Poema I

Manos que aplauden; un aplauso se desmorona en segundos la ciudad suena como un tambor hue­co


El río sala las heridas viejas, sigo es­condido


Ver caer el sol, la lluvia, hojas la París obrera amanece, como traí­da por el mar, y ve pasar el día.


Bajo el piso siempre las cloacas, los desagües pero la ciudad se inunda a veces En la periferia hormigas por miles edi­fican la ciudad desde afuera vienen en trenes repletos Pero a veces la ciudad se inunda Cae la noche entre frío, café y vidrie­ras la ciudad vomita la noche entera en­tre la gente Volver a casa…


Me quedaré aquí al acecho hasta que la revolución pinte este gris ciudad de sangre.