Sobre el inicio de clases, escuelas inclusoras o expulsoras

En una charla distendida, Sileoni, responsable de Educación nacional, y Oporto, director de Educación provincial de Buenos Aires, festejan un inicio de clases sin roces y con la actividad educativa a pleno.

Programando sus estrategias para una educación de “calidad”, en una de sus brillantes ideas infieren disminuir las faltas de los alumnos para que permanezcan en las escuelas, como si permanecer significara mayor aprendizaje…

El ausentismo del alumnado posee múltiples causas de las cuales no quiero entrar en detalle, el motivo de estas líneas es contar una anécdota que sucedió en mi barrio: en el inicio del ciclo, citan al padre de un alumno (responsable de la familia, ya que la madre hizo abandono) a dialogar respecto al ausentismo del estudiante en años anteriores, e imponen como condicionante que si este año el alumno llegase a faltar, la responsabilidad sería exclusivamente del padre. Si la asistente social, firmas mediante, responsabilizó al tutor en caso de faltar N cantidad de días, éste estaría haciendo abandono de persona. Lo siniestro es que las asistentes sociales son los brazos del sistema expulsor, a sabiendas de la realidad comunitaria apelan a esta forma de marginar e implementar el otro pilar del sistema capitalista, el judicial.

Cualquier mortal con sentido común vería las graves contradicciones; no sólo dejan sin trabajo a los padres, sino que el sistema que los margina y los sumerge en la indigencia todavía pretende enviarlos presos por ser pobres. Recordemos que este padre si no sale a trabajar un día, este niño no come. Pero cómo explicárselos al gobierno del Indek o a los “intelectuales”, que cuando uno los lee o los escucha por un momento elogia la ignorancia.

Como vemos cada día, este sistema nos desvía de lo verdadero, nos quita la creatividad, nos pone en contra de nuestros alumnos, nos hace creer que la educación es un negocio más y que estas medidas son innovadoras, creer que la disminución de faltas es una solución es una falacia, ya que la educación pública tiene infinidad de problemáticas serias, que no se solucionan con reformas superfluas. A estos progres, lo que menos les importa es la enseñanza-aprendizaje de los estudiantes.

Por lo tanto, la clase explotada debe cargar con la falta de planificación e irracionalidad del Estado.

La crisis del sistema educativo es cada vez más aguda, las reformas que implementa el Estado no son suficientes ante este panorama, es necesaria una revolución cultural, por lo tanto, educativa.