Ruckauf y los homosexuales

“La familia es la base de la sociedad”, es lo que se nos enseña desde chicos. Se nos enseña también que “Mi mamá amasa, mi papá trabaja” y que “Lava lava la loza, Lalo lo mira”. Todo perfectamente encuadrado como se quiere.


Pero, ¿qué pasa cuando aparecemos frente, a este modelo, los homosexuales?


Imaginemos al sistema como a un gran cuadrado donde se pone a la gente en un molde que encaja perfectamente, y así, el sistema se mantiene.


¿Qué nos pasa a los que los moldes no nos caben? Se nos quiere recortar, torcer y armar de acuerdo al modelo establecido. Y para esto, una de las armas más fuertes que se tiene es la discriminación. Porque romper el modelo es romper el sistema.


¿Dónde cabe en este sistema una familia —“base de la sociedad”— formada por una pareja homosexual? ¿Dónde caben en este sistema otras propuestas de familia, como la de una pareja de lesbianas en la que se fecunda in vitro el óvulo de la que no lo gesta con el esperma de un amigo gay, y ambas parejas se hacen cargo de la criatura? No cabe.


Por eso, debemos entender que la discriminación es una forma de frenar, detener, reprimir todo lo que se escape de los moldes que mantienen al sistema. Así entendemos el miedo de Ruckauf a que los homosexuales nos casemos y a que las lesbianas podamos tener hijos.


Nosotras y nosotros no elegimos el molde que se nos impone ni queremos otro tipo de molde.


Luchamos por una sociedad donde exista libremente la diversidad, se respete el derecho a ser diferente y podamos elegir la forma de vida que queramos.