Para despedir a Silvia Amorín

Queridos compañeros:


Esta es una esquela para despedir a Silvia. No fuimos amigas, pero compartimos la complicidad de las convicciones y muchos actos, asambleas, marchas y reuniones a lo largo de años. Y algún comentario, breve, sobre cómo andaba cada una.


Silvia tenía la agudeza de sintetizar en un par de frases su opinión sobre una posición política, sobre la vida, sobre la condición humana. Y una sensibilidad trabajada y abierta detrás de su estampa de mujer dura.


La última vez que la vi, en la ATN, demolía con severidad y humor implacables, en un susurro, la intervención de un adversario mientras nos repartía, metódicamente, bizcochitos de grasa a los compañeros que estábamos próximos. Quiero decir que en ella nunca estaba ausente un gesto de cuidado.


Nunca le dije que la quería ni cuánto la valoraba. Tardíamente lo hago hoy, con un abrazo para sus chicos, para este partido al que entregó su inteligencia y su pasión, para sus compañeros y para cuantos la quisieron.