Una experiencia en la UTN

El año pasado, durante las movilizaciones contra la Ley de Educación Superior, se percibió una politización en un sector del estudiantado independiente. A ese sector pertenecía yo.


Viendo la necesidad imperiosa de activar una lucha organizada contra los ataques de parte del gobierno, sin pensarlo demasiado, comencé a relacionarme con militantes de una agrupación de la UTN Regional Buenos Aires, facultad a la que asisto. Esta agrupación estaba alineada en la CEPA (Corriente Estudiantil Popular Antiimperialista), que parecía dispuesta a hacer lo necesario para vencer la ley.


Pronto noté que varios militantes de mi agrupación, tanto como la dirección de la CEPA, eran integrantes del PTP, ex PCR (partido que, dicho sea de paso, de revolucionario sólo tiene el nombre). Lo noté por mérito propio, no porque alguien me lo dijera, ya que esto era algo que parecían querer ocultar. Luego, cuando pregunté por las relaciones de la CEPA con el PTP, los miembros de mi agrupación, en un principio, negaron todo vínculo, y más tarde, cuando la mentira se tornó obvia, aceptaron alguna relación, pero que al decir de ellos era mínima. Esta política de camuflaje, de desizquierdización, que aplica la CEPA, intenta ganar al movimiento estudiantil montándose en los prejuicios formados contra la izquierda (sobre todo, en el ambiente universitario). Es decir que en lugar de luchar contra el prejuicio, en cierta forma lo promueven. Es a través de este mecanismo que buscan ganar votos, para tomar luego una actitud netamente burocrática, que sabemos adónde lleva si no es acompañada por un trabajo de agitación y movilización. En este caso particular, desemboca en la transa con la Franja Morada, como se demostró en el último Congreso Nacional de la FUA: aceptaron los votos prestados por la Franja Morada para adquirir la Secretaría General, sin discutir una nueva organización contra la ley ya aprobada, sin plantear el desconocimiento de los estatutos reformados, ni hablar de llamar a un congreso de bases. Todo esto, después de haber dicho y redicho durante meses que “La ley menemista no pasará”, mientras que la ley, en muchos lugares, ya estaba siendo prácticamente aplicada. A raíz de esta política que lleva adelante la CEPA, que nada tiene que ver con los intereses de los estudiantes, fue que decidí alejarme.


Fue entonces que empecé a contactarme con miembros de la UJS, que en ese momento eran los únicos montados en una campaña contra el curso de ingreso limitacionista que se aplicaba en mi universidad. A esto se sumaban las medidas que la UJS habían planteado con respecto a la Ley: asamblea de bases y denuncia de la complicidad de la Franja Morada en el movimiento estudiantil, y de la UCR en los rectorados. Me causó además una buena impresión el hecho de que sus militantes no ocultaran su adscripción al PO, cuya política, en el ámbito nacional, correspondía a la de la UJS en la universidad y contrastaba notablemente con la del PTP. Todos éstos fueron factores que determinaron mi decisión de militar en el Partido Obrero.