La lucha en la vida diaria

En el horario de almuerzo en la fábrica en la que trabajo, mientras se discutían temas varios, salió el tema de la “violencia” de los piquetes.


Yo argumenté que los piquetes hoy son muy variados y que los reclamos son muy variados, pero que sin duda ese es el camino para ser escuchados y poder conseguir algo. Daba de ejemplo mi experiencia con el Polo Obrero en el corte del Puente de Pacheco para conseguir mercadería para nuestros comedores; después de hacer cartas, listas, marchas y recorrer todas las oficinas habidas y por haber, el método más efectivo fue el corte. Inmediatamente, aparecieron autoridades de los más distintos niveles y la mercadería que hasta ese momento no existía.


Otro compañero del laburo respondió que “el problema es que lo dejan hacer, por eso todos transgreden la ley”.


Yo respondí que la ley la transgreden de arriba para abajo, no de abajo para arriba. Cuanto más abajo, más se trata de sobrevivir, y di algunos ejemplos sobre lo que es la transgresión de la ley, los negociados, la policía, etc.


Les comenté que la ley está para favorecer a los poderosos, por eso te comés cinco años si te afanás dos pesos, como el pibe que afanó la verdulería, y quedás libre si defalcás al Estado en millones de pesos.


A esto, mi compañero de laburo respondió que si yo quería podía presentar una ley en el Congreso que tal situación está contemplada en la Constitución, que la salida no es la violencia.


A lo cual le dije que no estaba midiendo con la misma vara a los pobres que a los poderosos. Di ejemplos de la violencia del Estado, y lo reté a que me diga de qué violencia piquetera habla.


Respondió. De la violencia cuando no te dejan pasar, violentan mi libertad, mi libertad de tránsito.


Esta respuesta ya me exasperó y le dije que su apatía frente al reclamo y las necesidades de los más desvalidos, era mucho más violento que el que no pueda pasar y que en realidad podía pasar, pero por otro lado, así que su problema residía en la demora, algo insignificante, como la bronca cuando tienen cerrada una calle por meses, por reforma.


El volvió sobre la ley y dijo: “dentro de la ley todo, fuera de la ley nada”.


Yo le di el ejemplo de la CTA y todos los progres que presentaron en el Congreso la Ley de Hambre Cero. Para ello juntaron millones de firmas; se movilizó individualmente tanta gente por las firmas, tanta energía y tanta buena intención, que luego se transforma en frustración porque la ley, bien, gracias, y el hambre ni te cuento. Porque no hay que enseñarles que hay hambre. Ellos son más conscientes que nadie del hambre que provocan. Creer que los podemos conmover es un error. Es como ir a pedir un aumento a la empresa diciendo: no me alcanza para los pañales de mi hijo, tengo a mi esposa enferma y necesito comprar remedios, o no llego a fin de mes. Por más que estos argumentos sean indiscutibles y reales, para el patrón significan nada. Un argumento para él es: estoy trabajando más, produzco más, te ahorrás puestos de trabajo. Que es como decirle: por vos me arrastro y me arrastro.


El patrón sabe que no te alcanza pero él vive de que no te alcance. No va a dejar sus privilegios por que lo conmoviste. La salida es organizarse entre los que están en tu situación, los que viven a diario lo mismo, los compañeros de laburo, y decidir qué medidas tomar, sabiendo que de corazón no te va a dar nada.


La charla terminaba como el horario de comida. La situación quedó zanjada con los argumentos endebles que presentaba mi compañero y los argumentos también endebles que yo daba, pero terminaron de convencer a varios de mis compañeros que opinaron a favor de los piquetes.


Luego me retorcía a la noche pensando en todo lo que dije y lo que podía haber dicho.


Cuando me dijo "dentro de la ley todo, fuera de la ley nada"… podía haber dado el ejemplo de la primera noche, un atributo del señor feudal, que obligaba que la primera noche de casada de una aldeana pasara por la cama del noble antes que la de su marido. Era legalmente correcto en la época, pero generaba rebeliones rabiosas.


Dicha frase desconoce cómo se consiguió el derecho a la huelga. Porque las huelgas eran ilegales y la bendita ley las penaba con la muerte. Después de luchas heroicas, con muchos muertos, a la burguesía, sin poder frenar las huelgas, no le quedó otra que reconocer como legal el derecho a huelga, pero la regimentó a su favor, con leyes como la conciliación obligatoria.


Sobre la famosa libertad de tránsito, debería haber citado la experiencia de varios compañeros, que alguna vez fueron obreros de fábrica y transitaban libremente por Panamericana para irse de vacaciones con sus familias y sus autos. Luego transitaban libremente por Panamericana, ya no en auto sino en colectivo, y no con sus familia sino con otros trabajadores; se olvidaron de salir de vacaciones. Algunos conservaban con gran esfuerzo sus autos y transitaban libremente por Panamericana, previo pago de un peaje.


Luego vinieron los despidos y ya no pudieron transitar libremente en colectivo y mucho menos por Panamericana.


Pero libremente podés transitar a pie, pero no por la calle obvio, ni por dentro de los barrios privados, y si andás un poco desalineado ni se te ocurra transitar libremente por lugares turísticos o centros comerciales.


Si tenés que ir al hospital, al colegio o visitar a la familia o amigos, calzate las alpargatas (mágicas de la Santa Revuelta) que te llevan a la libertad.


¿De qué libertad de tránsito hablamos?


Se me ocurrió escribir mi parquedad en la prensa que me representa, para dar a conocer esta experiencia. Se me ocurre que en todos los ámbitos de la vida de nuestra clase (trabajo, colegio, familia calle, etc…) estas charlas se reproducen, con infinidad de temas. Siempre trato de responder y defender los principios del Partido que estamos construyendo para nuestra clase. Espero poder nutrirme de otras opiniones y otras experiencias.


Un abrazo,