Correo de lectores
13/11/1997|564
¿Puede funcionar el capitalismo sin desocupación?
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Militante de Orientación Socialista, del Club Socialista Vorwarts y del movimiento contra el Racismo, la Xenofobia y la Discriminación
El mal de la desocupación, ¿tiene solución dentro del capitalismo? ¿Es posible un mundo capitalista sin desocupados? Veamos.
Imaginemos que de repente, un buen día, ya no hubiera, ni en toda Argentina ni en todo el mundo, ni un solo desocupado en busca de trabajo. ¿Qué pasaría? A excepción de los contados casos de gente conchabada de favor o como ñoquis, todos los asalariados pasarían a ser desde ese día, y de golpe y porrazo, automáticamente indispensables. Y eso porque ningún patrón podría ya hallar en ningún lado a nadie con quien reemplazar al empleado que decidiese plantarle.
Además, desde ese momento los patrones, lejos de poder darse el lujo de seguir negándose a los pedidos de mejoras salariales y de condiciones de trabajo de sus subordinados, y más lejos aún de poder despedirles, no tendrían ya más remedio que acceder a todas y a cada una de las demandas que se les pusieran bajo las narices.
Y bien. Si ese paraíso súbitamente se presentara, ¿cuanto demorarían los asalariados en negarse a seguir trabajando a cambio de sueldos míseros y durante las doce o más horas diarias a que se les obliga? ¿Y cuánto más en exigir la abolición del entero sistema capitalista?…
¿Por qué sobran entonces desocupados? Para evitar que ocurra lo antedicho, es que los capitalistas se cuidan muy mucho de que los haya a troche y moche. Que haya más o que haya menos, pero que los haya siempre. Y porque crear desocupación le permite al capitalismo disponer de un ejército laboral de reserva con el cual
forzar a los trabajadores activos a aceptar condiciones de trabajo cada vez peores a cambio de salarios cada vez más menguados. Y eso, so pena de que los activos, de rechazar tales dictados y rebelarse, sean también ellos catapultados a las filas del ejército de reserva, a la calle y a la miseria.
Queda demostrado, pues, que sin que haya desocupación, el capitalismo lisa y llanamente no puede funcionar. En otras palabras, que la desocupación es parte estructural del capitalismo, y no coyuntural como muchos creen. Y por eso causa gracia cuando ciertos sesudos economistas liberales —o sea economistas al servicio del capital— se sientan a conversar gravemente entre ellos y a elaborar ridículos planes acerca de cómo combatir a la desocupación. Como los que nos recomiendan “portamos bien” para no perder nuestros empleos. O los que nos aconsejan capacitarnos para acceder a puestos que sólo existen en la imaginación. O los que, como el señor De Pablo, a los desocupados les sugiere “avivarse” (?). Y causa más gracia aún que ninguno de estos avestruces se atreva a poner en entredicho al sistema, que es precisamente el único responsable de generar la lacra del desempleo: el capitalismo mismo.
El modo de producción capitalista, ¿ha sido instituido por el dedo de Dios? ¿Ha determinado también Dios que no deba haber ningún modo de producción alternativo? Que los lectores lo piensen. Y los que concluyan que sí hay alternativa, que tengan en cuenta que ésta tampoco nos la servirá ningún dios en bandeja, sino que hay que trabajar para que llegue.