Correo de lectores
13/11/1997|564
Un crecimiento en cantidad y en calidad
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Buenos Aires, 3 de noviembre de 1997
Compañeros:
El resultado electoral ha corroborado muchas de las apreciaciones del partido, así como ha evidenciado lo acertado de las prácticas de los últimos tiempos. Esta nota, además de expresar mi entusiasmo y esperanza, pretende, si se quiere, ser “antipática”, porque busca ser una voz de advertencia. NO CAER EN EL EXISTISMO. Sé que el Partido Obrero aprendió de sus propios errores y, más aún, de los errores ajenos, como en el caso del Mas, que más que crecer, en un sentido de inserción en lo profundo de las masas, se “infló” electoralmente para pincharse irremediablemente, oscilando entre el discurso democratizante de IU y el ultraizquierdismo abstencionista. Estoy seguro que al PO no le sucederá esto, porque está visto que el voto del 26 de octubre no es de ningún modo (¡¡y qué bueno que no lo sea!!) un “voto enamorado”, ni un voto “de los que luchan”, sin otro horizonte que la lucha por la lucha misma (Mst, Patria Libre), sino un voto, en la mayoría de los casos, clasista y consciente, que arraigó en las luchas más importantes de los últimos tiempos.
A tener muy en cuenta lo siguiente: el mayor logro del PO no fue el crecimiento de la cantidad de votos (lo cual es evidente y estimulante) sino la calidad de los mismos: en Tartagal se superó el promedio de Salta; en Cutral Co, el de Neuquén; en los barrios obreros de Córdoba, el de la provincia entera; y así, en todos los casos, evidenciándose que el Partido Obrero puede jactarse hoy, con justicia, de tener un voto genuinamente obrero, juvenil y popular (y crecientemente femenino, por otra parte).
Mi advertencia es, entonces, profundizar el camino emprendido: continuar la apertura de locales, las visitas a las barriadas, la organización de los reclamos cotidianos de las masas, continuar con las asambleas, las mesitas, la elección directa de los candidatos, la discusión pública de los programas y, fundamentalmente, dar a todo esto un carácter permanente, independientemente de lo estrictamente electoral.
El PO demostró la superioridad de sus planteos frente a los del resto de la izquierda en base a una política centrada, no en la chicana o el agravio gratuito, sino en una consecuente política de unidad de la izquierda, planteada desde fin del año pasado. La gente no se comió lo de “votá a la izquierda que se une”, porque se dio cuenta que esa izquierda se une 48 horas antes de las elecciones, no discute programas, no hace asambleas, no discute candidaturas, no hace campaña unitaria, y se divide 24 horas después de las elecciones. Nunca la izquierda estuvo menos “unida” que en esta elección de Izquierda Unida. No lo digo con alegría ni con soberbia, sino con tristeza y con la esperanza de que gente honesta y realmente bien intencionada, como Zamora o los militantes del PC (su cúpula es irrecuperable), revean sus posiciones y se sumen al desafío que se viene: la lucha por ganar a contingentes crecientes de peronistas históricos, de futuros defraudados con la Triple Alianza y de los miles que hoy están por la negativa al sistema político (y que no van a hacer ningún “Argentinazo” si se quedan en esa postura).
La intelectualidad izquierdista o ‘izquierdosa’ se regodea de los errores de la izquierda partidaria, los goza, porque eso calma sus conciencias escépticas y confirma sus actitudes de ostracismo (cuando no de pasaje al campo burgués). Por eso, temen como la peste que la izquierda acierte, porque sería evidenciar que no todo está perdido. No hay nada peor para un escéptico que cuestionarle su escepticismo (“dejame disfrutar mi angustia”, le decía Felipe a Mafalda). Por eso, como licenciado en Ciencias Políticas, pero primero que nada, como marxista, ME ALEGRO DEL FORTALECIMIENTO DEL PARTIDO OBRERO, y me tiene sin cuidado el juicio “académico”. Ojalá, en un futuro cercano, pueda poner mis conocimientos profesionales al servicio de bancas de la clase trabajadora en los parlamentos burgueses. Desde ya, cuenten con mi apoyo “poli- tológico” (palabra que me da náuseas). Pero, fundamentalmente, espero que muchos de mis compañeros, sociólogos, politólogos, etc., tengan las pelotas suficientes para apoyar públicamente los aciertos de la izquierda, porque a la hora de burlarse de ella, todos aparecen.
Ojo, lo conseguido no es poco, pero tampoco es mucho: sigan por este camino, para afianzar lo logrado y para profundizar los logros.
Abrazos revolucionarios.