Sobre “El secreto de sus ojos”

Es una magnifica película porque ya desde el título revela la resolución de un enigma. El enigma del crimen, leído en los ojos del asesino.

El deseo contenido en los ojos capta el caudal de fuerza que está dispuesto a desplegar.
Darín lee en los ojos del asesino, en los años de adolescencia del personaje, esa fuerza inclaudicable, perversa que lo lleva a matar al objeto de su deseo.

De la misma manera Darín, cuando ve la fuerza inclaudicable del esposo de la asesinada en llevar adelante su ideal -“un asesino merece cadena perpetua, usted lo dijo”- saldrá de su duda y postergación neurótica -en ese momento, y sólo ahí- y podrá por identificación dar un salto hacia la acción y correrá, por fin, hacia su amor de toda la vida.

Realizar acciones postergadas de toda la vida no es del área de la economía capitalista, sino que es del área de la salida neurótica de los humanos, en la que todos por igual eligen soñar y postergar.

De hecho, la neurosis no es más que eso.

Un velo que tapa quién es cada uno en relación a sus propios deseos.

Esta interpretación de cuál es el centro de la neurosis se encuentra de la mano con la concepción marxista de que somos mercancía, que giramos en una rueda sin fin, opacos a nosotros mismos.

La conciencia opaca lo que genuinamente se quiere, ése es el lugar de la conciencia y el capitalismo opaca la mercancía que somos, arrojados al mercado.

Los dos son opacamientos y los dos son disfraces.

Esta película, brillantemente, devela a los dos personajes, el objeto de su deseo.

Al esposo, el que se cumpla la condena; a Darín, que no sea su cobardía y, por supuesto, las diferencias de clase y de cultura lo que lo separe de su amor.

Porque en la película los personajes que se aman son conscientes de las diferencias de clase y los dos lo explicitan.

Pero si una buena definición del amor es “dar lo que no se tiene”, creo que en esta película se realiza.

Si no hubiera una libertad que, en realidad, es lo que nos define como humanos, toda relación humana sería del área de los instintos.

Me remito a la admiración de Marx por Balzac que, como escritor, admiraba a la nobleza y, sin embargo, reflejaba muy bien las decadencias de su clase.

Me remito a las discusiones teóricas de Lukacs y Brecht acerca de qué es lo que representa una estética revolucionaria. Y aunque en muchas cosas no coincidían, estoy segura que no interpretarían desde un economicismo o desde una distribución de dos bandos toda la riqueza de interpretación de un hecho humano.

La película no es sólo una buena mercancía, en todo caso a través de ella se puede ver el deseo: el perverso y el genuino. Se pueden ver las acciones de los hombres de no claudicar en sus causas.

Creo que la aventura humana de vivir no es más que eso: atravesar la conciencia para ver qué se es en la economía de deseos en la que se fue gestado y elegir libremente si se está de acuerdo en ocupar ese lugar.

Creo que la aventura humana de vivir es ver qué lugar se ocupa en la economía de mercado y elegir si sólo se es mercancía arrojada al mercado.

Mis dos creencias se dan de la mano.

Admiro profundamente las salidas individuales que con inteligencia, tesón y coraje se acercan a la mejor comprensión de las tareas individuales y colectivas.

Creo que la película gustó tanto porque da respuesta a dos enigmas humanos: por qué se postergan tanto los deseos y por qué si se sabe que es lo que se tiene que hacer, no se lo hace.

Esta película está en la línea de Hamlet, el drama shakesperiano, sólo que lo resuelve, no se trata del ser y la postergación. Se trata del hacer.

Se trata del acto. Y, por supuesto, de que en todo acto, la responsabilidad es personal.