La exclusión del PO de la televisión

Resulta irritante ver por televisión (ejemplo: TN, domingo 27 de mayo) el “cierre de campaña de la izquierda” sin que siquiera nos mencionen. Las cámaras fueron a los actos del MST y de Claudio Lozano: pasaron casi tres minutos de un discurso de Patricia Walsh en el Parque Lezama y una entrevista de igual duración con Lozano. El locutor remató la cosa al decir que ésa es “la oferta electoral de la izquierda”. Según él, no hay nada más.


Seguramente, la mayoría de nuestros compañeros hablarán de un sabotaje consciente contra nosotros por parte de los medios, impulsores del centroizquierda para que allí desemboque cualquier tendencia izquierdista del electorado. Eso es así en parte, pero sólo en parte: al Grupo Clarín, por citar un caso, el MST no le produce molestia alguna y con Lozano se llevan muy bien. Nosotros, en cambio, desde hace 25 años les hacemos paros cada vez que podemos. Hasta ahí resultan correctas las enseñanzas del maestro Perogrullo, pero no sirven para solucionar el problema.


Los medios periodísticos cumplen una función social que conocemos y no he de ofender a ustedes recordándola aquí. Pero, además, son empresas cuya razón comercial consiste en vender información distorsionada y, también, en vender espacios de publicidad presentados como si fueran noticias (lo que el gremio de prensa llamó “chivos”, término que fue apropiado por toda la población), generalmente más eficaces que la publicidad directa.


En el caso que citamos al comienzo, TN emitió las actividades de Lozano y de Walsh, y no las nuestras, simplemente porque ellos pagaron y nosotros no.


En tiempos electorales la televisión es una devoradora del cerebro colectivo, más aún que en épocas normales. La gente, aun a sabiendas de que le mienten, elige por televisión al “mal menor”, al candidato que, de acuerdo con el imaginario popular, permitirá no estar peor, ya no mejorar (un voto clásicamente conservador).


Dicho sin vueltas: si desaparecemos de la televisión, desaparecemos de la campaña. En esas condiciones, resulta mucho más dificultoso que los votantes vean la alternativa obrera y socialista como una posibilidad real en el terreno electoral. Son eficientes e imprescindibles los afiches y el contacto directo de nuestros candidatos con la población, pero gran parte de ese esfuerzo se pierde por nuestra ausencia de la pantallita. Debemos lograr que ella nos meta también a nosotros en las casas de los trabajadores.


Mi propuesta: que la necesidad de disponer de espacios mínimos en los noticiarios de la televisión sea motivo de debate.