negro, sin derechos.

¿No tenemos nada que festejar entonces? Si. Aquellos que no tenemos ya más nada que perder salvo nuestras cadenas, tenemos que festejar. Festejar que contrariamente a los agoreros que pronosticaban el fin de la historia, la muerte de las ideologías y el triunfo del capitalismo, este hoy se resquebraja ante los ojos del mundo, abriendo un nuevo período histórico que coloca no sólo la posibilidad de una profundización de la barbarie capitalista sino también, la experiencia de nuevas crisis revolucionarias.

Entonces, que la burguesía festeje su bicentenario. La tarea de los trabajadores es la de prepararnos pacientemente para transformar la crisis del capitalismo en una crisis revolucionaria que de todo el poder a los obreros y al pueblo. La burguesía ya no tiene más nada que ofrecernos a no ser, más dependencia y porque no, alguna que otra fiesta “popular” que compense la pérdida del orgullo nacional que el atraso al que nos condena suscita en las masas.

(Carta editada por su publicación)

27/5/2010