La Fundación Arcor fomenta la explotación de los discapacitados

La Fundación Arcor lanzó, dos años atrás un concurso de proyectos para entidades de atención a niños y jóvenes discapacitados. En 1996 se presentaron 29 proyectos y se aprobaron 19. Este año se presentaron 69 trabajos y se financiaron 28, desembolsando 46 mil pesos en 1996 y 67 mil en 1997 (La Voz del Interior, 14/9).


Los elegidos fueron “talleres de educación productiva” para chicos con síndrome de Down y otras discapacidades, dirigidos por Asociaciones de Protección al Discapacitado (Apad y otras) y “apadrinados” por “entidades privadas”. Bajo el argumento (escuchado hasta el cansancio) de la capacitación laboral y la inserción de los excluidos, etc., los chicos son víctimas de una fascinerosa y podrida explotación (si es que alguna no lo es). En General Deheza hay un ‘ejemplo’ de estos talleres, ‘beneficiado’ con 3.000 pesos de la Fundación Arcor. Allí los pibes fabrican trapos de piso y bolsas de polietileno, además de atender una huerta y fabricar ladrillos (todos productos que se venden en la  zona) por sueldos que no superan los 60 u 80 pesos por mes (sic). Bajo un sistema represivo, los chicos se mantienen “atentos al trabajo”, “saben que para cobrar necesitan de iniciativa de trabajo y responsabilidad”, afirma el coordinador, “cuando no cumplen con las condiciones (?) se marca una cruz roja (?) y a las cinco cruces (se les hace) descuento” (!!). Con humor más que oscuro afirma: “se cuidan muchísimo” (ídem). Como vemos, la Fundación Arcor ‘apuesta a la pedagogía’.


En otro taller (Escuela Domingo Cabred), ‘apoyados’ por otros ‘generosos’ tres mil pesos de la Fundación, los jóvenes “fabrican alfajores, bizcochuelos, procesan verduras, lavan, cortan, rallan, embalan y venden ensaladas”. Las ganancias se reinvierten en el taller, donde trabajan 16 chicos. Una parte de las ganancias se guardan “para irnos de vacaciones un fin de semana a las sierras a fin de año como premio”, comenta la coordinadora del grupo. De sueldo, ni hablemos.


Las ‘bondadosas’ asociaciones que dirigen estos ‘miniemprendimentos’  aseguran que la intención es dar la “imagen de empresas y competir en el mercado”; “buscamos que los chicos se capaciten y puedan tener una oportunidad en el mercado laboral” (¿rallando verduras y haciendo trapos de piso?). ¿En qué quedamos?, ¿son proyectos educativos o empresas que compiten en el mercado? Si lo que pretenden es lo último, ¿dónde están la cobertura de salud, los salarios mínimos, los aportes patronales, etc.? Hablando de aportes patronales… lo que sí se esmeraron en aclarar es que los empresarios que empleen a estos chicos tienen una rebaja del 50% en los aportes patronales.


Fundaciones de ‘beneficiencia’ como la de Arcor se dedican a ‘apadrinar’ y fomentar proyectos de ‘caritativa explotación’. (¡Ah! No olviden las correspondientes exenciones impositivas). Van por el mundo con la cara de papá Noel, la bolsa llena de guita y las manos del más cínico y perverso asesino (o capitalista explotador, que después de todo es lo mismo).