Gilbert miente, el PO bajo la dictadura

Isidoro Gilbert escribió un libro llamado “La Fede”, la historia de la Federación Juvenil Comunista. El objetivo de esta carta es rechazar una aseveración que se hace en el capítulo dedicado al Nacional Buenos Aires.

En la página 481, y refiriéndose al golpe genocida del 76, Gilbert afirma que “dentro de la TERS primó la autodisolución y la Fede quedó casi sola para reiniciar la actividad de resistencia”. Pocas palabras, muchas mentiras.

La TERS (UJS) y Política Obrera (Partido Obrero) no sólo no se autodiluyeron sino que desarrollaron una intensísima actividad durante la dictadura militar. A modo de enumeración alcanza con decir que durante esos ocho años se efectuaron el II y el III congresos de Política Obrera, que la prensa del partido salió sistemáticamente, que estuvimos en la primera línea en las organizaciones de familiares de desaparecidos (con Cata Guagnini, luchando contra el PC que no quería que se responsabilizara a las FFAA por las desapariciones), que desenvolvimos durante dos años consecutivos cursos de formación política trasladando más de 400 compañeros fronteras afuera, que teníamos una hoja sindical que distribuíamos profusamente en fábricas y lugares de trabajo (“Qué pasa en los sindicatos”, así se llamaba), etc. Como se ve, un partido que lejos de autodiluirse mantuvo una actividad consecuente a pesar de que parte de su dirección estaba en el exilio.

La intensa actividad que Política Obrera desarrolló se debe a que se preparó para ello; es decir, respondió a una caracterización política que fue única en la izquierda. Mientras el PC y el morenismo caracterizaban a Videla como un general democrático y al gobierno genocida como la “dictablanda”, PO caracterizó que el golpe que se estaba gestando tenía como propósito liquidar física y políticamente a la generación que había surgido con el Cordobazo. Con esa caracterización nuestro partido se preparó política y organizativamente para luchar contra una dictadura sangrienta.

En la frase de Gilbert hay un dato que indica que la disolución política fue del PC, por eso habla de “reiniciar”. El PC quedó políticamente fuera del Nacional Buenos Aires, como lo revela un testimonio de Irene Muñoz (una dirigente de la Fede), que deja claro que las bases en el Nacional Buenos Aires no respondían al Partido: “Empezamos a mentir cuando hacíamos campañas financieras, les mentíamos sobre qué cantidad de gente teníamos… estábamos totalmente en contra de la línea del partido en ese momento, pero ya no había lugar donde irse, ésa es la triste verdad” (pág. 497). La línea del PC era la alianza con un sector de la FFAA a quienes llamaban a conformar un gobierno cívico militar de unión nacional.

Es probable que Gilbert esté acomodando la historia para resarcirse de viejas amarguras. La TERS del Nacional Buenos Aires era una seria competencia para la Fede (como el mismo autor reconoce, pág. 477). Tan es así que un par de años antes del golpe casi el 10% de sus militantes en el Colegio rompieron con la Fede y se pasaron a la TERS. En plena vigencia de la Triple A, la Fede tuvo una actitud criminal: hizo pública con nombre y apellido la lista de los que se habían sumado a la TERS colocándolos como blanco para la represión.

Criminal y policial

Gilbert tendría que hablar con Aníbal Ibarra, que sabe todos los detalles, porque era el dirigente en ese momento de la Fede del colegio y conoce hasta en qué lugares se hicieron algunas reuniones de la TERS del colegio bajo la dictadura.

La frase en cuestión pinta al conjunto del libro de Gilbert. Los psicólogos lo definen como “transferencia”: Gilbert nunca rompió política y moralmente con el stalinismo.