Imposturas en una respuesta al PO

El sábado 1° de diciembre concurrí a la charla sobre las “Lecciones de Octubre para la Revolución Argentina”, organizada por Razón y Revolución. Para quien aún no está enterado, los panelistas fueron tres: Jorge Altamira, del PO; Pablo Vasco, del MST, y Eduardo Sartelli, de Razón y Revolución.


La charla resultó muy interesante, tanto que el debate que se dio allí mismo continúa hoy día, aunque de manera un poco deformada, en los periódicos del PO (“Imposturas en un debate”, Luis Oviedo, Prensa Obrera N° 1.020) y del MST (“Una respuesta al PO”, Pablo Vasco, Alternativa Socialista 466). Supongo que próximamente también se sumará El Aromo, periódico de Razón y Revolución. Por mi parte, quisiera hacer una modesta contribución al debate.


La respuesta de Pablo Vasco es, en realidad, una justificación para sus propios militantes y simpatizantes. Esto por una razón fundamental: su artículo es la confusión en su máxima expresión. En primer lugar, no nombra nunca a Luis Oviedo, pero resulta que es Oviedo, y no Altamira, el que acusa a Vasco de las imposturas. De Sartelli dice solamente que es el director de la revista Razón y Revolución, pero no dice que ésta es una organización cultural (parecería que es, simplemente, una revista). En segundo lugar, porque prácticamente todo lo que dice, tanto de la posición del PO en la charla y del artículo de Oviedo, como de su propia posición, es falso.


En cuanto a esto último, como la respuesta de Vasco está dividida en dos partes, trataré cada una por separado, siguiendo esa división. Respecto de la primera, esto es, a “la caída del muro y del stalinismo”, las palabras textuales de Pablo Vasco en la charla fueron las siguientes: “Por eso nosotros no sentimos, no calificamos como una derrota la caída del muro y la disolución de la URSS en su momento. No había socialismo ya en ese momento, ya había Estado carcomido por la burocracia”. Asimismo, como dice Oviedo en su artículo, comparó la caída del Muro y la disolución de la URSS con la derrota de una lista burocrática a manos de una lista clasista opositora.


Se supone que Pablo Vasco debía explicar estas declaraciones, puesto que son, como mínimo, polémicas. En la charla, ante el asombro del público, no lo hizo. Ahora, en “Una respuesta al PO”, con todo el tiempo del mundo para dejar bien en claro su postura, vuelve a esquivar el bulto. Se limita a decir, por ejemplo, que “la burocracia había carcomido esos Estados, donde poco quedaba ya de verdadero socialismo”, y que considera una victoria la caída del muro y del stalinismo. Caída que terminó, como es sabido, con la restauración capitalista y no con el triunfo de una “lista clasista opositora”.


Pero eso no es todo, porque como señaló Altamira en la charla, la postura de Vasco se contradice con la del MAS, que consideraba a la URSS como un Estado socialista y que, según el mismo Vasco, oponía el “socialismo con democracia” al “socialismo real burocrático” de Alemania Oriental. Es evidente que ningún “dogmatismo” los obliga a sostener hoy la misma posición, pero la cuestión no pasa simplemente por ahí. Si hay dos posturas contrapuestas (e incluso tres, si consideramos la que afirma que “casi” no quedaba socialismo), eso significa, entonces, que en algún momento se cometió un error en la caracterización. ¿Dónde está, entonces, la crítica a ese error? En vez de eso, Vasco pretende salir del embrollo devolviendo la acusación. Esta acción no tendría nada de malo si Vasco la hubiese aclarado. Luego, no hay ningún problema en que diga que, en verdad, es Oviedo o Altamira quien comete el error que le imputa al otro (“dar una voltereta de 180°”). Pero no fue así.


¿Quién da la "voltereta"?


De todas formas, en el artículo de Oviedo (“De la disolución de la URSS al levantamiento popular de la Argentina”, (Prensa Obrera N° 735), que Vasco cita en su respuesta como supuesta evidencia de la contradicción, hay una frase bastante esclarecedora: “La disolución de la URSS, sin embargo, sólo reemplazó la dictadura de la burocracia central por la dictadura de las burocracias locales, asociadas a su vez con el imperialismo mundial”. Y unos renglones más abajo dice: “Aunque reconocía que el proletariado había recibido un serio golpe con la destrucción de la propiedad estatal y sus conquistas sociales, el PO sostuvo que el factor dominante de la situación creada con la disolución de la URSS era la agudización de la crisis y de la lucha de clases a escala mundial”.


Creo que la postura del PO es bastante clara; no así la crítica de Vasco, por lo que me resulta bastante difícil notar la “voltereta”. Demás está decir que todo esto es muy diferente a considerar una victoria la caída del muro y la disolución de la URSS, o a compararla con la derrota de una burocracia en manos de una oposición clasista. Recomiendo, asimismo, leer el artículo “La restauración del capitalismo y los pronósticos de Prensa Obrera”, en Prensa Obrera N° 1.000 (también de Luis Oviedo), pues allí se hace un breve seguimiento de la posición del PO, sobre este tema, a lo largo del tiempo.


En cuanto a “la política ante Chávez y el plebiscito”, que es la segunda parte de la respuesta de Vasco, aquí se encuentra, sin duda, lo peor de todo. Vasco afirma, entre otras cosas, que las “sectas” dicen que Chávez va a traicionar, aunque fue él quien realizó esa afirmación en la charla. Oviedo aclara, además, y con muchos ejemplos, que lo dicho por Vasco no es lo mismo que el MST sostiene en su periódico. Pero, de todas formas, vale agregar que quien avisa no traiciona.


