Sobre la despenalización del consumo de drogas

El tema de las drogas no debe analizarse desde el punto de vista moral, ético, ni siquiera de la salud; el problema hay que estudiarlo desde lo económico.


El narcotráfico es uno de los mercados más ‘globalizados’, redituables y heterogéneos del mundo; es manejado por los más grandes capitalistas de la Tierra y es el más claro reflejo de la explotación capitalista: mientras los cosecheros bolivianos o colombianos cobran unos pocos dólares por toneladas de hojas de coca o cannabis índico (marihuana), en EE.UU. o Europa se comercializa por cientos de miles de “verdes billetes”.


En el fabuloso negocio participan desde cantantes hasta gobernadores, pasando por comisarios de la policía e intendentes. Y el dinero “se lava”, financiando desde guerras hasta campañas electorales, pasando por equipos de básquet y boliches bailables.


El juicio moral o ético no debemos tomarlo en cuenta, primeramente porque el negocio existe mientras sea ilegal, pues lo prohibido seduce y además justifica el alto costo, y segundo (el que yo personalmente destaco), porque toda regla o tabú instituido está enmarcado dentro del mismo sistema que divide a la sociedad en clases, explota a nuestros viejos, reprime a la juventud, encarcela luchadores populares y libera a los genocidas del proceso.


Por eso, entendamos que la penalización del consumo de drogas, como “la nocturnidad” de Duhalde, los edictos policiales y asi mismo la reforma educativa y las 23 modalidades de explotación a la juventud, son métodos para cercenar la libertad de los jóvenes.


Con la legalización del consumo se permitiría la libertad de elección y la masificación de la información.


• Por el cese de la persecución policial a la juventud.


• Por una campaña no tergiversada de información.


• Por la cárcel a los grandes narcotraficantes.


• Por la despenalización del consumo de drogas.