Fumar no es un derecho democrático


En los artículos "Patota contra muestra artística" (PO N° 1.006) y "Balance y Perspectivas" (PO N° 1.007), se hace una acertada denuncia de la regimentación social que a fuerza de palos el gobierno de Alperovich impuso a los tucumanos. En esta enumeración de derechos cercenados apuntan la prohibicion de fumar en los lugres públicos. Aquí me detengo.


Me sorprende que los compañeros pongan en la misma bolsa lo que es cercenar libertades individuales, las medidas reaccionarias, y aquellas que son pertinentes a la salud pública y a su prevención.


La salud pública amerita un debate cuidadoso, libre de ligerezas, que permita discernir concienzudamente. No se puede poner al mismo nivel medidas represivas, autoritarias, que violan derechos individuales con una clara intención de imponer un orden social apacible para el gobierno de aquellos que tienen, o deberían tener (aclaremos), un carácter preventivo.


La ley de prohibición de fumar vista como represiva es inapropiada, salvo que se quiera hacer demagogia o se peque de ignorancia supina.


Harto conocidas son las consecuencias nefastas del tabaquismo para los fumadores activos y pasivos. El cigarrillo es una droga que a diferencia de otras no sólo hace daño a quien la consume, sino que afecta también a los que rodean al fumador (como el alcoholismo). Sin entrar en el debate médico, si se coloca al mismo nivel las medidas represivas de las preventivas (las que deberían serlo), ¿quiere decir que de haber obtenido una banca el PO hubiera propuesto derogar, a la par del tope horario (por dar un ejemplo), la ley de prohibición de fumar? Entonces, tal vez también se vea como cercenadora la que prohíbe la venta de alcohol a menores de 16 años.


Tanto el tabaco como el alcohol son drogas destructivas no sólo para la salud del adulto sino también para los chicos que lamentablemente cada vez a más temprana edad buscan estas experiencias (hay casos en escuelas primarias). La implementación de la ley pone en el tapete la ausencia de campañas preventivas y es discutible, pero por sus li-mi-ta-cio-nes, por lo errado de su enfoque, por la ausencia de asistencia médica y psicológica para los adictos.


Sin dudas, la salud publica y la medicina preventiva abren un infinito campo de debate y sin dudas, también, son diferentes los puntos de vista de un gobierno capitalista de uno socialista. Nuestro partido tiene profesionales de la salud y debería tomarse en serio un programa sobre este tema.


Al margen de la regimentación social de Alperovich, su política sanitaria es igual de macabra y pérfida, sin hospitales, sin insumos, sin profesionales, etc. Esta ley es sólo una muestra de lo mucho que hay por hacer en salud pública. Esta será la tarea de un gobierno de trabajadores.


Saludos,