Más abajo, le atribuye una falsa explicación a un Altamira supuestamente enojado. Aquí cae en la “falacia del espantapájaros”, que el MST comparte con muchos de los críticos del PO en este tema, como por ejemplo El Militante. La falacia se llama de esa forma porque consta en hacer pasar a un muñeco de paja por un ser humano de carne y hueso. En otras palabras: se le atribuye al otro, intencionalmente, una falsa postura con el fin de atacarla más fácilmente. Una vez destruida la falsa postura, se llega a la conclusión de que lo destruido es, en verdad, la postura real. Aquí el MST lo hace de una manera breve, pero lo ha hecho otras veces más extensamente. Se acusa al PO de decir que se puede votar, con un programa propio, a Lula o a Evo, lo cual es cierto, pero a continuación se le critica el no hacerlo, de la misma manera, con Chávez. Y allí esta la falacia.


Las palabras exactas de Altamira, en verdad, fueron las siguientes: “Cuando se reforma una constitución, uno no vota por una fuerza diferente a la de uno con el programa de uno, sino que uno vota por el programa del otro (…) Yo puedo votar por Evo Morales diciendo: para golpear a la derecha voto por Evo Morales. Pero voy a aprovechar una derrota de la derecha, para impulsar mi programa revolucionario. (…) Pero mi programa no es el de Evo Morales, y critico el de Evo Morales. Ahora, en un referendo constitucional, yo voto por el programa: reelección indefinida, sometimiento a distintos poderes, regimentación del movimiento sindical (…) Un socialista no puede votar eso ni muerto. Es votar el programa de estrangulamiento de la clase obrera (…)”.


Y sigue: “Se puede votar por el Partido Laborista con el programa de uno, se puede votar por Evo Morales con el programa de uno, por Lula con el programa de uno o por Chávez con el programa de uno; lo que no se puede hacer es votar el programa de Chávez, de Lula, de Evo Morales o el programa de Blair. No vamos a votar nunca el programa de Blair, porque es el programa de la explotación de los trabajadores. ” Bastante distinto a lo que nos quería vender Vasco….


Lo "funcional a la derecha"


Todavía hay más. Se trata del argumento final del artículo de Vasco. El No o la abstención fue un claro error sectario y, lógicamente, funcional a la derecha; derecha que, por cierto, los que no llamaron a votar al Sí atacaron menos que al chavismo. No es un resumen de su argumento, sino que eso es todo. Por mi parte, hay tantas cosas para decir, que me es difícil saber por dónde empezar. Trataré de ser breve. El MST comete otra falacia, conocida con el nombre de “blanco o negro”. Presenta la situación en Venezuela como si únicamente hubiese dos alternativas: el chavismo o el imperialismo. O estás con Chávez, o estás con Bush (paradójicamente, Bush dice: o estás con el bien, o estás con el mal). De esto deduce, entonces, que cualquier oposición a Chávez es estar con el imperialismo. Altamira, en la misma charla, le respondió con un ejemplo contundente que provocó la risa del público: “Hace dos años, en Francia, hubo un referendo sobre si Francia aceptaba o no la constitución Europea. Los fascistas franceses llamaron al no. Los trotskistas franceses llamaron al no. Y el Partido Obrero apoyó a los trotskistas franceses que apoyaron al no. ¿Quiere decir que somos todos fascistas?”.


Más gracioso todavía es que quien plantea esta falsa dicotomía es el partido que, por su seguidismo al gobierno de Chávez, ha hecho todo lo posible para impedir el desarrollo de un movimiento obrero independiente; es decir, un movimiento “ni blanco ni negro”. Pero, por si acaso no es suficiente, solamente basta con leer algunos trabajos de Trotsky, como “Su moral y la nuestra” (en donde critica esta clase de asimilaciones), “Discusión sobre América Latina”, “La industria nacionalizada y la administración obrera” y otros, para ver que el “análisis” del MST no resiste crítica alguna.


Tampoco es cierto que Oviedo los acuse, simplemente, de disimular su posición sobre Venezuela. La frase correcta es “Pablo Vasco probablemente trató de disimular su apoyo al chavismo ante un público de izquierda”. Vale decir, también, que como se encarga de señalar Vasco, uno de los temas tocados en la charla, sobre todo ante la insistencia del público, fue el de la unidad de la izquierda. Lo interesante aquí es que, el partido que se ha gastado más páginas hablando de una unidad abstracta, no dedique al menos unos renglones para mencionar cuál fue la propuesta que el PO le realizó al MST y qué expectativas tiene ante ella. Se excusa diciendo que es imposible reseñar todo, pero en el momento Vasco tampoco dio respuesta alguna.


Por último, no pienso mandar a “recapacitar” a nadie, como suele hacer el MST al finalizar sus artículos. Esto porque no tiene sentido alguno. La noche es noche y, por mucho que alumbre la luna, no se convertirá jamás en día. Solamente voy a decir que si el MST no puede evitar discutir las diferencias de una manera superficial, confusa y sobre todo desinteresada, pues entonces no cabe duda de que el mote de sectario (esto es, que vive para él solo y que no puede explicar sus diferencias con los otros partidos) le cabe perfectamente.