RyR: Stalinistas y facciosos

Nada me sorprende


Compañero Guerrero, a usted le
sorprende que Stella Grenat monte un fraude para criticarlo en El Aromo y
que reivindique al PRT-ERP. A mí no. A cualquiera que conozca a RyR
tampoco. Eduardo Sartelli llegó a proponer que se hicieran remeras con la
figura de Santucho en lugar de las remeras del Che. RyR es una de las tantas
agrupaciones que defiende al de Santucho como al partido que expresó la
experiencia más avanzada de la izquierda en el proceso revolucionario 1969-76
en Argentina.

Y la matriz del giro de RyR está ligada
estrechamente a su ruptura definitiva con el Partido Obrero y su decisión de
abandonar la lucha en el frente universitario, su única ligazón con la lucha de
clases real para 2004 y 2005. Esa es la base material que explica la
construcción “teórica”.

Las becas Conicet, el éxito editorial, los
eventos académicos internacionales auspiciados por organismos del Estado
kirchnerista se consiguen “despegándose” del Partido Obrero. Ser anti-PO
“garpa”. Fue un debate permanente desde la ruptura con el PO en el 2002: para existir
en el mundo académico y editorial había que “des-POizarse”.

Así se explica, no sólo haber inventado la
tesis según la cual la “insersión” fabril del PRT -grande o pequeña no importa-
era suficiente para lavar el error estratégico del foquismo, etc.
Cuando Sartelli decidió empezar a dar este giro perro (publicar a De Sanctis,
convencer y seudo fraguar el libro de Goyo Flores para que hubiera una especie
de reivindicación póstuma del santuchismo de su parte, etc., etc.) no sólo no
preguntó a ningún miembro de su organización (ni al plenario, ni al
secretariado de responsables, ni a la “carpa chica” clandestina que
complotaba contra todos los demás) sino que, grave para el caso que hablamos,
no hizo ninguna investigación y en su vida supo más sobre el ERP que
cualquier ser humano lector de bibliografía sobre la izquierda en los 60 y 70.

En el mismo número de El Aromo en que Stella
defiende, sin ninguna investigación ni datos, las barbaridades políticas que
defiende, Harari le reprocha a Rieznik no darle bola a los datos y le recrimina
hablar de cosas de las que no sabe. Para una organización que hace años dejó
todo problema de organizar compañeros en la lucha político-sindical, para
dedicarse tiempo completo a la investigación, los disparates sin fundamento de
Stella deberían ser motivo de replanteo… Fabián Harari no ha publicado ninguna novedad historiográfica aunque se
haya dedicado furiosamente, desde hace años, al estudio minucioso de todos los
papeles viejos que ha tenido a mano. Él sabe, porque Eduardo se lo dijo varias
veces, que no hay nada nuevo que “descubrir” en la historia argentina del siglo
XIX, que sólo se trata de encontrar una nueva forma -que no tenga nada que ver
con Peña ni Pigna- de interpretar los datos. Fabián H. se caga en el respeto a
un compañero que tiene -en términos de revoluciones- muchos más “pergaminos”
que el “ex líder en las sombras de la Asamblea Popular
de Villa Crespo” (como se jactaba de ser Fabián). En ese mismo número, Harari
dice muy suelto de cuerpo que “los revolucionarios reivindicamos a todos
aquellos que marcaron el rumbo del progreso de la humanidad. A todos los que
supieron construir un mundo a su imagen y semejanza”, o sea a la burguesía
rural rioplatense que construyó un país a su imagen y semejanza sobre la sangre
de gauchos, indios y otros burgueses rurales. Por eso en el conflicto del campo
hicieron la apología del gran capital agrario concentrado contra los
“reaccionarios campesinos” del Mocase que quieren defender la “reaccionaria” pequeña
propiedad rural ineficiente.
Por eso también,
compañero Guerrero, no dudan en igualar a Política Obrera con el PST o el PRT.
Porque desde hace años que promueven la “unidad de la izquierda”. Hay
que quedar bien con varios para inventar un paraguas de izquierda.

El fraude: un método

En
cuanto al fraude como método para criticar, también tiene su explicación nada
sorprendente, más bien mezquina. Se llama faccionalismo, el único método
de debate al que puede adscribir una organización que no está dispuesta a dar un
debate político para construir un movimiento en la realidad de barro de la
lucha de clases, disputándose la dirección de tal o cual frente sobre la base de
su desarrollo y poniendo la mira en la victoria contra el enemigo de clase.
Sartelli renunció a la militancia sindical en su gremio -docentes
universitarios- porque le quitaba tiempo para transformarse en el “intelectual”
que hoy es, y nosotros renunciamos a la militancia sindical como estudiantes
universitarios que éramos para transformarnos en “investigadores” a tiempo
completo. El único lugar que le queda a RyR en la lucha de clases real es
buscar diferenciarse del PO sobre la base de la patoteada, el fraude, el “donde
quieras, cuando quieras” del bravucón de barrio.

Construir
una casa lleva más tiempo que ponerle una bomba. En esa búsqueda de atajos a la
dirección de un proceso revolucionario construido por otros es en lo que está
metida buena parte de la pequeño-burguesía de izquierda de este país hace
décadas. El foquismo, el chavismo o el trotskismo-guevarismo son diferentes
variantes de esos atajos. Que además, como ya dije, son mejor pagos por el
kirchnerismo que construir un partido revolucionario.

Una compañera valiosa de la
UJS me ayudó a entender que RyR es una organización
stalinista, no por su caracterización sobre el arte sino por sus métodos. La
intriga contra sus propios compañeros, el verticalismo rayano en el militarismo
e incluso el personalismo explican mejor que nada por qué son capaces de
defenestrar su libro sin vergüenza, con la
agresión y la falta de respeto elitista propia de una rata almizclera. O “sacar
a pelear” a la “mayor pluma del trotskismo argentino” en una carta abierta.

Hace
varios años fui “beneficiado” con un juicio revolucionario -sin jueces ni
abogados independientes- que duró seis meses mientras seguía militando
“tabicadamente”, y concluyó con mi alejamiento de la dirección de RyR después
de seis años de una militancia a fondo, sin cortapisas. Dirección desde la que yo
mismo impulsé ese tipo de trato a mis compañeros, difamando, persiguiendo,
expulsando, hostigando. Gracias a esa experiencia estuve obligado a tomar una
decisión política: o seguir bastardeando la idea de transformarse en un
militante revolucionario, para ser un escribidor de izquierda prestigioso; o
pedir un lugar, con modestia, en la lucha de clases real. Muchos compañeros de
RyR decidieron del mismo modo y hoy nos pelamos el lomo por desarrollar al PO.

Por eso
no nos sorprende. Por eso estamos contentos.

Disculpe
el largo de la carta, pero hace años que escribo respuestas a las infamias de
RyR sin animarme a publicarlas y hoy pude hacerla más corta y menos cargada de
subjetividad.

Por otro lado, su libro es muy bueno. Tengo intenciones de usarlo como
una especie de manual de discusión y formación política con varios compañeros.
Está claro que no aporta materiales inéditos, pero por eso mismo me pareció un
buen material de integración de una serie de investigaciones sobre la izquierda
peronista, muy útil para crearse una imagen certera del período. Desde ya que
el mejor aporte es su respetuosa crítica revolucionaria a la izquierda
peronista. Firme, pero sin macartismo ni crítica policial, todo lo contrario de
la opinión de Stella.