Sobre el comentario crítico al discurso de Chipi Castillo

La compañera Natalia, en el correo de lectores de Prensa Obrera Nº 1.182, con una voluntad extraordinaria, se esmera en evitar el debate al cual llama Castillo: la lucha militar y las tareas de los revolucionarios.

Manifiesta que el PTS sienta posición en contra de los piquetes. Cualquiera pensaría que no recuerda las luchas de Kraft o Zanón, por dar algún ejemplo, pero no, nombra a esta última y nos hace saber que el partido nombrado se cuestiona esta lucha. La compañera se debe encontrar indignada al tener, en Neuquén, una banca con su frente anti-lucha y anti-piquete. Posteriormente, Natalia nos cuenta que “el piquete armado sería la consecuencia de un desarrollo masivo de piquetes”; o sea, un culto al espontaneísmo. Para mayor sorpresa, Natalia nos demuestra que nunca asistió a la primera clase del famoso curso del Estado (dado por el PO), ya que nombra que el día del piquete de la muerte de Mariano Ferreyra había un conocimiento claro de la correlación de fuerzas con el enemigo, pero no se sabía de la complicidad de la policía; o sea que luego de cientos de años de lucha, y de varios cursos dados por el PO, no conocemos, aún, que la policía y la burocracia sindical siempre hacen un frente único contra los militantes revolucionarios.

Para finalizar, Natalia se ofende con Chipi porque da el debate “en un discurso que tendrá difusión más allá de la audiencia que había en Medicina”, por lo tanto no quiere que el problema lo debatan los compañeros revolucionarios y sus organizaciones, sino que quiere que el problema de la lucha militar se resuelva (o que sólo se discuta), a puertas cerradas, en la cátedra de Conflicto Social.

Compañera, el Chipi invita a debatir esta tarea, que la muerte de Mariano Ferreyra demostró que está a la orden del día. Saludos.

Facundo

 

Respuesta de Natalia:

¿Otro Feimann? Mariano Ferreyra y Carlos Fuentealba

Aprovecho que la redacción de Prensa Obrera me envió el texto de Facundo para solicitar que mi respuesta salga en este mismo número.

El correo de Facundo confirma mi interpretación: el sentido de la insistencia de Chipi sobre la necesidad de debatir el problema militar estaba dirigido a justificar la auto-exclusión del PTS de la lucha de los tercerizados. Facundo, Chipi y el PTS dicen: si negamos el debate sobre el problema militar lloraremos más compañeros, ergo, el PO es responsable (al menos en parte) por el asesinato de Mariano. Facundo, Chipi y el PTS nos sorprenden con la tesis más inesperada posible: en la lucha armada las únicas víctimas las pone el enemigo. Otra cosa más: nadie escuchó a nadie decir tamaña grosería política antes del crimen contra Mariano, sino después, con los hechos consumados. Tampoco lo escuchamos decir ante el bloqueo con piquetes de los yacimientos de petróleo, por parte de los docentes de Santa Cruz. Solamente los cortes de vía forzaron al gobierno a integrar a miles de tercerizados a planta; los métodos de patear pasillos ministeriales o los actos simbólicos que pregonizaba el partido de Facundo, habían fracasado en forma estrepitosa. El papel de la policía se manifestó en toda la jornada (no había necesidad de un curso para saberlo), por eso las organizaciones actuantes organizaron una retirada.

Curiosamente, Facundo repite a Feimann: que “el PO carga con el cadáver de Ferreyra porque lo mandó a cortar las vías contra gente armada”: “luego de cientos de años de lucha, y de varios cursos dados por el PO, no conocemos, aún, que la policía y la burocracia sindical siempre hacen un frente único contra los militantes revolucionarios.” Pero lo cierto es que, cuando verificaron que había gente armada, los compañeros decidieron postergar el corte para otra oportunidad. Mientras que, según Facundo, el PO sabía que iba al matadero. Exactamente lo de Feimann.

Facundo llama a optar entre la renuncia a los piquetes o la lucha armada. Aquel día, aplicar el consejo de Facundo hubiera sido una provocación responsable de una masacre. Nuestros compañeros, en cambio, organizaron una retirada organizada y fueron atacados a balazos en una emboscada en plena desconcentración. Podría haber ocurrido en el Obelisco, en una operación selectiva. Lo único cierto es que en esta lucha estuvieron todas las organizaciones, menos la que apoya Facundo. Lo mismo ya había ocurrido en Puente Pueyrredón el 26 de junio de 2002 y en el movimiento piquetero de aquellos años. Ahora asisten a los aniversarios. Querido Facundo: te olvidás nada menos que del asesinato del compañero docente Carlos Fuentealba ¡a cinco kilómetros de distancia de la manifestación! ¿O será que Carlos no asistió a los cursos del Estado?

Pero, precisamente, como no es posible contrarrestar el accionar represivo del Estado si no es por la propia fuerza de las masas y por la creación de las condiciones para la emergencia de las crisis revolucionarias, sólo bajo esas coyunturas la organización militar emerge como una necesidad para la propia dirección. Sin una tendencia de las masas a los piquetes o a su respaldo, no pueden plantearse piquetes armados. El Programa de Transición de la Cuarta Internacional no está dirigido a los partidos periféricos sino a los grandes partidos obreros. El planteo militar en términos de precondición de la lucha de clases coloca al partido en un lugar externo a los trabajadores.

Pero el PTS tampoco nos informa en qué se traduciría la superioridad de su estrategia derivada del estudio del prusiano Clauszewitz (¡!). Como dicen denostar el guerrillerismo, tan solo queda pensar que su advertencia contra nuestro supuesto espontaneísmo está al servicio de explicar y justificar el conservadurismo con que intervinieron aquel fatídico 20 de octubre. De todos modos, los estudios en la cátedra de Ipazaguirre se nutren de una tendencia foquista o pre-foquista. Esto significa la suplantación del partido por la ‘orga’ político-militar, o sea la sustitución del centralismo democrático por una jerarquía fundada en las normas de la guerra. Esto no es trotskismo sino maoísmo, con independencia de la capacidad teórica-militar de Mao, solamente superada por la de León Trotsky.

Finalmente, es obvio que no me interesa acotar el debate a cuatro paredes. Si así fuera no hubiese escrito al correo de lectores. Espero que Facundo siga ventilando sus argumentos desde La Verdad Obrera.

Natalia