“Represión ideológica en Derecho, por decir: Jorge Altamira”

Alejandro Marques (Moreno) Estudiante de Derecho (15/9)

Compañeros:

 

Trataré de ser breve (siempre peco de extenso) por una razón tan atendible como la del espacio.

 

Voy a contar un hecho que me pasó en Derecho, hace un par de semanas, del que tantas conclusiones, creo, se pueden sacar.

 

En la materia “Fundamentos de análisis económico y financiero” que empecé a cursar este cuatrimestre, me tocó como profesor … ¡nada menos que un asesor del Mercosur!

 

En la segunda clase (la primera falté) se armó un intenso debate ideológico que este profesor hizo durar más o menos media hora. Yo me presenté como un ex militante del PO y dije, para más información, “el partido liderado por el compañero Altamira” ¡En el hombre, sinceramente se notó, ese dato provocó un pavor que más tarde, lamentablemente para él, se confirmaría!  Media hora de debate, la segunda clase; media hora, también, de chicana “¡No diga que es de Altamira. Ya sabemos que Ud. es de Trotsky. Vaya al grano y explique lo concreto!”, palabras textuales de este hombre, la segunda clase.

 

¿Qué significa, me pregunté, después, eso de “concretito”?

 

Lo comprobaría en la tercera y cuarta clase.

 

En la tercera clase, me tocaba exponer un tema que trata el Dr. Benegas Lynch en su libro “Fundamentos…”. El tema “Socialismo y producto bruto”. Por otra parte, ¡qué ingenuo se puede ser a veces en política! Ese día llegué unos minutos tarde, y me crucé con uno de los profesores adjuntos antes de entrar al aula correspondiente (este profesor, precisamente, se había ido de la clase en los minutos iniciales, y el que había quedado dando clase, era el asesor).

 

Yo entro, y el hombre me encara: “¿Preparó la clase?”. “Sí, la preparé y la voy a dar”, le respondo.

 

Paso al frente. “¿Qué es el P.B.?. Conteste, concretito”.

 

Le contesto, y le defino qué es el P.B. Después, vislumbré la posibilidad de un nuevo debate. En mi clase, puse de ejemplo una época (la de Perón) en la que aumentó el P.B. pero en la que, por otra parte, se vio clarito las limitaciones de la burguesía nacional para desarrollar el país. “¡Concretito!”, grita, enfurecido el asesor.

 

“No se vaya por las ramas, a la clase no le quedó en claro qué cuernos es el P.B.”. ¡Fantástico, realmente!

 

Escuchen, compañeros. Después de intimidarme (habían pasado ya unos 15 minutos) y de acusarme “de poco concreto”, se despachó, ¡y empezó a hablar, nada menos, que a favor del libre mercado!; toda la santa hora y pico, la clase debió soportar “el no hablar de ideología” (léase; hablar a favor de la “libre concurrencia”).

 

Es interesante, compañeros, apreciar lo que me pasó en un momento de la clase, en que este hombre preguntó “¿Hay o no en este país, ‘desocupación tecnológica’?”. En un rapto de provocación contra mí, y después de silenciarme olímpicamente (había pasado, para esto, más o menos una hora), me hace esa pregunta.

 

Contesto, concretito: “¡brutal desocupación tecnológica!”. Entonces, iba a darle una cifra que ese día había publicado “Página 12” (“Pierde el país 10.000 millones de dólares por año por desinversión en el agro”).

 

¡Cuánta hipocresía! En el momento en que iba a dar la cifra nuevamente, me interrumpió. ¡El hombre ya conocía el dato! Por eso, me cortó furioso (además, muchos compañeros, no estuvieron de acuerdo con que “no puede haber nunca desocupación tecnológica”). El tipo dijo: “El que me llega a poner en el examen que hay ‘desocupación tecnológica’, lo bocho”.

 

Compañeros (para concluir). Esto nos revela algo fundamental: que un (nada menos) asesor de la burguesía haya tenido que apelar a la chicana para no continuar debatiendo con un militante del PO, que francamente, de economía sabe poco y nada; que un asesor no haya aguantado … ¡ni una hora de debate! ¡Un tipo que se jacta de tener 5 títulos!, que no haya soportado un debate franco, indica, ante todo, la completa bancarrota intelectual de una clase.

 

Vaya cuánto pesan las ideas. Cuánto pesa el trotskismo sobre la burguesía; nuestro partido, sobre “los asesores” que se desangran por hablar de “lo concretito”, porque temen quedar en ridículo.

 

Finalmente, en este hecho, se puede comprobar ¡Que en este país, decir “Altamira”, es una mala palabra! Pero me enorgullece enormemente haber dicho “Altamira” y gracias a la formación del PO, ¡haber hecho pelota ideológicamente a un consejero de la burguesía!

 

Gracias.